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Bolivia podría reencauzar su futuro hoy

Las elecciones de este domingo son un hecho, pero eventuales manipulaciones pudieran torcer la voluntad que se exprese en las urnas

Autor:

Marina Menéndez Quintero

La demora en convocar a comicios, la persecución de 12 meses contra el MAS, y el constatado deseo de quienes usurparon el poder hace un año de evitar que Bolivia vuelva a ser la misma, hicieron dudar de que estas elecciones presidenciales llegarían al «día cero» con la dupla del Movimiento al Socialismo todavía en las papeletas.

En el transcurso de la semana que termina, nuevos aunque frustrados intentos de senadores de la derecha por enjuiciar al aspirante del MAS, Luis Arce, hicieron temer también por su candidatura. Por ahora, aunque solo por ahora, la acusación reposa…

A menos de 24 horas de que abrieran las urnas, los reportes daban cuenta de un país «en paz». Pero informaciones previas invitaban a pensar en la posibilidad de actos violentos fraguados desde el propio poder, en un escenario de presunta sublevación popular fabricado desde el mismo poder.

Las insistentes versiones de la prensa de derecha y funcionarios del ejecutivo acerca de la supuesta decisión de grupos populares de tomar las calles si se constataba fraude contra el Movimiento al Socialismo, invitaba a pensar en la eventualidad de una atmósfera violenta construida de modo falso desde el golpismo.

Una denuncia de la Red de Comunicación Popular (Redcom), emitida una semana atrás, publicó documentos filtrados que revelaban nombres, apellidos y rangos de militares bolivianos en servicio activo y pasivo vinculados al Gobierno de Jeanine Áñez que tenían el objetivo de sabotear  los comicios, publicó el sitio Kaosenlared.

Resultó preocupante que el viernes el viceministro de Régimen Interior, Javier Issa, informara que «ante la posible aparición de grupos irregulares y violentos (…) se tiene un plan para frenar cualquier intento de desestabilización mediante la movilización de policías y militares».

Según la progolpista ABI, solo la policía desplegará este domingo un contingente de 39 000 uniformados. En declaraciones vertidas el propio día durante una reunión con representantes de los veedores que supervisarán los comicios, la presidenta del Senado y legisladora por el MAS, Eva Copa, aseguró, por el contrario, que su partido respetará los resultados.

Los últimos sondeos seguían mostrando una mayoría para Luis Arce que según la firma Ciesmori llegaba al 42,2 por ciento de los votos válidos que se depositen  hoy, mientras a su más cercano seguidor, el expresidente Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, se le adjudicaba el 33,1 por ciento, en la reiteración de un patrón mostrado antes por diversos estudios. Otros sondeos, por ejemplo, arrojaron la relación Arce-Mesa así: 32,4 por ciento frente a 24,5 por ciento, lo que arrojaría igualmente, empero, una diferencia entre ambos que seguiría rondando el diez por ciento. Si se constata, ello significaría una votación apretada que podría acarrear riesgos a la hora de las definiciones en un contexto como ese.

Para proclamarse vencedor en primera ronda en Bolivia, debe obtenerse la mayoría absoluta o más de 40 por ciento de los sufragios válidos con una diferencia de diez puntos porcentuales sobre el contrincante más cercano. Si ello no ocurre, habría que acudir en noviembre a segunda vuelta, oportunidad con vista a la cual la derecha podría conseguir el frente único que no logró hasta hoy.

En tercer puesto las encuestas seguían mostrando al «cívico» Fernando Camacho, de la separatista región de Santa Cruz, golpista como Mesa y, también como él, aspirante en las elecciones frustradas por el golpe en octubre pasado. A Camacho se le adjudicaban aproximadamente el 15 por ciento de los sufragios.

Pero un elemento poco sopesado también ha sido ostensible en las encuestas: la reiteración de un entorno de 20 por ciento de los consultados que se presentaron ante la firma Ciesmori como indecisos… o no adelantaron la intención de su voto. Ellos podrían inclinar la balanza decisivamente hacia uno u otro lugar.Cualquier resultado debe ser respetado, como ha reiterado el MAS. Pero hace un año, los golpistas que alistaron las elecciones de hoy, no hicieron eso.

¿Cuántos votan y por qué?

Más de siete millones de bolivianos (7 031 294) se encuentran empadronados para votar este domingo por presidente y vicepresidente en su país, mientras 301 631 deberían emitir el sufragio en otras 30 naciones donde se encuentran.

Esas cifras representan un incremento de 17 561 votantes respecto del padrón de 2019.

Además se elegirá a los miembros de la Cámara y el Senado.

¿Quiénes van en la papeleta electoral para la presidencia?

  • Luis Arce (MAS). Economista. Dirigió ese ministerio durante los gobiernos de Evo Morales, entre 2006 y 2017.
  • Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana) Exvicepresidente durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien renunció al cargo tras protestas populares en octubre de 2003, y fue sustituido por él como ministro encargado de la presidencia hasta que también debió abandonar por fuertes protestas.
  • Fernando Camacho (Creemos) Representa a la oligarquía blanca de Santa Cruz. Admirador de Donald Trump y Jair Bolsonaro.
  • Chi Hyun Chung (Frente Para la Victoria). Conservador. Pastor evangelista de origen coreano que se nacionalizó en Bolivia.
  • Feliciano Mamani (Partido Acción Nacional) Indígena y obrero.
  • La usurpadora Jeanine Áñez, de Juntos, y el expresidente Jorge Tuto Quiroga, retiraron sus respectivas candidaturas.

Amplia representación de observadores

Acompañan estos comicios una amplia veeduría internacional que acoge otra vez a la OEA, cuyo amañado informe resultó crucial el año pasado para atestiguar la falsa acusación de fraude que frustró el triunfo de Evo Morales y consumó el golpe.

Además, participan hoy como observadores, delegaciones de la Unión Europea, el Centro Carter, la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal), el Parlamento del Mercosur (Parlasur), la Unión Interamericana de Organismos Electorales y la Asociación de Organismos Electorales de América del Sur.

Se suman delegaciones independientes como la del medio de comunicación independiente The Grayzone, organizada por el grupo estadounidense de derechos humanos Codepink, que denunció el jueves una campaña de «amenazas e intimidación» de parte de activistas de la extrema derecha boliviana.

Entre los veedores se cuentan igualmente los diputados argentinos Leonardo Grosso y Paula Penacca.

Junto a ese amplio grupo, seguirá de cerca los comicios Jean Arnault, enviado personal del secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.

El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, amenazó el viernes a observadores internacionales y dijo que serían puestos en un avión si quieren convulsionar al país, en alusión a la representación de observadores del partido español Podemos.

«Son de izquierda y la mayoría son agitadores», añadió Murillo.

Según denunció la Cancillería argentina, un tercer legislador de ese país, Federico Fagioli, del oficialista Frente de Todos, fue detenido el viernes al arribar al aeropuerto de El Alto.

¿De dónde puede llegar la violencia?

Además de la amplia representación de uniformados que «custodiará» los colegios electorales y serán los sospechosos encargados de trasladar las boletas, grupos violentos de la derecha facistoide —y no las organizaciones populares señaladas por el ejecutivo de Jeanine Áñez— podrían sembrar la violencia este domingo, en busca de la desestabilización que propicie un nuevo golpe si el MAS ganase en primera vuelta.

Entre esos grupos, que ya se han destacado por sus ataques contra los seguidores del MAS, se cuentan la llamada  Resistencia Juvenil Cochala, KM Cero y la Unión Juvenil Cruceñista, calificados por Evo Morales como grupos paramilitares.

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