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En busca de un espacio… también en el cine

Un documental de la realizadora Marilyn Solaya rescata historias de mujeres que en la primera mitad del siglo XX marcaron pautas en la sociedad cubana en ámbitos como la política, la educación, la familia y la prensa

Autor:

Jorge Sánchez Armas

Igualdad para la mujer es progreso para todos.

Ban Ki-moon, ex secretario general de las Naciones Unidas.

 

Entre las obras que concursan este año en el Festival Internacional de Cine de La Habana se destaca un documental de la realizadora Marilyn Solaya, en el que se rescatan historias de mujeres que en la primera mitad del siglo XX marcaron pautas en la sociedad cubana en ámbitos como la política, la educación, la familia y la prensa, entre otros.

En busca de un espacio —el cual se presentará el lunes 9,  a las 3 de la tarde en el cine Riviera— se basa en un libro homónimo del Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, quien es a su vez uno de los entrevistados, junto a la Doctora Norma Vasallo y las investigadoras Daysi Rubiera, Gisela Arandia y Yamila González.

La exhaustiva búsqueda bibliográfica en que se cimentaron el documental y el libro que lo precedió, superó el marco de ambos productos y generó un amplio fondo digitalizado de fotografías y documentos de aquella época, testigos de lujo para entender los hitos del batallar cívico feminista en nuestro país y sus estrategias para vencer resistencias internas y externas adaptando metas, lenguajes y alianzas a los contextos socioculturales de cada momento histórico.  

Más allá de los valores artísticos que el público habanero supo aplaudir en junio pasado durante el estreno en el Chaplin (a sala llena), el material prepara el camino para un sueño más ambicioso: una película de ficción histórica que se llamará Todas (como la productora fílmica que encabeza Solaya), y retomará entre los roles protagónicos a actrices como Isabel Santos, Amada Morado y Andrea Doimeadiós.

Cámaras patriarcales  

¿Saben cuántas directoras de cine tiene Cuba actualmente? Probablemente no, porque de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, ubicada en San Antonio de los Baños, y de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación (Famca) de la Universidad de las Artes (aún conocida como ISA), cada año egresan decenas de muchachas de todas las especialidades, pero muy pocas desempeñan puestos decisivos. De hecho, solo tres mujeres han logrado dirigir largometrajes producidos por el Icaic hasta la fecha: Sara Gómez (De cierta manera, 1977), Rebeca Chávez (Ciudad en Rojo, 2004) y la propia Solaya (Vestido de novia, 2014). ¡Y ninguna ha logrado encabezar un segundo filme, a pesar de entregar interesantes proyectos!

Tal desbalance ha salido a relucir en debates de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), en cursos de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales y en los encuentros sobre género y comunicación que convoca la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba), además de otros espacios de reflexión sobre el arte cinematográfico contemporáneo. 

Marilyn Solaya, realizadora del documental.

Al respecto, Solaya escribió en su perfil de Facebook: «La apropiación del discurso cinematográfico por parte de uno de los sexos, según datos de las expertas, se traduce en una falta de pluralidad de las voces que cuentan historias. No solo influye en las mujeres detrás de las cámaras que no pueden desarrollar sus carreras, sino en la sociedad completa. Y no solo porque estamos silenciando las voces y las miradas de la mitad de la humanidad, sino porque esa carencia embrutece a la humanidad en su conjunto».

En busca de un espacio hilvana narrativas y visualidades que enaltecen, sin santificar, a las pioneras de una gesta aún inconclusa en Iberoamérica, en tanto algunos de esos derechos llevan más de una centuria esperando que las sociedades «estén preparadas» para su ejercicio efectivo, por ley y de manera cotidiana.

Acompañan las imágenes de esas cubanas del pasado siglo los cantos a viva voz de mujeres actuales que se movilizan en diversas partes del mundo, buscando su propio espacio de justicia. Es una metáfora que estremece y a la vez sirve de alerta cuando los países se desestabilizan, política o económicamente, las primeras garantías en ser pisoteadas son las de las mujeres, en especial si se las dan por hechas y se olvida el sacrificio de quienes pasaron décadas para conquistarlas, contra vientos discriminatorios y mareas de incomprensión patriarcal.

 

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