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ALBA: concertación para el ser humano

La II Ministerial del ALBA, recién concluida, enfatizó en la preocupación por lo social que caracteriza al esquema integracionista

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Descontando el impacto tremendo de la Operación Milagro y de las campañas de alfabetización con base en el programa cubano «Yo, sí puedo» —cartas de presentación por su trascendencia contundente—, basta ojear algunos de los proyectos priorizados por el ALBA para constatar su carácter social más que comercial, basado en el ser humano.

Lo que, teóricamente, ha sido identificado por líderes y funcionarios de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América como solidaridad, cooperación y complementariedad al aludir a sus ejes, puede verse en la práctica por medio de los propósitos cuya ejecución centra ahora el quehacer de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba, las naciones miembros.

Vale por eso la pena profundizar en algunos de los acuerdos de la II Reunión del Consejo de Ministros del ALBA, celebrada el 20 y 21 de septiembre en La Habana.

Si, en lo formal, la decisión de darle al grupo —avanzada en la construcción de un nuevo modelo de convivencia para la integración real— una suerte de secretaría permanente que lo institucionaliza sin pretender llevarlo a la burocracia —como aclaró el canciller cubano Felipe Pérez Roque—, otros acuerdos de la cita resultan más «sustanciosos» en el ámbito de lo contante y sonante, y enfatizan la brújula dirigida a lo social que diferencia al ALBA de otros esquemas integracionistas.

De hecho, el concepto «grannacional» —introducido en el léxico del ALBA por el presidente venezolano Hugo Chávez, en juego de palabras, para bautizar a planes o entidades que rebasan a las naciones pero cuyo contenido es el antónimo de la depredadora empresa «transnacional»—, alude ya a ese propósito de trabajar en bien del desarrollo con la perspectiva de satisfacer las necesidades de nuestras sociedades, más que centrados en las cifras macroeconómicas de crecimiento.

La visión se completa si a esa consideración se añaden los «proyectos grannacionales» puntuales adoptados en esta cita, y los que recibirán prioridad en los próximos meses. Nadie podría cuestionar la trascendencia social que tendrá la creación de una empresa distribuidora y comercializadora de productos farmacéuticos para nuestros países, o un centro de vigilancia epidemiológica, como se ha propuesto.

La creación de un Instituto del Ambiente y de una empresa grannacional de alimentos, así como las llamadas tiendas del ALBA, y la decisión de instaurar un centro para la ciencia, la tecnología y la innovación «justa, digna, solidaria y complementaria», son otros proyectos puntuales identificados en la cita, junto a la alfabetización y el acceso al agua y saneamiento para todos los habitantes de nuestros países. Salud, educación y alimento: los problemas principales de la población latinoamericana están contemplados.

La producción de cemento y derivados, el desarrollo de las infraestructuras portuarias, ferroviarias, marítimas y aéreas; la energía eléctrica, el petróleo y el gas, son también contenidos priorizados que contribuyen enormemente también al bienestar de la gente y a asegurarles otras necesidades vitales.

La creación de un Banco del ALBA, todavía en fase preparatoria pero que se ha definido como algo viable ya, debe garantizar a las naciones miembros la disposición de los recursos financieros indispensables, en un momento en que es preciso ayudarnos para volar sin depender más de los abusadores condicionamientos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, hoy muy venidos a menos.

Los pronósticos son buenos; las intenciones, mejores.

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