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Otra expresión de soberanía es que la ministra de Defensa Lorena Escudero (izq.), y la canciller Fernanda Espinosa, anunciaron este miércoles que Ecuador no participará en las maniobras navales UNITAS, organizadas por EE. UU. con países de América Latina. Foto: AP QUITO, mayo 2.— Los ministros de Economía y Finanzas de Ecuador, Brasil, Argentina y Venezuela se reúnen este jueves aquí para analizar sus posiciones en relación con el Banco del Sur, una propuesta venezolana que ha recibido el cálido apoyo de países como Argentina y Bolivia.
El encuentro de trabajo en Quito fue convocado por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo Telesur, y se suma a las reuniones previas de la comisión binacional conformada por Argentina y Venezuela, celebradas en Buenos Aires y Caracas durante el mes de marzo.
Brasil no ha declarado oficialmente su adhesión al proyecto, pero la participación de su titular de Economía en esta reunión fue confirmada luego del encuentro sostenido el 27 de abril por los cancilleres de ese país y de Argentina, Celso Amorim y Jorge Taiana, respectivamente.
Además, según Telesur, durante la Asamblea Anual del Fondo Monetario y del Banco Mundial, el pasado 14 de abril, el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, expresó que su país «está interesado en participar de forma más plena y no ya en carácter de observador» en la conformación de esa instancia.
La reunión de hoy se celebra en momento oportuno, cuando el proyecto parece más necesario. Correa anunció el fin del chantaje de los organismos financieros la semana pasada, luego de declarar persona non grata al representante del Banco Mundial en su país y romper los vínculos con el ente. Días atrás, había pagado al FMI los poco más de 11 millones de dólares de la deuda ecuatoriana lo que, dijo, libera a la nación de sus condicionamientos.
También el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció el 1ro. de mayo la ruptura con ambas entidades, cuestionadas por el carácter injerencista y leonino de sus empréstitos.
El propósito del Banco del Sur es asegurar el respaldo crediticio y financiero a las naciones de la región y promover mayores inversiones, lo que, de una vez, acabaría con la dependencia de los países latinoamericanos de los organismos financieros, que han dirigido sus pasos mediante los condicionamientos.
