L.P.: Llevo cinco años con mi pareja. Al principio las relaciones sexuales eran normales, pero hace un tiempo son dolorosas. Fui al médico y me dice que está todo normal físicamente, y sigue siendo doloroso el contacto sexual. ¿Qué es lo que me pasa? Tengo 22 años.
¿Qué pasa que soporta el dolor sin negarse, sin parar, sin introducir en el juego algo que le guste más? Esta sería una primera interrogación, cuya respuesta podría encontrar al hablar libremente del tema con un profesional. Las relaciones sexuales dolorosas (dispareunia) son tratadas por equipos multidisciplinarios que incluyen sicólogos y siquiatras, entre otras especialidades.
No duele por la existencia de alguna lesión en tus genitales, si seguimos lo dicho por el médico. En cambio, no se están dando las condiciones para que el cuerpo disfrute. La lubricación vaginal, elevación del útero, flexibilidad de la cavidad y otros cambios indican cuando puede ocurrir una penetración placentera. Resuenan en el cuerpo los besos, caricias, movimientos, palabras que excitan y el goce debe continuar después de la penetración. Al menos debe recuperarse si se pierde por alguna razón.
Tanto dolor indica que no hay estimulación placentera. Su cuerpo necesita algo más, diferente, excitante. Apresurarse solo aviva ese sufrimiento. A veces se quiere contentar al compañero o alimentar una imagen de nosotras mismas y no se sabe cómo parar. En ocasiones, alguna satisfacción surge de la punzante experiencia o se continúa con la esperanza de que algo cambie por el camino. El dolor es respuesta a algo que dejó de funcionar hace un tiempo, algo que debe ser analizado, pues por alguna razón duele en tu cuerpo, y debe tratarse en la relación o en soledad cuando te preguntes qué deseas.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica
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