Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De ayer a hoy

Autor:

Juan Morales Agüero

«Se lo digo yo, periodista, ¡cualquier tiempo pasado fue peor!», exclama con ácido semblante Justino el limpiabotas, mientras el trapo negro vuela entre sus manos negras sobre la negra piel de un mocasín. Medita, rememora, evoca… Luego vuelve a las andadas.

«A mí de antes no hay quien me haga cuentos, porque lo viví todo. Por ahí tengo un pedazo de periódico que dice lo que era Victoria de las Tunas antes de llegar Fidel. Déjeme buscarlo. A ver a ver a ver… Mire, aquí está… ¡Lea!», señala.

Dice, entre otras cosas, que, según el censo de 1953, la comarca oriental contaba con 225 873 habitantes y… ¡solo seis hospitales! Las camas de ingreso rondaban las 200 y dejaban fuera al sector rural, no obstante residir allí 164 576 seres humanos. Empero, 12 clínicas exclusivas ofertaban servicios a precios inasequibles. Los médicos no pasaban de 60, y la mayoría practicaba la medicina privada. Para los pobres, la municipalidad solamente dedicaba un presupuesto sanitario de 30 000 pesos.

Sigo «pegado» al recorte. Los analfabetos sobrepasaban los 35 000. En el campo la situación era aún más dramática, pues apenas existían escuelas. La cantidad de maestros era también tremendamente exigua, y casi todos carecían de la preparación necesaria para asumir el desafío de enfrentar la docencia. A la Universidad llegaban solamente algunos hijos de colonos ricos.

Continúo. Había seis ingenios azucareros, el último construido en 1915. Además, una planta de acopio de leche, una fábrica de galletas, otra de fideos, dos mataderos, una empacadora, varias panaderías artesanales… ¡y pare de contar! Desempleo, miseria, insalubridad, ignorancia, prostitución, juego, droga y represión constituían el sombrío óleo de aquel mal recordado período.

La situación, por cierto, no era franquicia exclusiva de Victoria de Las Tunas. ¡Era un mal nacional! Algo había que hacer en Cuba para ponerle coto e instaurar un sistema de justicia social «de los humildes, por los humildes y para los humildes», como diría Fidel después. Y se intentó: el 26 de julio de 1953 tuvo lugar, en el contexto referido, el asalto al cuartel Moncada.

El resto de la historia es conocido por los cubanos. Fidel y sus compañeros so-brevivientes fueron procesados por los sucesos de Santiago de Cuba, encarcelados y luego, ante la presión popular, amnistiados. Se exiliaron en México, desde donde organizaron la expedición del yate Granma. Desembarcaron por la costa sur de Oriente, combatieron contra el Ejército de Batista, sufrieron bajas, los 12 hombres que quedaron tomaron posesión de la Sierra Maestra y allí, junto con los campesinos de las montañas, fundaron el Ejército Rebelde que hizo la Revolución.

El panorama tunero actual carece de nexos con el de la etapa que reseña el recorte del limpiabotas Justino. Hoy tenemos más de medio millón de habitantes, 13 hospitales, miles de médicos, asilos de ancianos, hogares maternos, casas de niños sin amparo familiar, campañas de vacunación, una legión de maestros, escuelas de todo tipo, universidades… Ya no hay explotación, desempleo, miseria, represión, insalubridad, ignorancia, drogas, crímenes…

Estamos orgullosos de lo que somos, aún ante el acoso del enemigo de siempre. Sí, Las Tunas es hoy un óleo diferente. Aquel 26 de julio de 1953 propició estas realidades. Valió la pena luchar. Y habrá más. Porque cualquier tiempo futuro tiene que ser mejor.

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