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Aumenta represión durante el segundo día de Zelaya en Honduras

El Presidente constitucional se mantiene en la embajada de Brasil, que continúa rodeada por los militares y a la que no se le permiten suministros de agua y de alimentos. Prolongan toque de queda. Agreden a medios de comunicación

Autor:

Juventud Rebelde

TEGUCIGALPA, septiembre 22.— Un número indeterminado de heridos y 300 detenidos, según líderes populares, dejó el feroz ataque de las fuerzas militares y policiales a los miles de hondureños que desde el lunes rodeaban la sede de la embajada de Brasil, donde se mantenía este martes el presidente Manuel Zelaya.

El ataque de los uniformados, muchos con los rostros cubiertos, ocurrió sobre las 5:00 a.m., con el uso de gases lacrimógenos, carros lanzaagua, disparos y golpes, como testimoniaron algunos de los presentes y pudo verse en las imágenes de Telesur, que permitieron apreciar el modo abusivo en que los gendarmes empujaban y maltrataban a mujeres. Aunque no había cifras definitivas, reporteros daban por segura la existencia de muertos.

Algunas fuentes hablaron de 200 personas bajo arresto, pero Rafael Alegría, uno de los líderes de la resistencia, aseveró que suman 300 las personas conducidas al estadio de la capital, convertido en una suerte de campo de concentración, denunció. Se ha afirmado que muchos fueron llevados por violar el estado de excepción, que también cerró el paso por carretera a Tegucigalpa, destino de miles de personas que acudían a reunirse con Zelaya el lunes.

Al iniciar la tarde de este martes, decenas de efectivos mantenían rodeada la sede diplomática brasileña, donde permanece el mandatario con unas 300 personas, según dijo su canciller, Patricia Rodas, desde Naciones Unidas. También se denunció que el régimen impide la llegada de agua y de alimentos al interior de la legación, lo que ha sido calificado como una situación de acoso.

Luego de la brutal represión al amanecer, la corresponsal de Telesur describió a Tegucigalpa como una ciudad fantasma con todos los comercios cerrados y en cuyas calles solo se observaba el tránsito de vehículos militares y de soldados.

El titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, quien había anunciado su arribo, dijo desde la sede de la ONU que no pudo llegar porque se han cerrado todos los aeropuertos e interrumpido los vuelos, pero también destacó que el régimen de facto se niega a conversar y que él no quiere viajar para hablar con la prensa.

En tanto la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) reiteraba la exigencia de restitución incondicional de Zelaya, una resolución de la OEA demandó la víspera su vuelta a la presidencia con apego al Acuerdo de San José; pero Roberto Micheletti volvió a negarse. En declaraciones a la televisión local, el golpista dijo que «no hay forma de que (Zelaya) sea restituido. Él salió de aquí sin ser Presidente de la República».

Interrogado en torno a una eventual acción de desalojo de la embajada de Brasil, el sátrapa anunció que a esa legación «se le mandará una solicitud respetuosa, advirtiéndole que le da asilo (a Zelaya) o lo entregan».

En declaraciones a periodistas, el canciller brasileño, Celso Amorim, reiteró a las autoridades de facto su deber de respetar la integridad de Zelaya, de su familia y la embajada, porque lo contrario sería una violación.

Por su parte, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva remarcó que no es posible aceptar más golpes militares. «Es importante que EE.UU. y Brasil compartan esa posición porque refuerza la democracia» dijo luego de aseverar que ambos Estados habían rechazado «lo que pasó».

Por su parte, el vocero del Departamento de Estado, Ian Nelly, reiteró los pronunciamientos la víspera de la titular Hillary Clinton y llamó a evitar la violencia y a asumir lo planteado en Costa Rica.

De otro lado, el terror mediático al que, con ironía, el golpista Micheletti achacó en un primer momento la noticia de la llegada de Zelaya, continuó siendo método típico de los usurpadores, quienes este martes cercenaron la señal del Canal 36 y de otros medios, a los que privaron del suministro eléctrico «para impedir que el pueblo hondureño y la comunidad internacional tengan la oportunidad de estar informados», afirmó el director del canal, Esdras Madrazo, quien denunció ataques directos contra sus plantas repetidoras y contra su personal.

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