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Los prefectos de la Media Luna no quieren ir al revocatorio

La inseguridad para aceptar o no ese encuentro crucial y definitivo con las urnas demuestra que la oposición no da por sentada la victoria

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Los prefectos opositores «celebraron» en Tarija. Foto: ABI Los prefectos de la Media Luna no quieren ir al revocatorio. A estas horas todavía no lo han dicho oficialmente pero todo indica que lo harán, según trascendidos que llegaron a oídos del gobierno y fueron confirmados por el de Pando, Leopoldo Fernández, en un dale atrás-dale adelante que también puede ser indicio de que podría no estarles llegando clara cierta orientación...

Claro que la inseguridad para aceptar o no ese encuentro crucial con las urnas puede ser demostrativo de la poca certeza que los prefectos tienen en su ascendencia en el pueblo, una actitud contrapuesta a la transparencia y valentía del gobierno. Aun atenazado por la labor de zapa de ellos y de los llamados comités cívicos, el ejecutivo del MAS caloriza esa votación y deposita así el futuro de la refundación, otra vez, en el pueblo.

Para entender la relevancia de la jornada convocada para el 10 de agosto, debe saberse que es todo o nada: Evo Morales, su vice, y las autoridades departamentales deben poner sus cargos a disposición del electorado. Según lo sabido hasta hoy, no bastaría tener mayoría relativa sino, incluso, un voto más de lo obtenido en el momento de la elección. El que no lo obtenga, se marcha.

Para un ejecutivo que ha bregado como ningún otro por alcanzar consensos frente a los actos ilegales, la violencia, y el constante sabotaje al diálogo por parte de las propias autoridades ahora vacilantes, no hay dudas de que la consulta requiere una buena dosis de confianza y coraje. Pero, apegado con todo a la democracia y la institucionalidad, el gobierno ha considerado que es la única manera de relegitimar su autoridad intacta, para dejar que las propias masas saquen de en medio a quienes se han convertido en su más acérrimo y taimado enemigo conspirador.

Apenas con el decreto que nacionalizó los hidrocarburos y la proclamación del bono que asegura la renta a la vejez, el gobierno del MAS se enfrenta al referendo, incluso, con la nueva Carta Magna sin ratificar debido, precisamente, a las cortapisas antepuestas por los lidercillos de la llamada Media Luna.

Ningún acto pudo ser más peligroso y soliviantador que los denominados estatutos autonómicos elaborados y ¡puestos a votación! en Santa Cruz, Pando, Tarija y Beni por estos prefectos, quienes no titubearon en desconocer las leyes y las cortes, y propiciaron toda suerte de ardides para que el país ardiera en llamas antes de consumar la balcanización que significa su proyecto. Presiones, golpes, trampas y un montón de otras irregularidades caracterizaron las anticonstitucionales jornadas de voto premiadas, pese a todo, con la abstención: esa ha sido la callada respuesta de quienes están con la refundación, para evitar los males mayores que habría acarreado contestar a los cívicos, como se comprobó apenas este domingo en Tarija.

A ello se suman las denuncias recientes sobre un complot para asesinar a Evo, así como las muchas evidencias sobre la connivencia del embajador yanqui, Philip Goldberg, con los prefectos y oligarcas secesionistas liderados por Branco Marinkovic.

Incluso debiera recordarse que aunque el revocatorio ha sido una propuesta de Evo y fue el propio Senado —con mayoría de la derecha opositora— quien lo tenía engavetado, lo cierto es que reposaba en el hemiciclo cuando, sin aviso previo, diputados derechistas de esa cámara lo revitalizaron creyendo que dañarían al gobierno.

Por todas estas consideraciones llama la atención, pero no sorprende, que sean ellos, los prefectos de la Media Luna, quienes se nieguen, ahora, a ir al revocatorio.

Preocupado, el ejecutivo de Morales alertó el domingo sobre la posibilidad de que estén preparando el terreno para otra jugada de desestabilización que no han conseguido ni con las humillaciones a indígenas, campesinos, y la propia fuerza policial, como lo hicieron sus hordas en Sucre. ¿O están buscando que se les reprima para convertirse en héroes?

La situación parece que no aguanta, y fue retratada por Evo cuando propuso el revocatorio, el pasado diciembre. Parafraseándolo, la disyuntiva para salir del callejón al que los prefectos le cierran la salida, se dice de forma sencilla. «O ellos, o yo».

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