Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Suscribe Irán importantes acuerdos con Venezuela y Bolivia

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Los países llamados por el Imperio "eje del mal" hacen uso de su soberanía y se unen para el bien

Coherente con la filosofía del diálogo y la paz de la que habló al periodista de la CNN, el presidente Evo Morales recibió ayer en La Paz a su colega de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, desafiando cualquier injerencista ojeriza con esa firmeza que ha hecho también muy respetables, y muy respetados, a los pueblos indígenas.

Usando el tono persuasivo que había empleado momentos antes en el podio de la ONU, pero cortante en su contundente parquedad, Evo explicó ante las cámaras los limpios motivos de su anunciada visita a Libia y de la que realizaría Ahmadinejad, ayer jueves, a su país, inhibiendo al entrevistador de otra pregunta tendenciosa acerca de un dignatario al que la prensa estadounidense, groseramente, había presentado como «el villano» en las jornadas inaugurales de la Asamblea General.

Los argumentos fueron poco más o menos los mismos que el mandatario boliviano había dado a otros corresponsales en el Palacio de Cristal, durante una conferencia de prensa: «Decidimos abrir este acuerdo y las relaciones diplomáticas con Irán, no para dañar a nadie ni para ofender a nadie, sino para complementarnos y mejorar la situación económica de mi país».

Muy acertadamente, Bolivia busca el intercambio justo más allá de América Latina, en procura de esa multipolaridad necesaria para el desarrollo... aunque ello también horade la hegemonía y la prepotencia imperial. Recibir a Ahmadinejad en La Paz fue un racional y loable acto de soberanía, justo cuando el asedio de EE.UU. y «las potencias» —como dijera el propio Presidente iraní, alusivo pero no enigmático, ante la Asamblea General— pareciera anunciar a su país, otra injusta cruzada bélica.

Su paso por Nueva York no habría podido ser más revelador de la manera en que los poderosos desacreditan y tergiversan a quienes les desafían. Hasta la mismísima Universidad de Columbia persiguieron al Jefe de Estado las secuelas de la propaganda manipuladora. O tal vez también hubiera mucho de mala educación... o peores intenciones. Invitado por el alto y prestigioso centro de estudios para pronunciar una conferencia, Mahmoud Ahmadinejad fue blanco de la agresividad de su anfitrión, Lee Bollinger, quien, antes de dejar al convidado hablar, lo calificó de «cruel dictador» y, como obligado a explicar su decisión de llevarlo allá, aclaró con argumentos quizá demasiado místicos para el pragmatismo norteamericano: «uno debe conocer a sus enemigos (...) y enfrentar la mente del mal». A fin de cuentas, las imprecaciones del jefe de la Casa Blanca llegaron aún más lejos y estremecieron de estupor al sobrio recinto de la ONU. ¡Qué importa si un académico acreditado las decía!

Desde Caracas, el presidente Hugo Chávez calificó el acto en Columbia como una emboscada y felicitó al mandatario iraní «ante una nueva agresión del Imperio estadounidense», reportaron las agencias de prensa. Pero el reconocimiento seguro se lo dio Chávez, directamente, a Ahmadinejad, cuando este aterrizó en Caracas la víspera, procedente de Bolivia, para suscribir también allí acuerdos mutuamente provechosos para ambos países.

A esa hora, muchos medios, insistentes, continuaban especulando y hurgaban en dobles y terceras lecturas acerca del presunto significado de las breves visitas de Ahmadinejad, dando cuenta así del enorme peso que tiene la animadversión imperial contra Irán, Libia, Belarús, Corea del Norte, y otros países —incluida Cuba—: naciones diversas, distintas, a las que une el solo pecado de la insumisión. Los «rincones del planeta» que Bush calificó de «oscuros», por negarse a obedecer. El denominado «eje» que no es, y mucho menos maléfico: países satanizados por el Imperio que en todo caso, si haciendo uso de la autodeterminación y la soberanía se unen, seguro será para el bien.

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