Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La otra guerra

Autor:

Juan Morales Agüero

Acabo de eliminar definitivamente de mis contactos en las redes sociales a un antiguo conocido. En lo personal, no me ofendió, ni me agravió, ni me atacó ni me tildó de nada. Lo hice porque me turbó la mutación cerebral que ha sufrido desde que se fue «para allá». Ahora resulta que le alarman los destino de Cuba, llama dictadores a sus dirigentes y —¡válgame Dios!— asegura que esta isla indómita y rebelde no será libre hasta tanto los americanos no la invadan.

Con «amigos» de esta laya moral, no se precisa de enemigos. ¿Habrá dimensionado él la atrocidad que proponen sus perturbadas neuronas? ¿Habrá reparado en el baño de sangre que, de llegar a ocurrir, una agresión así causaría? ¿Habrá pensado en la suerte que correría su propia familia, aún radicada aquí? ¿Se puede esperar algo bueno de especímenes así? Excluirlo de mis amigos devino acto instintivo.

Esos provocadores proliferan en el heterogéneo y convulso mundillo de la red de redes. Merodean como guapetones por sus plataformas en busca de camorra —probablemente pagados por alguna agencia enemiga—, jamás con argumentos y siempre con un embuste en el directo. Son resentidos crónicos, con quienes no vale la pena gastar pólvora. Su irracionalidad ni siquiera merece el beneficio de la polémica. La mejor riposta es poner ante sus narices la colosal obra edificada de la Revolución y el apoyo popular a sus decisiones.

Ciertamente, el tema cubano obsesiona y perturba el sueño de nuestros enemigos ideológicos. Cada conquista o cada proyecto son sometidos a ciberataques por parte de sus sectores más recalcitrantes, fundamentalmente aquellos que se asientan en el sur de la Florida. Nada de lo que hacemos les parece correcto. Ni siquiera los aciertos en el combate contra la COVID-19 y la colaboración con otros países.

Basta navegar un rato por Facebook, YouTube o Twitter para confirmar con cuánta malevolencia pretenden quebrantar la unidad y fomentar la desesperanza de un pueblo que, con ejemplar estoicismo, sortea en cada jornada los aprietos y las privaciones provocados por el amo al cual ellos rinden cuentas. En su mezquina forma de sabotearnos evidencian un trabajo coordinado que, por lo peligroso de sus propósitos, sería equivocado e irresponsable tener a menos.

«Nosotros debemos ser capaces de generar también, ante todo esto, una estrategia de comunicación con rigor, utilizando incluso muchas de las herramientas que ellos emplean contra nosotros, pero también creando nuevas herramientas más ajustadas a nuestra realidad y a la singularidad de nuestro pueblo. De todos modos, no hay dudas de que la manera más efectiva de comunicar es hacer las cosas y hacerlas bien. Cuba, como pocos países de similar desarrollo, tiene la posibilidad de hacerlo bien», dijo recientemente ante el Consejo de Ministros el Presidente Miguel Díaz-Canel.

Buena parte de la lucha ideológica actual tiene como teatro de operaciones las redes sociales. Nuestros enemigos lo saben, y utilizan a malos cubanos como adalides de su labor de zapa. Son esos que permanecen agazapados a toda hora en las plataformas, en espera de que aparezca alguna noticia buena sobre Cuba para atacarla y descalificarla. O, como mi antiguo conocido, para proponer una invasión militar a la tierra donde un día, equivocadamente, nacieron.

«Hay mucho dinero corriendo, pero hay, además, laboratorios ideológicos detrás de todo esto, porque los nuevos terrenos de operación virtual y mediática han demostrado efectividad en cuanto a la manipulación y a desarmar ideológicamente a los pueblos en nuestra región y en el mundo. Nosotros debemos ser capaces de generar también, ante todo esto, una estrategia de comunicación con rigor, utilizando incluso muchas de las herramientas que ellos emplean contra nosotros, pero también creando nuevas herramientas más ajustadas a nuestra realidad y a la singularidad de nuestro pueblo», dijo nuestro Presidente en el citado discurso.

Jamás se ha atacado a Cuba con tantas falsedades. Nunca la tozudez por destruirnos alcanzó rango mayor. Han apelado a todos los recursos. Hace un tiempo atrás leí en un foro que un hombre fue despedido de su empleo en un banco de Miami porque su gerente descubrió que había dado click en un Me gusta de una página simpatizante de la Revolución Cubana. Después de este (mal) ejemplo, ya nada puede sorprendernos. Ni siquiera la absurda propuesta de una invasión a Cuba del antiguo conocido a quien eliminé de mis contactos.

 

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