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La irrevocable decisión del Doctor Adrián

El doctor intensivista Adrián Cala Márquez  abrigó cierta nostalgia cuando dio su disposición de partir hacia el hospital intermedio de campaña instalado en el Poliedro de Caracas, en los momentos más álgidos de la pandemia. JR se acerca a su historia

Autor:

Jorge Pérez Cruz

El doctor intensivista Adrián Cala Márquez  abrigó cierta nostalgia cuando dio su disposición de partir hacia el hospital intermedio de campaña instalado en el Poliedro de Caracas, en los momentos más álgidos de la pandemia.

Desde entonces dejaría de sentir en carne y espíritu el cariño que le deparan sus pacientes de la parroquia Vista Hermosa, en la Ciudad Bolívar del Estado venezolano homónimo, donde labora hace ya 37 meses, su estancia en la Patria de Bolívar.

Y por voluntad propia aceptó alejarse por un tiempo –tres meses, ese fue el compromiso inicial-, de un  entorno del que ya se siente parte y donde, gracias al esfuerzo colectivo, la amenaza del Sars-CoV-2 estaba controlada.

Pero, «Caracas se había convertido en el epicentro de la pandemia y uno debe de estar donde el deber reclama», recuerda este joven santiaguero que sigue fiel los postulados humanistas del inolvidable Comandante en Jefe Fidel, y que dignifica la Escuela Cubana de Medicina.

«Me siento honrado porque me dieron la oportunidad de estar aquí, en el Poliedro», enfatiza y rememora los desafíos que asumió –y asume- como miembro de la X Brigada del Contingente Ernesto Che Guevara, fundada por la Misión Médica Cubana en Venezuela para enfrentar los retos de la contingencia epidemiológica.

-¿Cómo ha sido el trabajo?

«Trabajamos una semana en zona roja y descansamos la siguiente, en cuarentena, claro está. Todo ha sido muy difícil frente a la Covid-19, pues ante sus agresivos síntomas la atención es muy personalizada y hay que estar constantemente evaluando los signos vitales para contrarrestar a tiempo cualquier indicio de descompensación.

«La Covid-19 tiene muchas señales que los pacientes no saben reconocer y cada enfermo se convierte en un mundo, pero para nosotros nada es imposible si está en riesgo la vida».

­-¿Cuál es el comportamiento de los enfermos?

«Algunos son muy renuentes al aislamiento que supone la permanencia en una instalación hospitalaria, porque  los inquietan muchos temores, incertidumbre sobre su evolución, expectativas de supervivencia frente a un padecimiento que puede causar la muerte.

«Aumenta la complejidad de las atenciones el hecho de que la recuperación requiere de muchos días en los que se debaten entre la vida y la muerte, con la zozobra y su impacto en el equilibrio emocional de las personas, pero trabajamos duro y generalmente todos se van contentos y a nosotros nos queda la satisfacción por las muestras de agradecimiento que nos dispensan los egresados».

-¿Los días más duros?

«La mayor cantidad de pacientes la tuvimos en septiembre, que fue el pico de contagios. La instalación en sus áreas interiores tiene 291 camas y todas estaban ocupadas, y llegué a trabajar con más de 60 enfermos y fue muy duro, pero no hay cómo describir nuestra alegría cuando el paciente se recupera y se va para su casa tranquilo, sano, agradecido de la atención recibida y consciente de que no va a contagiar a su familia, uno de los peligros de esta enfermedad».

-¿El retorno a Ciudad Bolívar?

«Todavía no. Decidí continuar aquí y estaré el tiempo que sea necesario. Los vecinos y mis colegas de allá están locos porque regrese, pero estoy trabajando en lo que me toca y eso también lo entienden, así que no hay agravios. Cuando venzamos a la Covid-19 retornaré con la satisfacción de haber cumplido con mi deber».

Ahora el doctor intensivista  Adrián Cala Márquez lleva en su pecho el Sello de Oro, distinción especialmente diseñada por la Oficina de Atención a las Misiones Sociales de Cuba en Venezuela y la Misión Médica Cubana para reconocer a los colaboradores más destacados en el enfrentamiento a la pandemia y «el compromiso crece», remarca.

Adrián y sus compatriotas son protagonistas, en zona roja, de acciones solidarias que contribuyen a paliar el impacto de esta enfermedad y muestran resultados enaltecedores del desempeño: más de mil 246 pacientes atendidos, de ellos 772  con PCR positivo, y con  índices de recuperación  del 85 por ciento y de letalidad del 0,2 por ciento.

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