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Ante la Fibromialgia, levantar la esperanza

La Fibromialgia es un síndrome músculo-esquelético crónico, caracterizado por un dolor generalizado que no puede asociarse a otras causas. Desde el punto de vista epidemiológico, se estima que la padece el dos por ciento de la población, siendo las mujeres las más afectadas

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

La salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás es nada.

                                   Schopenhauer

 

La Fibromialgia (FM) es un síndrome músculo-esquelético crónico, caracterizado por un dolor generalizado que no puede asociarse a otras causas. Entre sus consecuencias más severas se cuentan los trastornos del sueño, fatiga, cansancio, ansiedad, disminución de la capacidad intelectual y alteraciones en la esfera sexual.

 Desde el punto de vista epidemiológico, se estima que la padece el dos por ciento de la población, siendo las mujeres las más afectadas (entre el 73 y el 88 por ciento de los casos conocidos cada año). El rango de edades en que más se reporta es entre los 34 y los 57 años, pero se conocen casos de adolescentes y personas de la tercera edad.

Según estudios reportados en la Revista Cubana de Reumatología y en otros internacionales, la afectación de la vida sexual y de la convivencia se manifiesta a partir de la dificultad para mantener relaciones sexuales satisfactorias, lo cual puede dar pie a la desilusión, la tristeza o la frustración, tanto en quien padece la FM como en su pareja sexual.

 Un ámbito que puede verse afectado es el de la comunicación, si las recriminaciones sustituyen a las frases que expresan cuánto se gustan o se quieren. A la par se resiente la comunicación extraverbal porque no se prodigan caricias, toques o gestos de ternura. Ya sea por resentimiento o por miedo al dolor que pudieran causar esas muestras de afecto, el resultado es el distanciamiento progresivo.

Entre las quejas más comunes planteadas por todo tipo de pacientes de FM están la inapetencia sexual y la disfunción orgásmica, condicionadas ambas en la mayoría de los casos por causas médicas relacionadas con los dolores propios de la enfermedad, la edad avanzada, algún desequilibrio hormonal y efectos secundarios a los fármacos.

También hay causas emocionales, como la depresión, la ansiedad y el estrés que se agudizan con estos malestares, sin descartar las asociadas a un mal aprendizaje de la sexualidad, como la inhibición sociocultural y la falta de información respecto a la actividad sexual. Pero no puede negarse que el dolor sostenido provoca dificultades para la concentración, incapacidad de relajarse y excesivo control de la excitación, muchas veces por el miedo al fracaso.

Quiero y no puedo

Para muchas mujeres la FM suele asociarse a vaginismo: una contractura del tercio anterior de la vagina que impide la penetración. Este puede tener su base en el miedo que provoca el coito doloroso (dispaurenia) o el propio dolor de la FM. En los hombres se presenta cierto equivalente de dolor en el pene, y en ambos casos los músculos de la zona pélvica pueden responder con dolor a los estímulos.

Con todo lo anterior se deduce que es frecuente para pacientes de FM enfrentar tensiones durante la actividad sexual, y por tanto cierta tendencia a evitarla. Eso provoca retraimiento, y si no buscan apoyo es porque piensan que nadie puede entender su dolor (o no le creerían), así que se encierran en su pena, dejando de comunicar a su pareja las dificultades que tienen a lo largo del día, en especial si el diálogo ha sido sustituido por reproches, descargas de malhumor y discusiones.

Esperanzas

El abordaje de la disfunción sexual debe estar en la mente de todo el personal médico implicado en el tratamiento de pacientes con FM, y valga aclarar que aunque la especialidad de Reumatología tiene un gran peso en ello, se trata de equipos multidisciplinarios que incluyen profesionales de Rehabilitación Física y Sicología, capaces de evaluar aspectos físicos y emocionales y proponer terapias que enriquezcan la experiencia sexual o reactiven el interés perdido.

En esa cuerda es importante potenciar la comunicación y favorecer la sensualidad, para lo cual son oportunos algunos ejercicios que ayudan a relajarse y disfrutar de manera más placentera la experiencia erótica.

Los tratamientos incluyen medicamentos y cuidados personales que reducen los síntomas y mejoran el estado de salud general. La fisioterapia aporta ejercicios para incrementar la fuerza, flexibilidad y resistencia de los músculos. En particular los ejercicios en agua suelen ser muy beneficiosos.

 También la acupuntura ha demostrado ser una terapia muy efectiva para abordar la FM, así como la práctica de yoga y meditación, que facilitan una respuesta más armónica de cuerpo y mente para asimilar el dolor y las limitaciones cotidianas.

 La terapia ocupacional ayuda a realizar ajustes en el entorno de trabajo o en la manera de realizar ciertas tareas, lo cual reduce el estrés y predispone para el goce de la vida, y un buen asesoramiento sicológico fortalece la autoconfianza y permite la adquisición de estrategias para lidiar con esta dolorosa condición, propia o de la pareja.

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