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Decide banco austríaco BAWAG volver a aceptar cuentas de cubanos

La cancelación de las cuentas de clientes cubanos, suscitó protestas y gestos solidarios hacia Cuba. La soberanía ganó la batalla

Autor:

Luis Luque Álvarez

«Todos somos cubanos», proclaman los amigos de Cuba ante una sucursal de BAWAG. Foto: Andrea Roscheck Cuando a Miriam Vargas, una cubana residente en Austria, el banco BAWAG le comunicó que debía cancelar su cuenta, creyó que era un mal chiste. «Fuimos a nuestra sucursal y vimos que el asunto iba en serio, pero ni siquiera los empleados del banco estaban al tanto de esta medida», añadió.

Suena a comedia. Se supone que un banco debe atraerse los ahorros de más y más clientes, sin embargo, desde inicios de abril, BAWAG comunicó a unos cien clientes cubanos que debían cerrar sus cuentas en diez días. ¿Por qué?

Pues porque esa entidad había sido adquirida por el fondo estadounidense de inversiones Cerberus, cuyo director es nada menos que John Snow, ex secretario del Tesoro del gobierno de Bush. El bloqueo, otra vez, extendía sus tentáculos, y funcionarios de terceros países se sometían y accedían a aplicar una ley extraña en una nación soberana.

La indignación se encendió en varios sectores de la sociedad austríaca. Amigos de Cuba y ciudadanos sin ningún tipo de vínculo con la Isla se resistieron a creer que disposiciones de EE.UU. podrían campear en el país centroeuropeo. El presidente de la Asociación de Amistad Austria-Cuba, Hans Mikosch, envió a JR una proclama que apuntaba: «Todos somos cubanos», y denunció la hostilidad de la Casa Blanca, «incluidos los actos abiertamente criminales y terroristas, algo probado por la reciente liberación de Luis Posada Carriles, el asesino de 73 personas que viajaban en un avión civil. La aplicación de la ley Helms-Burton en Austria es solo una de las numerosas e inocultables interferencias en el derecho soberano de los Estados, que han sido rechazadas por la Asamblea General de la ONU, con voto unánime».

Y curiosa paradoja: «Hoy —añadió—, como nunca en varias décadas, es posible explicarles mejor a los austríacos cuáles son las consecuencias de la guerra económica de EE.UU. contra un pequeño país como Cuba».

Abundaron también los llamados a cambiar las cuentas hacia otros bancos. El titular de Asuntos Sociales, Erwin Buchinger, expresó que «las empresas aprenden mejor cuando ven afectados sus balances», y el diputado Karl Öllinger, de Los Verdes, dijo que retiraría su dinero de BAWAG.

Asimismo, el 27 de abril, la ministra de Asuntos Exteriores, Ursula Plassnik, anunció que se abriría un procedimiento contra BAWAG, pues «la ley norteamericana no es aplicable en Austria. No somos el estado 51 de EE.UU.».

Este viernes, la justa irritación contra la injerencia rindió frutos: BAWAG se vio obligado a dar marcha atrás. Según un comunicado desde su sede en Viena, la institución decidió «anular, con efecto inmediato, la decisión de cesar sus relaciones comerciales con ciudadanos cubanos», presentó sus «excusas» a sus clientes, y dijo haber tomado «muy en serio las críticas formuladas». O sea, ¡otra batalla perdida para el absurdo bloqueo estadounidense!

Días atrás, Hans Mikosch nos había contado por correo electrónico algunos detalles. Sobre BAWAG, señaló que fue el banco «erigido por los sindicatos y el Partido Socialdemócrata, pero acabó en la especulación financiera internacional, el fraude y la bancarrota».

Durante la pasada década, la institución, perteneciente a la Confederación de Sindicatos de Austria (ÖGB), se involucró en turbios negocios en el Caribe y se le esfumaron 1 000 millones de euros, a lo que siguió entonces un gran escándalo. Para el gabinete derechista que gobernó el país europeo hasta fines de 2006, la solución fue otorgarle un préstamo a la ÖGB, bajo la condición de que vendiera el banco cuanto antes. Y el comprador, por 3 200 millones de dólares, fue Cerberus.

La sumisión a los designios del nuevo dueño fue automática. Pero así de rápida fueron las reacciones de los amigos de Cuba. Narra Mikosch: «El 27 de abril estuve en Leoben, un pueblo de 25 000 personas, en la provincia de Estiria (sureste). Un funcionario de la municipalidad, su esposa y yo nos paramos frente a una sucursal de BAWAG, con un cartel que decía: «Todos somos cubanos», e inmediatamente causó gran interés. Los periódicos locales y provinciales se presentaron, tomaron fotos y nos hicieron preguntas. ¡Incluso todos los empleados del banco nos apoyaron!».

Hoy, al conocer que BAWAG revocó su decisión inicial, Mikosch explica: «Esta victoria, aunque limitada, se debe a las protestas públicas y a la amplia irritación por la inusual discriminación. Tal cacería de brujas es la simple consecuencia de la guerra económica de EE.UU. contra Cuba socialista, y miles de otros sujetos siguen asediando a empresas latinoamericanas, europeas, japonesas...».

«La UE podía haber denunciado esas atrocidades hace mucho tiempo. De hecho, ni la ley Helms-Burton ni la Torricelli han cambiado, ni han sido cuestionadas. Sin embargo, esto probó públicamente que la dignidad de Cuba, y su soberanía, no están en venta bajo ningún concepto».

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