Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Médicos cubanos se ganan el amor de los indonesios

La Brigada Médica Cubana lleva más de dos meses en la Isla de Java ayudando a eliminar enfermedades y traumas por los efectos del terremoto

Autor:

Liurka Rodríguez Barrios

Java, Indonesia.— Amanece entre volcanes y montañas. Sus hombres y mujeres se dedican al cultivo del arroz. Los niños van a la escuela, con su uniforme blanco y rojo, en filas, a cada extremo del camino estrecho. Los mercados pregonan en el más atractivo silencio la verdura fresca y frutos acabados de recolectar. La mañana avanza. Miradas y tropiezos completan sueños.

La tarde desaparece sin sospecharlo, al tiempo que jóvenes apuran el paso para no perder la luz en los campos de fútbol. Los labradores acomodan los instrumentos de trabajo y la noche no ofrece más alternativa que su propia oscuridad.

Y quién podía imaginar que un desastre natural alteraría la rutina de un lugar que, al parecer, había vivido siempre la misma historia. Fue en la madrugada, la tierra tembló y en un minuto se llenó de escombros…

DEFENSORES DE LA SALUD Y LA VIDA

La Brigada Médica Cubana ya cuenta más de dos meses de labor en la Isla de Java. Cada vez se tejen más vivencias y se habla de la estela que han dejado los cooperantes en el corazón de sus pobladores y de otros que vienen desde lejos.

Los pacientes de menos edad son una preocupación constante y muy rápido sensibilizan a nuestros médicos y enfermeros. A la enfermera Tomasa, por ejemplo, le llaman «mamá», identifican su voz y no descansan hasta atraparle los brazos en una escena de ternura sin par.

Pocos han podido borrar la imagen de la lactante con una dermatitis en fase muy avanzada y de difícil pronóstico. Sin embargo, su piel curada, devuelta su suavidad, no ofrecía, al cabo de una semana, ni el menor indicio de una infección.

El pediatra Julio Sánchez relata emocionado el feliz término de cada tratamiento. «Los pequeñines llegan asustados, lloran y luego sonríen. Recuerdo al niño de nueve años de doble patología: osteomielitis y neumonía. Logramos desaparecer esta última con antibióticos y luego se intervino quirúrgicamente».

Carlos Herrera de la Fe, especialista en ortopedia, resume su caso más antiguo en Indonesia. «A Andri, un niño víctima del terremoto y con una sepsis en el borde de la herida, hubo que retirarle las láminas de la cadera con las que había arribado. Varias veces se le hizo cura bajo anestesia. Luego de más de un mes de estancia, aunque su pronóstico es reservado, su recuperación es satisfactoria».

Psicoterapia de apoyo y varios encuentros, fueron la mejor receta que encontró la pediatra Tania Martínez para la enuresis regresiva de un paciente de nueve años, conocida como emisión involuntaria de orina, fundamentalmente durante el sueño. «Quedó muy traumatizado por los efectos del terremoto y con ese comportamiento expresaba su inseguridad ante el medio. Ya lleva dos semanas ininterrumpidas sin orinarse en la cama y se siente más tranquilo».

VENCEDORES DEL DOLOR

Los ancianos también acuden con frecuencia. Resistieron menos los embates del sismo. No obstante, no dejan de encontrar otro impulso u otra razón de existencia, gracias a la atención de los médicos cubanos.

«Son excelentes, atienden con paciencia y siguen atentos a la evolución de cada afectado». Así habló con franqueza la familia de un anciano quien, ante la inminencia de perderlo todo, quiso participar del acomodo de sus ruinas y terminó con hernia. Dicho campesino, de casi un siglo, fue intervenido con éxito en el Hospital Cubano de Campaña Antonio Maceo.

Cuenta el cirujano Alier Navarro que labora en el Ernesto Guevara la gran satisfacción que le embargó ante la recuperación de un paciente septuagenario, también con una hernia agravada por el terremoto, pero que ya tenía una evolución de cinco años. «Debido al tiempo transcurrido resultaba muy difícil regresar el contenido a la cavidad abdominal, pero lo logramos».

A este hombre intervenido por el equipo de talentosos cirujanos cubanos, la casa se le vino abajo y, como consecuencia, fue despojado de todos sus bienes. Regresó a la consulta de sus médicos en compañía de su familia, a agradecer con sus mayores riquezas: una sonrisa y una caja de frutas.

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