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Conserva EE.UU. enclave militar en Kirguistán

Las maniobras norteamericanas impidieron el cierre de la base, pero tendrán que pagar ahora el triple de la renta: unos 67 millones de dólares

Autor:

Juventud Rebelde

El alquiler se triplicó, pero la base aérea de Manas, en Kirguistán, podrá seguir siendo usada por Washington. Bajo la condición de que se limite al trasporte de provisiones no bélicas, Estados Unidos logra, finalmente, conservar un estratégico enclave militar en Asia Central.

Cuando millones de familias estadounidenses llegan a duras penas a fin de mes, aumentan los desempleados y quiebran las fábricas... ¿cómo es posible que se puedan pagar 67 millones de dólares para quedarse en una base militar?

Kirguistán había anunciado su decisión de cerrar la base de Manas el pasado febrero y desde entonces no cesaron las maniobras de EE.UU. para evitar la inminente retirada. El enclave estaba siendo utilizado para redirigir tropas hacia Afganistán y cargar de combustible a los aviones militares. Aunque pudiera parecer una broma grotesca, continuará desempeñando un papel esencial en el mantenimiento de la aventura bélica iniciada en 2001 en ese país. Y con más razón, porque Washington desplegará este año decenas de miles de tropas adicionales supuestamente para combatir a la insurgencia talibán. Al parecer, para estos menesteres siempre hay millones en las arcas de la Casa Blanca; bueno, también para sacar de apuros a las grandes empresas...

El ministro de Exteriores de Kirguistán, Kadyrbek Sarbayev, aseguró que la renta de la base aumentó de unos 20 a 60 millones, e incluso el corresponsal de la BBC allí apuntó en su reporte que EE.UU. se ha mostrado dispuesto a invertir en nuevas infraestructuras en la zona por un monto de siete millones más, o sea, que va para largo. ¿Cuánto se podría hacer, con esa suma, para calmar tanta hambre en el planeta?

En el caso de Kirguistán, al parecer la actual crisis ha obligado a reconsiderar su decisión anterior, pues el Parlamento se había opuesto hasta ahora a la presencia militar estadounidense en su territorio. El acuerdo recién aprobado, que está sujeto a la anuencia del legislativo hoy, tiene validez por un año y supondrá unos ingresos de 117 millones de dólares, según AFP.

A pesar de las incidencias negativas de este primer semestre de 2009 y de las pésimas previsiones, es obvio que el complejo militar industrial de EE.UU. no está dispuesto a perder las ganancias que sacan de su permanencia en Afganistán. Está claro que cuando no hay guerras, las inventan, y la base de Manas es una plataforma estratégica no solo para sus tropas, sino para otras misiones en la región, suyas y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Se quedan. Y en la superficie, supuestamente, «todos ganan»: EE.UU. puede continuar con su ofensiva militar sin permitir que el pueblo afgano tome las riendas de su destino, y el pequeño Kirguistán se embolsa una buena suma que agradecerían sus ciudadanos, si llegaran a percibir los beneficios de arrendarles parte de sus tierras a los estadounidenses. En el trasfondo, Washington mantiene su posición de fuerza en una zona donde, como en la mayoría del mundo, no es bienvenido.

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