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Develada una cumbre secreta y censurada

El presidente Daniel Ortega detalla la llamada Cumbre de las Américas y destaca que Cuba estuvo presente en la voz unánime de los Jefes de Estado y Gobierno que demandaron el levantamiento incondicional del bloqueo

Autor:

Juana Carrasco Martín

Al término de la comparecencia, el presidente Daniel Ortega compartió con estudiantes nicaragüenses que estudian Medicina en Cuba. Foto: Juan Moreno

Yo diría que el primer gran logro, y la primera gran victoria es que Cuba estuvo presente en la voz de los pueblos, a través de los gobiernos latinoamericanos y caribeños. Incluso hasta los gobernantes más derechistas, más entreguistas, tuvieron que mencionar el cese del bloqueo a Cuba. Algunos lo hicieron con sus matices, pero tuvieron que mencionarlo. Fue una voz unánime: cese el bloqueo a Cuba.

Así precisó el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, un punto esencial en la V Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España, la capital de Trinidad y Tobago, cuyos debates ocultos reveló en una comparecencia especial en la Mesa Redonda de la Televisión y la radio cubanas.

Cuba estuvo presente, su presencia fue totalizante antes, durante y después de la Cumbre —enfatizó—, porque era un tema que no podía ser ignorado, no podía ser censurado, no podían prohibirnos hablar de Cuba, porque en los pueblos y gobiernos allí representados cada día somos más los que estamos rompiendo los cánones, rompiendo la censura, en la América Latina y el Caribe en que se está produciendo un cambio.

Como en todas las batallas por la libertad, la democracia y la justicia allí estaban presentes Cuba, Fidel y Raúl, subrayó.

Ortega, que se definió como uno de los privilegiados que pudo hablar de cara a los pueblos del continente en la única sesión pública del encuentro de 34 de los países del hemisferio, pronunció allí un discurso de casi 45 minutos en el que llevó las verdades de este continente, a pesar de que la norma establecía apenas diez minutos para esa alocución, que solo pudieron hacer otros cuatro mandatarios: los de Trinidad y Tobago, Belice, Estados Unidos y Argentina, porque hablaron como anfitrión del encuentro y representando a las subregiones.

Tras la sesión inaugural, el resto de lo que pasó en Puerto España, la Cumbre por dentro, quedó oculto a la mirada de los pueblos, y «esa fue su primera debilidad», dijo Ortega, pues además de ser una reunión secreta, como dijera Fidel en sus Reflexiones, fue también una reunión en la que se censuró nada menos que a los Jefes de Estado de América Latina y el Caribe.

De seguro influyeron en ello la delegación norteamericana, que participó en la organización del encuentro junto con la OEA, a la que más adelante calificó de «cadáver insepulto». El dirigente sandinista diferenció este cónclave de la estructuración de otros encuentros en los que hay sesiones privadas para propiciar mayor franqueza a la hora de abordar diversos temas y donde todos pueden hablar y expresarse, pero están las sesiones públicas que permiten a los pueblos conocer los debates de sus mandatarios.

Como anécdota del irrespeto, señaló que algunos presidentes tuvieron que esperar hasta tres horas antes de poder ingresar al aeropuerto trinitense debido al arribo del presidente de Estados Unidos. «Había que abrirle el paso» al emperador.

Ortega relató que no podía perder la oportunidad de su discurso en la sesión inaugural, donde habló en representación de los países centroamericanos más República Dominicana y dio a conocer también la resolución que acababan de aprobar en Cumaná, Venezuela, los integrantes del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).

Nos adelantamos, pasamos a la ofensiva para dar a conocer nuestros planteamientos porque estábamos convencidos de que la reunión iba a ser censurada, y la sesión inaugural pública era la única oportunidad. «No podíamos quedarnos callados», señaló. Los demás presidentes y primeros ministros fueron «bozaleados» y trataron de poner vendas a los ojos y tapar los oídos de nuestros pueblos.

