Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La Lía que preocupa

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

A todos nos preocupa Lía, la adolescente que protagoniza una de las tramas más seguidas de la telenovela actual El rostro de los días. En verdad, más que inquietarnos la manera en la que se desenrollará la madeja de su historia, como resultado del guion a cuatro manos de Ángel Luis Martínez y Sergei Svoboda, a muchos nos intranquiliza saber que como ella, no pocas pueden vivir una situación similar y encontrarán en este personaje el referente más cercano para sentirse identificadas y asumir una solución.

Por eso nos preocupa Lía, porque su conflicto —o parte de él—, no ha sido quizá abordado de la mejor manera, y aunque sabemos de antemano que una telenovela es un producto ideado para entretener a partir de historias reales o no, no podemos ignorar el alcance que puede tener, desde el punto de vista educativo y orientador. No podemos ignorar, en definitiva, que lo que vemos en televisión, en muchos casos, nos ofrece las claves para «conectarnos» con la realidad.

Agradezco que se haya reflejado en esta novela el abuso sexual, y espero que la violación de la que fue víctima esta muchacha por su padrastro tenga un tratamiento correcto, a partir de la necesidad de que todos conozcamos el procedimiento a seguir en casos como estos. Pero, dejando a un lado este hecho, prefiero centrarme en la consecuencia que tuvo. No todos los embarazos en la adolescencia son el resultado de un ultraje de este tipo.

La preñez de Lía —como puede ser la de cualquier adolescente—, no puede abordarse de una manera equivocada porque son miles las Lía que ven la telenovela, y miles también las madres, las amigas y tías, las vecinas y hermanas… Temo que, ante un embarazo no planificado en la adolescencia (y a pesar de que es un tema frecuente en la prensa y otros ámbitos) todavía no se sepa qué hacer, a quién acudir, cómo afrontarlo.

Lo primero, y valoro que este producto audiovisual lo deje en evidencia, es la comunicación. Propiciarla entre padres e hijos, entre todos los miembros de la familia y sus adolescentes, es la base de todo cuanto puede saber y querer hacer ese menor con su vida. No es posible que las Lía le tengan más miedo a su propia madre que a asumir una situación de esa índole a solas.

Si la comunicación existe, mayor conocimiento tendrán las y los adolescentes con relación a sus derechos sexuales y reproductivos, más informados estarán con respecto a los medios de anticoncepción a emplear y, sobre todo, mejor preparados estarán para la asunción de actitudes que les impidan andar a la deriva y «dejarse sorprender».

La especialista de 2do. Grado en Pediatría, Francisca Cruz Sánchez, asesora del programa Nacional de Adolescencia del Ministerio de Salud Pública, insiste en que una adolescente tiene el derecho de asistir a una consulta, luego de saber de su gravidez mediante un test de embarazo o para querer saberlo, y decidir lo que desea hacer ante su confirmación. No deciden sus padres, no pueden obligarla a uno u otro camino… el personal de salud debe orientar y conversar, de manera clara y directa, sobre las posibilidades de interrumpir el embarazo o continuarlo, y si es preciso, el apoyo de un sicólogo es vital.

Su condición de menor de edad conlleva que sí estén sus padres o tutores legales presentes si la decisión es la interrupción que, no siendo vista como un método de anticoncepción ni exento de riesgos, es una alternativa ante la situación y además, un derecho de la mujer cubana. De este asunto; sin embargo, aún no se ha hablado en la telenovela.

Ingresar en un hogar materno no es el camino, pues en esta institución permanecen las gestantes de riesgo y las que viven en zonas rurales muy apartadas, las que requieren educación sanitaria o supervisión profesional ante un reposo o una conducta que pueda complicar su condición… Nunca una adolescente embarazada que aún no sepa qué decisión tomar.

Que las telenovelas o cualquier otro producto a difundir en los medios de comunicación tengan la asesoría idónea para evitar errores, omisiones o malinterpretaciones… Que la familia hable con sus menores y que ellos comprendan que no siempre sus coetáneos tienen las respuestas correctas… Que los adolescentes tengan a su disposición la información y los medios necesarios para saber decidir en cualquiera de los casos posibles… Que cada cual sepa discernir ante una telenovela.

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