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Lluvias amenazan a los desplazados del terremoto en Haití

Las autoridades advirtieron que la inminencia de precipitaciones torrenciales podría provocar inundaciones y deslizamientos de tierra

Autor:

Juventud Rebelde

Lluvias fuertes afectaron a Puerto Príncipe y sus alrededores, las cuales, si continúan, tornarán en extremo difícil la situación para los cientos de miles de personas que viven en tiendas de campaña, informó PL.

El terremoto que asoló Puerto Príncipe y las ciudades vecinas el 12 de enero pasado dejó casi medio millón de damnificados, la mayoría de los cuales cuenta con refugios muy frágiles para soportar cerrados aguaceros.

Las autoridades advirtieron que la inminencia de lluvias torrenciales podría provocar inundaciones y deslizamientos de tierra, muy habituales en la destruida urbe, una parte de la cual está rodeada de montañas y la otra en las propias elevaciones.

Los encargados de prevenir los desastres emitieron una alerta naranja -la segunda en gravedad- para el viernes y los cinco días siguientes, a causa de un área de lluvias que se acerca desde Cuba.

El peligro no acecha solo a Puerto Príncipe, sino que se extiende también a las ciudades de Leóganne y Jacmel, con daños cuantiosos cuando el referido movimiento telúrico.

En ninguna de estas poblaciones -y en la capital- existen planes de evacuación para los cientos de miles de personas que viven en campamentos ubicados en zonas con riesgos de inundaciones.

Las lluvias pueden llevar aparejadas deslizamientos de lodo y rocas, y hasta convertirse, después en potenciales propagadoras de enfermedades.

Por ahora, la alerta emitida solo pide a los pobladores que eviten cruzar o acercarse a los ríos crecidos, y los exhorta a prepararse para un traslado en caso de ser necesario.

Sin embargo, las evacuaciones se efectuarán por cuenta propia, lo que pudiera generar desórdenes en esta ciudad, muchos de cuyos habitantes consideran que pueden repetirse situaciones similares a las de mediados de enero, cuando miles de personas asaltaron mercados en busca de alimentos.

Hasta ahora, más de un millón de personas aceptó con tranquilidad su situación y durante casi cuatro y medio meses soportó con estoicismo las inclemencias bajo frágiles tiendas de campaña, pero nadie garantiza que será así por mucho más tiempo.

A estas alturas, según se dijo en las semanas siguientes del sismo, la mayoría de los desplazados debió contar con algún albergue provisional, edificado con madera y zinc, donde protegerse de las lluvias.

Sin embargo, apenas unos pocos centenares de esas estructuras se levantaron en el país, unas veces porque no aparecieron los documentos que garanticen la legalidad de los terrenos y otras por la demora en la llegada de la prometida ayuda internacional.

Lo cierto es que la temporada de lluvias y la cercanía de la de huracanes convierten al país en un polvorín, cuyo estallido puede producirse en cualquier momento.

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