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Asamblea General de la ONU analizará crisis económica mundial

Este miércoles todos los países representados en la ONU tendrán la oportunidad de decir sus opiniones sobre el injusto y desbarajustado orden económico internacional

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Se necesita un cambio urgente en las actuales reglas del juego... Foto: Reuters

Aunque no trascendió el contenido, el nuevo proyecto de Documento final, de cuya existencia se supo a escasas horas de abrir la Conferencia de la ONU sobre la crisis mundial, ratificó las tensiones que circundan la cita.

Es entendible. Cuando las sesiones comiencen este miércoles en la sede de la Asamblea General, nuevamente los pobres estarán frente a los poderosos y viceversa porque, al fin, lo que se dirime radica en ese mismo foso que separa al Norte del Sur.

Ello explica las dificultades para hallar consenso en un cónclave donde, por primera vez, todos los países representados en la ONU tendrán la oportunidad de decir sus opiniones sobre el injusto y desbarajustado orden económico internacional: no otra cosa aflorará cuando los dignatarios se adentren desde hoy en los debates sobre una crisis financiera que, como se sabe, es también económica, alimentaria, ambiental, y que tiene allá, precisamente, sus causas.

Muy lejos de las intensas negociaciones previas que han tenido lugar en las últimas semanas, puede palparse la reticencia de los poderosos a ceder, aunque se trate apenas de identificar problemas y asumir compromisos sin que ello represente, per se, ejecutar el urgente cambio en las reglas del juego que pide el difícil entramado sobre el que hace piruetas el planeta. Ya eso podría ser lesivo a los intereses de quienes defienden, a capa y espada, un sistema acusado cada día por los hechos: quiebras, hambre, deforestación...

Las cortapisas puestas por los países ricos para evitar esta Cumbre inédita que los reunirá a todos, fueron tempranamente develadas por el propio presidente de la Asamblea General, el ex canciller nicaragüense Miguel D’Escoto, al denunciar el propósito de muchas de esas naciones poderosas de postergar la cita, si fuera posible, hasta después que él concluyera su mandato. A nadie debe asombrar que quisieran tal salida, conociéndose la probidad de un hombre que ve la política como otra vía para alcanzar la justicia social que le dicta, también, su fe religiosa, y a cuya insistencia se debe, en buena medida, esta posibilidad de que todas las naciones, grandes y pequeñas, pobres y ricas, opinen y formulen propuestas. Desde hoy y hasta el próximo miércoles, no se escuchará solo en la ONU el «más de lo mismo» recetado por los grandes.

Impedidos de detenerla, se ha denunciado que la manera hallada por las potencias para minimizarla, será enviar a la Cumbre a delegaciones de bajo nivel. De todos modos, se ha confirmado que más de 20 jefes de Estado y de gobierno estarán presentes, entre ellos muchos de América Latina.

Tampoco debe llamar la atención que representantes del Primer Mundo en la ONU se quejasen —comentaron algunos— de que el proyecto inicial de Documento, emanado de la titularidad de la Asamblea, no era «inclusivo»: no lo elaboraron ellos.

La preparación, sin embargo, se hizo con todo rigor. Un grupo de prestigiosos economistas encabezados por el reconocido premio Nobel Joseph Stiglitz formuló las primeras recomendaciones, nutridas después por otras contribuciones y por el imprescindible debate de la negociación. De tal suerte, el propio D’Escoto ha dicho que lo importante ha sido el proceso promovido por el borrador inicial, aunque reconociera que puede que algunas de las ideas iniciales no estén ahora. Para muchos, empero, lo relevante estará en los compromisos que se adopten.

Frente a la mirada parcial e interesada de exclusivos «clubes» como el Grupo de los 7 o el de los 20, el G-192 tiene ahora la oportunidad, no solo de hablar... Y esa ya es una victoria.

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