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Mente sana: la mejor defensa

Cuando todo parece girar alrededor de la pandemia actual, la Sicología propone fortalecer nuestro sistema inmune con una buena salud mental

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Les pusieron un brazo de goma en lugar del suyo, que apoyaba sobre la mesa. Luego clavaron una aguja en ese brazo falso. Minutos después, otra aguja punzaba su brazo real. Llevaba a su torrente sanguíneo un compuesto de histaminas capaces de provocar una reacción alérgica.

En la segunda parte del experimento ambos brazos reales tuvieron que ser inyectados con el histamínico. La respuesta los dejó boquiabiertos. Cuando tenía un brazo escondido, y solo recibieron un pinchazo, presentó una reacción alérgica mucho más grave que al recibir ambas inyecciones. El cerebro había interpretado que al ser inyectado solo un brazo, no debía activar defensas «para el otro lado». ¿La consecuencia? El sistema inmune fue menos efectivo tan solo por lo que estaban viendo los ojos.

Los antiguos yoguis hindúes intentaban conectar la paz mental con la del cuerpo; los griegos, incluso antes, hablaban de mente sana en cuerpo sano, y un antiquísimo libro judío rezaba: «El corazón alegre hará bien como una medicina; mas el espíritu triste seca los huesos»… ¿Qué misterio conecta nuestras mentes con todo nuestro cuerpo? ¿Será científicamente comprobable?

En los tiempos que corren, vale la pena salirnos de las obsesiones y temores que nos circundan para darle un remanso de calma a nuestras mentes. Sobre todo, si de ello también depende la fortaleza de nuestros sistemas inmunitarios. ¿Será que sí?

Neuroinmunología: crítica de la razón pura

No se asuste, amigo lector, no nos hemos cambiado al bando de los que prefieren los engaños mágicos por sobre la ciencia verdadera. Pero lo cierto es que desde hace varios años, los neurólogos han venido reincorporando el concepto de que la mente humana es parte de una compleja relación con el cuerpo, algo que la filosofía cartesiana había vuelto un prejuicio.

El experimento que comentábamos antes, realizado por investigadores de la Universidad de Australia del Sur hace cinco años, es solo uno en el mar de hallazgos sobre la interconexión de emociones y cuerpo.

En 2016, el profesor Ed Bullmore, director de Siquiatría de la Universidad de Cambridge, llevó a cabo un estudio que demostraba que el sistema inmune alterado podía generar sensaciones de depresión. Y desde hace varios años, la revelación de células intestinales similares a las neuronas y su repercusión en nuestros estados de ánimo han hecho que muchos hablen de un «segundo cerebro», que puede provocar que el estado intestinal nos alegre o entristezca.

A estas alturas de la Medicina, los descubrimientos comprobados de los problemas físicos que puede generar el estrés son otra verdad aceptada por la comunidad científica.

Apenas en 2017, por ejemplo, la Sociedad española para el estudio de la ansiedad y el estrés (SEAS) comprobaba que el 53 por ciento de los españoles con estrés desarrollaba también una enfermedad física o problemas síquicos a largo plazo.

Dolor de cabeza, fatiga, problemas de sueño, cambios en el apetito sexual, hábitos alimentarios desordenados, pueden llegar a convertirse en trastornos de ansiedad, y a partir de ahí, los efectos en el cuerpo son de esperar.

Adrenalina, cortisol y respiración

El poder del estado mental sobre nuestro cuerpo proviene, no de magias ni encantos, sino de la adrenalina y el cortisol, hormonas que son liberadas en situaciones de tensión.

En una dosis saludable, nos ayudan a activar planes de escape del peligro, pero si se quedan más de lo debido en nuestro cuerpo, sin sentido real, se acumulan y dan paso a todo tipo de problemas.

«Hay una creciente evidencia de vínculos entre un mal manejo del estrés y las enfermedades físicas», afirma el doctor Daniel K. Hall-Flavin en la página web de la Clínica Mayo. Pueden afectar y debilitar distintos órganos o partes del cuerpo, explica el American Institute of Stress (AIS), y como al estar alterados, respiramos con mayor rapidez, son las infecciones respiratorias las que primero rebasan nuestro sistema defensivo.

La sicóloga Kristin Hadfield, de la Universidad de Queen Mary en Londres, lo explicaba a BBC Mundo de modo más preciso: puesto que los virus descansan en todas las superficies con las que hacemos contacto, «el estrés tiene una gran cantidad de efectos negativos en nuestro cuerpo, pero cuando estás estresado, eres más susceptible de contraer enfermedades virales», porque son estas las que están en todos lados.

La gripe y el resfriado común son las más comunes acompañantes del estrés, pero por si fuera poco, experimentos con muestras poblacionales han demostrado que el estrés también puede aumentar el tiempo que toma recuperarse de una enfermedad o lesión.

Un manejo saludable del estrés

Hay mucho que sí puedes hacer para un manejo sano del estrés, y con ello, fortalecer tu sistema defensivo propio.

Noemí Díaz Marroquín, terapeuta familiar y de pareja, además de docente de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México aconseja desde sus redes trabajar por la armonía en el hogar de modo consciente, mantener pensamientos positivos y recordar que esto va a pasar. Mantener contacto con nuestra red de apoyo, ya sea vía telefónica, videochat, sms, o correo electrónico.

Limitar a un horario del día el tema del nuevo coronavirus: elegir una hora del día para actualizarse e informarse es crucial para que nuestra mente descanse y se reponga de tensiones constantes. Las quejas sobre la pandemia, de ser posible, deben limitarse también a esa «hora de información sobre el virus», pues podrían volver el ambiente muy estresante.

La especialista también recomienda «distribuir las labores del hogar y el cuidado de los otros en forma equitativa» cada día. Si es posible, en las noches o las mañanas dejar la distribución de deberes de cada miembro del núcleo escrita, aportará un ambiente de orden y armonía sin recargar a uno con toda la presión del trabajo doméstico.

Algo que disfrutemos debe ocupar el tiempo libre, explica Díaz: «Busca tu momento diario para hacer deporte en casa y que cada uno proponga algún juego en pareja o en familia para realizar: juegos de mesa, disfrazarse, hacer entre todos una obra de teatro o sketches de humor para grabar y enviar a la familia». En el caso de los creyentes, quienes se hallan alejados de sus grupos de fe, un momento de oración, lectura de sus textos, o de llamadas con sus correligionarios es útil para bajar niveles de cortisol en sangre.

Mantener momentos de privacidad individual y otros de privacidad en pareja también es necesario. Limite en ese momento la interacción con otros miembros y reclame sanamente su espacio.

Ayudar a otros también genera sensaciones de calma y satisfacción, así que si sabes coser, puedes hacer nasobucos; si tienes conexión digital, puedes enviar mensajes de aliento o informar; piensa en todas las maneras en que puedes mantener contacto que ayude a otros, y asúmelo como un hobby que bajará tu nivel de estrés.

Hacer ejercicios, aun en cápsulas de pocos minutos o una rutina breve. Se ha demostrado que al menos 150 minutos de ejercicio físico semanal mejora de modo relevante la calidad de vida y la salud mental, al igual que la lectura, la música, los hobbies y el baile.

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