Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Viralizar la confianza

Autor:

José Alejandro Rodríguez

A contrapelo de sus dolorosas secuelas, la Covid-19 ha abierto los ojos a los terrícolas de cuanta desmesura e irresponsabilidad han tironeado la convivencia humana, y la del hombre con la propia naturaleza de la cual, supuestamente, es el ser supremo.

Esta «peste bubónica» del siglo XXI nos ha revelado que la ilusión de progreso y desarrollo tiene las piernas muy endebles, y no podrá avanzar tal como está mal diseñado este mundo, en el ansia de hegemonía y rapacidad, y un  abismo cada vez mayor entre victoriosos y perdedores. En medio de sus avideces y desafueros, la civilización ha chocado estrepitosamente con su debilidad intrínseca porque, paradójicamente, la pandemia no distingue poderosos de mendigos; y ante la escalada de muerte, reaviva impúdicos conformismos malthusianos en quienes predican el sálvese quien pueda.

Sin vanaglorias chovinistas ni machacona propaganda, como cubano siento orgullo de la manera en que mi país, con tan maltrecha economía y un feroz cerco imperial, ha enfrentado esta pandemia. Habrá que reconocerle, aunque otros vituperen obsesivamente, con qué inteligencia y bondad, sin límite y fronteras, esta pequeña pero gran nación ha enfrentado el SARS-Cov-2 aquí y donde le soliciten, verbigracia brigada médica Henry Reeve.

Los éxitos palpables de la medicina y la sociedad cubanas ante la Covid-19, que ciertos rencorosos pretenden negar y desvirtuar, también nos han dejado sus evidencias. La primera de ellas es que el socialismo cubano, más allá de sus aún insatisfechas realidades, tiene un Estado fuerte (hegemónico según sus detractores), con capacidad de prever y organizar pensando en todos y sin los  compartimentos estancos de otros sistemas.

En otro sentido, también la Covid-19 nos ha puesto cara a cara, sin un margen de espera más, con las propias debilidades de la economía cubana, en las que se entrelazan la persecución minuciosa del bloqueo estadounidense y nuestras propias insuficiencias e inercias. La crudeza de la realidad nos ha revelado con más fuerza que en estos años ha sido lenta la plasmación en la práctica de transformaciones estructurales y funcionales decisivas, esbozadas en los Lineamientos y la conceptualización del modelo económico y social cubano. Que no podemos seguir insistiendo en los frenos a las fuerzas productivas, y ya es hora de frenarlos definitivamente.

Es el momento de integrar y eslabonar audaz y sistémicamente los cambios esbozados en la nueva estrategia pos-Covid-19, sin dejar espacio a las «resurrecciones burocratizantes» que tanto nos han afectado; y abrirles el camino al progreso y la autonomía a todos los actores económicos, estatales y no. Lo urge un socialismo que no puede repetir fórmulas ya fracasadas.

Del tratamiento de la Covid-19 también, en lo social y político, hay que extraer experiencias que pueden ser muy útiles en el campo de las técnicas de dirección, y en general para nuestra democracia: el seguimiento de los problemas día a día, y el estar constantemente en contacto con la realidad bien abajo, y con los estados de opinión. El legarles poder y autoridad a los ciudadanos en los asuntos que les conciernen directamente y el consultar sus criterios para la toma de decisiones.

En la esfera de la comunicación, en la cual el Gobierno central hace un énfasis especial, sobre todo en la retroalimentación cotidiana de los asuntos, la argumentación y el pensar entre todos, hay un buen trecho por ganar. Que la cultura de la interactividad, el convencimiento y el consenso inteligente llegue a ciertos estratos de base de la sociedad, donde todavía los métodos de ordeno y mando y la escasa respuesta a los ciudadanos contradicen los grandes propósitos de la República.

Sobrevienen a partir de ahora tiempos complejos, porque los cambios de peso  —y de pesos— serán fuertes y requerirán de reacomodos. Pero también de la manera inteligente en que se vertebren, sin dejar espacio a la cautela burocratizante y a la negación de la esperanza, pueden fortalecer el factor subjetivo, que tanto decide a favor del futuro si se «viraliza» la confianza en las decisiones y se gana tiempo.

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