Dos estudios desde un ángulo innovador aportan posibles tratamientos contra etapas tempranas del cáncer
Para los editores de prensa es un enorme placer ver en prueba de imprenta la página de una noticia positiva entre tanto marasmo de negatividad que hoy abunda. Y para los científicos que pasan meses o años insistiendo en investigar problemas que parecen eternos, debe ser aún más placentero ver bajo el microscopio que las células de una enfermedad mortal son devoradas por vez primera.
Pero hay un tercer grupo más complacido de buenas noticias como las que hoy compartimos, es precisamente el grupo de quienes sufren de enfermedades complejas y han vivido en carne propia sus amarguras.
Por eso son triplemente felices los avances de un equipo de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido, cuyos miembros han dado en fases primarias con un fármaco capaz de atacar las células cancerosas y bacterianas sin causar daño a tejido sano.
Según se detalla en un estudio sobre el tema publicado por Nature Communications a fines de mayo, el experimento se llevó a cabo en peces cebra y células humanas, y se halla aún en etapas iniciáticas, pero con prometedores resultados. El medicamento —integrado por una molécula SeNBD que destruye células cancerosas y un compuesto químico alimenticio— actuaría como un «caballo de Troya», engañando a las células malignas para que la ingieran, y destruyéndolas desde el interior.
Los autores del ensayo precisaron a la revista especializada que las células cancerosas son vulnerables a este fármaco porque necesitan consumir grandes cantidades de alimentos para obtener energía, por lo que al combinar la molécula SeNBD con un compuesto químico alimenticio se obtiene la «presa ideal para las células dañinas», que la ingieren «ingenuamente».
Otra de las ventajas de este posible tratamiento del futuro es la naturaleza fotosensible de la molécula SeNBD. Al activarse con la luz, puede ser manejada con precisión cuando es expuesta a una fuente lumínica por el especialista que aplique el fármaco.
En el estudio publicado por Nature Comunications se subraya que, gracias a esa característica, un cirujano podría decidir exactamente cuándo quiere activar el fármaco, reduciendo las posibilidades de que destruya tejidos sanos y evitando efectos secundarios como, por ejemplo, la tan traumática caída del cabello de quienes se someten a tratamientos tradicionales contra el cáncer.
«Esta investigación representa un avance importante en el diseño de nuevas terapias que pueden activarse simplemente mediante irradiación de luz, que generalmente es muy segura», dice Marc Vendrell, autor principal del estudio.
«La SeNBD es uno de los fotosensibilizadores más pequeños jamás desarrollados, y su uso como caballo de Troya abre muchas nuevas oportunidades en la medicina intervencionista para matar células dañinas sin afectar el tejido sano circundante».
Por su parte, Sam Benson, investigador posdoctoral de la Universidad de Edimburgo, destacó la efectividad de la droga al señalar que se administra directamente a través de la «puerta de entrada de la célula», en lugar de tener que «encontrar una manera de atravesar sus defensas», pues al ser directamente ingerida por la célula bacteriana o cancerosa, hay todo un paso de ventaja con respecto a otros tratamientos.
Pese a los alentadores resultados del experimento, los investigadores concluyen que aún se necesitan más estudios para confirmar si es un método seguro para etapas tempranas el cáncer, o incluso para contrarrestar bacterias resistentes.
Estos tratamientos han sido comparados con el mito del caballo de Troya porque asumen un arriesgado punto de vista: destruir el cáncer desde dentro. Foto: Hans Rohmann/ Pixabay.
También por estos días se ha anunciado otro tratamiento en fase de prueba que elimina tumores desde dentro. Se trata de un ensayo de investigadores de la Universidad de Zúrich, quienes han modificado un adenovirus respiratorio común —un tipo de virus respiratorio que a menudo se emplea en tratamientos médicos como mecanismo de administración― para que se inserte en las células tumorales y suministre genes para diversos tratamientos.
Estos genes engañan a las células tumorales para que produzcan anticuerpos terapéuticos, lo que hace que se eliminen.
Es otro aporte a la ya muy avanzada inmunoterapia, una técnica por la cual se provoca una reacción del propio organismo hacia las células malignas.
A diferencia de la quimioterapia o la radioterapia, este método no daña las células sanas y una vez dentro de las células tumorales, los genes suministrados sirven de modelo para los anticuerpos terapéuticos, las citoquinas y otras sustancias de señalización, que son producidas por las propias células cancerosas y actúan para eliminar los tumores desde dentro.
Los investigadores esperan que esta técnica, denominada Shread en inglés (shielded, retargeted adenovirus), pueda incluso ayudar en las terapias relacionadas con la COVID–19 al permitir que los genes lleguen directamente a los pulmones.
«Engañamos al tumor para que se elimine a sí mismo mediante la producción de agentes anticancerígenos por parte de sus propias células», explica la becaria posdoctoral Sheena Smith, una de las autoras del estudio, según el comunicado de prensa de la Universidad de Zúrich.
«Los agentes terapéuticos, como los anticuerpos terapéuticos o las sustancias de señalización, permanecen en su mayor parte en el lugar del cuerpo donde se necesitan, en lugar de extenderse por el torrente sanguíneo, donde pueden dañar los órganos y tejidos sanos», aseguró, por su parte, el jefe del grupo de investigación, Andreas Plueckthun.
En ambos tratamientos que se estudian hoy, hay un denominador común muy esperanzador, podríamos decir que el hecho de engañar a las células malignas para deshacerlas desde dentro, pero preferimos mencionar la persistencia científica por hallar nuevos caminos de vulnerabilidad en ese gigante demoledor que es el cáncer.
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