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Clima para el amor

Se acaba el 2006, y tal vez con él termine un proyecto, una historia, un amor... Para otros es el momento de reflexionar sobre una supuesta «estación de invierno» en su relación, que quizá no sea tan inevitable Pregunte sin pena Sabias que...

Autor:

Mayte María Jiménez

¿Olvidar el pasado? ¿Conocer un nuevo amor? ¿Dar calor a esa angustia que atravesamos con el ser querido... o simplemente esperar a que con el venidero año se aleje sola esta «fría estación» de desencuentros?

No pocos creen que en el amor, tal como en la naturaleza, a la floreciente primavera del inicio y el caluroso verano de la pasión, seguirán inevitables momentos de crisis, anunciando el invierno de la relación.

En el mejor de los casos, estas personas fatalistas tratan de dejar atrás ese estado sin analizar las causas de tal enfriamiento, confiados en la renovación que suponen vendrá, ya sea con la pareja actual o con una nueva.

Tal solución parece sencilla. Sin embargo, esta pasividad puede llevar a decisiones incorrectas cuando encierra capítulos de arrepentimiento o de reflexiones tardías, cuando se comprenda que nada se renueva por espontánea solución.

¿ESTACIONES CÍCLICAS?

La doctora Imilse Arrúe Hernández, psicóloga y terapeuta del Centro Nacional de Educación Sexual, asegura que no existen esas llamadas estaciones cíclicas del amor.

Según ella, toda pareja estable atraviesa por etapas más o menos similares que van desde el período inicial de enamoramiento (entre seis meses y tres años), hasta el amor propiamente dicho, definido como un sentimiento intenso en el que se alcanza el pleno conocimiento del ser querido.

Para llegar hasta ahí es imprescindible proponerse una visión integral de la persona que despierta nuestro interés. Establecer con ella afectos compartidos y mantener el respeto fomentará vínculos duraderos y sinceros, que van más allá de la relación erótica.

Ello no significa —aclara la especialista— que este último punto sea menos importante, sino que para lograr el máximo galardón es necesaria una combinación armoniosa de amistad y ternura junto al reconocimiento del sujeto en su individualidad y, dentro de él, de su erotismo.

En una situación «ideal», de permanente calidez, las vivencias en pareja reflejan estados afectivos vinculados a las necesidades fundamentales de ambos individuos.

Este elemento sí define al amor, junto a otros intereses como el deslumbramiento físico o psicológico inicial y más tarde el cariño y la cordialidad nacidos del hábito.

Tales ingredientes se refuerzan con un proyecto de vida en común y la existencia de un sistema de objetivos a corto, mediano o largo plazo, resultado de la reelaboración y procesamiento conjunto de los principales intereses de cada mitad.

Construir momentos juntos, de­ partir equitativamente con la familia y los amigos de ambos, también es parte importante de esa cotidianidad, pues no es correcto que uno de los dos deje a un lado su vida social para satisfacer al otro.

Y no se trata solo de esperar a que la pareja nos «descubra» por su cuenta: hay que aprender a decir lo que nos gusta, con qué nos sentimos mejor, y con qué no.

Esto supone a veces vencer la timidez u otra característica de esas que levantan barreras en los menos «atrevidos» para hablar de lo que desean, y por ende la otra «mitad» deberá ayudarle a afrontar tales temores.

AÑO LLENO DE TENSIONES

Para muchos lectores de los que han acudido este año a nuestra página, 2006 fue un año lleno de tensiones, en el que experimentaron cambios de ambiente social, laboral, estudiantil o familiar que desequilibraron sus vidas amorosas.

En estos casos la comunicación ha sido un factor importante para que las transformaciones, aun las más imperceptibles, no dieran al traste con la relación.

Cuando la meta es el verdadero amor se necesita un proceso de acercamiento, de complementación mutua, en el que se acepten avances y retrocesos con una flexibilidad perenne, sin imposición de nuevos o añejos moldes.

De ambos depende manejar las circunstancias revolucionarias y mantener la línea de respeto y cariño, para lograr un saldo enriquecedor cuando termine el ajuste.

Las diferencias no tienen que llevar necesariamente a la separación. Y si la ruptura resulta inevitable, que la experiencia de este «invierno» sea provechosa a la hora de elegir una nueva pareja.

Puede que 2007 traiga esa esperanza. Esa persona especial con la que soñamos de seguro llegará, o tal vez ya está en nuestra vida y es preciso estar listos para descubrirla a tiempo.

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