Aunque ya no soy joven, deseo que me ayude a ver si puedo tener relaciones de calidad. Le achacaba mis fracasos a mi madre porque me infundía miedo al hablar de sexo
T.C.: Aunque ya no soy joven, deseo que me ayude a ver si puedo tener relaciones de calidad. Le achacaba mis fracasos a mi madre porque me infundía miedo al hablar de sexo. Fui demasiado obediente, aunque en otras cosas no tanto. Yo exijo que el hombre me guste, pero me cuesta besar y entregarme, me falta «salsa». Mi primera relación sexual fue a los 41 años. No me fue mal, aunque a él no le gusté y se fue. No me siento tan dependiente de relaciones sexuales para vivir. Sin embargo, reconozco que sigo sin facilidades para «ligar».
¿Estarías dispuesta a pagar lo que te cuesta besar? Antes, cuando llegaba el momento de la proximidad física lo evitabas y ellos terminaban partiendo. Ahora constataste que no te va mal. No hay que temer en exceso. Ahora, más preparada, podrás ligar tu alma a la de otro y regalarte la oportunidad.
Cada persona tiene su propia «salsa» cuando se permite mezclar lo propio con lo ajeno, lo seguro con lo incierto, lo trillado con lo desconocido, y cocerlo al fuego de sus afectos. Una relación de calidad lleva trabajo subjetivo. Si bien al principio puede haber atracción, en tanto la otra persona tenga algo que nos seduce y devuelva cierta alegría de vivir, ese es solo un inicio. Luego hay que ir asumiendo los costos de la entrega, el riesgo del amor, la responsabilidad de hacerse cargo de la propia existencia sin pedir al otro que abandone sus prioridades.
En una relación, el amor no basta. Confrontamos partes de nosotros y del otro que nos cuesta aceptar. Desde el primer beso, cada placer recibido se enlaza a una entrega propia. Ganamos y cedemos. Aseguramos y arriesgamos. Ya sabes que puedes vivir feliz sin pareja, y también has descubierto que hacer el amor es solo un paso, que entre muchos más, permite crear ese lazo especial de una relación amorosa de calidad.
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