Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Pregunte sin pena

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Y.C.: Soy padre de cuatro niños, casado y con una relación extramatrimonial. El problema es que con mi esposa tengo eyaculación precoz y con mi otra pareja no he podido tener relaciones sexuales, por no haber logrado una erección fuerte. Esta mujer me encanta, solo que no sé qué me sucede. Puede usted orientarme. Tengo 38 años.

¿Qué podría estar impidiéndote mantenerte con una y comenzar con otra en la intimidad erótica? Tu miembro viril se hace cargo de aquello que «te sucede», y así como poco o nada quieres saber de eso, poco o nada funciona en pos de sostener el lazo carnal con mujeres.

Si con una los finales se precipitan y con la otra todo se posterga, es posible que ambas dificultades estén más vinculadas de lo que parece.

A ninguna le permites el clímax coital, como tampoco te entregas al deseo. De tanto controlar, algo se sale de control. De tanto poseer, algo se escapa.

Tal vez mantener cuatro hijos y una maternal esposa que tanto tolera, es tan importante que no quieres arriesgarlo más. Quizá te asusta entregarte a lo que te «encanta», que no puedes dar un paso. Es posible que sean otras tus razones. Es preciso comprender mejor la relación que guardan esas dificultades contigo mismo, para discernir qué hacer.

Por otra parte, llama la atención que comiences presentándote como alguien que es padre casado en primer lugar, y con una relación extramatrimonial que no define nada de lo que eres. ¿Qué representa eso para ti? ¿Qué relación tiene este orden con la situación en que llegas a darle algo precozmente a la esposa, pero ni siquiera eso a la encantadora del último puesto?

Como ves no se trata solo de retardar la eyaculación o lograr una buena erección, sino de arreglarte con lo que representan estas mujeres para ti, hasta poder entregarte al galope desafiante de cada encuentro. Consultar un sicólogo puede ayudarte a esclarecer tu situación y decidir sin que tu cuerpo lo haga por ti.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica

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