De los debates del sábado en la mañana y la tarde, a puertas cerradas, algo logró filtrarse. Se habló de Cuba, y el presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Canadá tuvieron que escuchar la voz unánime de que cese el bloqueo.

Al Presidente nicaragüense le satisfizo que Evo Morales —en el encierro de la censura— tomó la palabra y le respondiera a Barack Obama que no podíamos olvidar la historia, porque un hecho histórico tiene consecuencias en el presente y hacia el futuro.

En este momento en mi país, Bolivia, están conspirando los funcionarios norteamericanos, dijo Evo citado por Daniel Ortega, quien añadió: «y en mi país, Nicaragua, están conspirando en la embajada norteamericana».

Cómo puede el presidente Obama pedir que se olvide la historia, «si viven atrapados en la historia de su política intervencionista», expresó y recordó las palabras del Presidente cubano Raúl Castro en Cumaná, en una intervención improvisada que «fue un volcán, hablando con la verdad y con la firmeza con que lo hizo».

Calificó de muy bueno el discurso del presidente ecuatoriano Rafael Correa, que fue al fondo cuando dijo que «elecciones no significa democracia», y explicó que se quiere desconocer la democracia cubana, la verdadera porque no divide al pueblo, ni lleva a la guerra, como ha ocurrido a lo largo de la historia con el pluripartidismo que les imponen a los pueblos de América Latina.

Abundando en el carácter secreto y censurado de la V Cumbre de las Américas, el presidente nicaragüense aseveró que hicieron noticia con las fotografías de los saludos de Obama con otros presidentes, lo cual comenzó a levantar una expectativa más allá de las formalidades.

Recordó Ortega que él se dio la mano con Ronald Reagan en Nueva York cuando estaba la guerra contra su pueblo, y el sandinismo siguió. La cortesía hizo que él se diera la mano con otros presidentes de Estados Unidos: Jimmy Carter, George Bush, el padre, y ahora Obama. Lo cortés no quita lo valiente, no borra la diferencia ideológica y política, no borra la realidad, anotó.

A su vez, alertó que había notado «mucho encantamiento en algunos Jefes de Estado y de Gobierno por estarse dando la mano con el Presidente Obama». Era como el flautista de Hamelin y los ratones, confesó, pero a pesar de que «llegó con la flautita, no tuvo resultado», porque le salió el tema de Cuba.

Estados Unidos no ha cambiado

Sin embargo, Estados Unidos no ha cambiado, y esto se lo dijo hasta el presidente costarricense Oscar Arias en la reunión que sostuvo Obama con los países centroamericanos.

Algunos hechos sostienen este criterio: en la campaña electoral dijeron que se iban a retirar de Iraq donde se gastan 400 millones de dólares diarios y en ese sentido Arias les preguntó: ¿Van a cumplir lo que prometieron? Y hubo silencio de Obama y de la secretaria de Estados Hillary Clinton.

El Presidente de Estados Unidos está atrapado en lo que es el modelo de un imperio, que por su naturaleza es expansionista. No hay imperio que no sea expansionista, y el que va a gobernar al frente de un imperio va a defender esa política, explicó Ortega.

En este encuentro vimos un Estados Unidos montado sobre una política imperial, que ha tenido sus matices, pero que tiene una continuidad, señaló y volvió a citar a Raúl quien en la Cumbre de Cumaná recordaba que fue una administración republicana la que preparó la invasión de Playa Girón y una administración demócrata la ejecutora.

Haciendo énfasis en esta idea, Ortega se refirió el llamado del Presidente de EE.UU. a no hablar del pasado, pero él es quien está atrapado en el pasado: tiene las tropas en Iraq, refuerza las de Afganistán, da continuidad a la política expansionista y de control de los recursos estratégicos como el petróleo, y sigue con los 50 años de bloqueo a Cuba.

En América Latina sí se están produciendo cambios, a favor de los procesos de nuestra soberanía, de la integración, de la unidad de los pueblos, anotó y dijo que el ALBA es la relación más noble y solidaria que existe en el planeta, y que como esa hermandad de Venezuela y Cuba, de Fidel y Hugo Chávez, no hay otra en la tierra, con ese grado de nobleza, de grandeza.

Eso es el ALBA, enfatizó, y lo mostró como ejemplo para que cesaran las guerras, las desigualdades, la pobreza, la miseria, la exclusión y hasta para que se atenuara y pudiera desaparecer la amenaza de destrucción de nuestro planeta con la agresión al medio ambiente.

La OEA está muerta pero insepulta

Hay quienes todavía piensan que la OEA, que nació como instrumento del imperio, puede ser salvada, «cuando simplemente está muerta, es un cadáver insepulto», afirmó. Debemos tener una organización donde estén latinoamericanos y caribeños para poder dialogar con el Norte, con los europeos y defender nuestras posiciones con fuerza, defender los intereses y los postulados de los pueblos.

Queda claro en esta Cumbre, apuntó, que Estados Unidos no ha cambiado y América Latina y el Caribe sí, aferrados a las raíces de nuestra historia, sin desarraigarnos y por eso podemos avanzar, con la fuerza acumulada en este proceso histórico.

Sin embargo, pidió la comprensión de Cuba para que en la próxima reunión de cancilleres de la OEA en Honduras, y ante el ímpetu que tomó el tema, se levanten las sanciones —pues hasta lo reconoce el secretario general José Miguel Insulza— porque aunque Cuba no está interesada en entrar en ese instrumento del imperio, es un asunto de vergüenza para los miembros del ALBA estar en una organización que mantiene sanciones contra Cuba, porque —como dijo el presidente Zelaya— «nos volvemos cómplices del crimen».

Más de la reunión secreta

Las revelaciones del presidente Daniel Ortega en la Mesa Redonda incluyeron que el Primer Ministro trinitense, Manning, les planteó que en la reunión privada del domingo se trataría el tema de Haití, que podrían escuchar al presidente Preval y analizar las acciones que podrían tomarse a favor de un país que se encuentra en una situación realmente terrible.

Preval, añadió el dirigente nicaragüense, valora mucho la cooperación y la solidaridad de Cuba, la solidaridad venezolana, un elemento que no podía dejar de mencionar y caracteriza la integración entre los pueblos del ALBA.

Sin embargo, resaltó que a esta Cumbre de Puerto España y a las reuniones con los grupos regionales, Obama no llevó nada, solo apretones de manos, y ningún planteamiento de fondo ante la crisis.

En cuanto al documento final de la Cumbre, afirmó que estuvo «enterrado» hasta el domingo. Que el primer ministro Manning adelantó que se presentaría en la conferencia de prensa como adoptado por consenso y lo firmaría, cuando los países del ALBA habían dejado claro que no iban a firmarlo y probablemente otros hicieran lo mismo. Ni siquiera se discutió con los presidentes, no tenía el aval de estos y no recogía los elementos fundamentales de las circunstancias que está viviendo en el mundo.

Chávez y Evo fijaron la posición del ALBA y todo el mundo comenzó a hablar. Ortega apuntó que estaba seguro de que ni el presidente Obama conocía ese documento y muchos allí tampoco lo habían leído. El mandatario estadounidense, hábilmente, reconoció esta verdad.

Respondiendo a preguntas de los periodistas Rosa Miriam Elizalde, Rogelio Polanco y Randy Alonso, el presidente Daniel Ortega, expresó que los cambios que tuviera que hacer Estados Unidos pasarían por políticas respetuosas en todos los campos y aprender a cohabitar, algo nada fácil o imposible por la propia naturaleza del imperio, y en esa política de cohabitación destacó el levantamiento del bloqueo a Cuba, porque ese es un grito unánime, la demanda de la comunidad internacional en la ONU, y una deuda histórica.

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