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SEÚL, noviembre 12.— El G-20, elogiado en su momento como el mejor foro de acción contra la crisis financiera, demostró en la Cumbre de Seúl que le sera difícil superar los desacuerdos que aquejan la economía mundial, reportó AFP.
Las dos mayores economías del planeta, Estados Unidos y China, mantienen un duro enfrentamiento, en el que Washington acusa a Beijing de mantener artificialmente devaluada su moneda para favorecer sus exportaciones, que no paran de desequilibrar la balanza comercial bilateral en favor del gigante asiático, sin mencionar, claro, sus pretensiones de abaratar el dólar con sus últimas medidas de estímulo monetario.
«En Seúl hubo demasiado forcejeo sobre las divisas, los déficit y las exportaciones como para que los líderes del G-20 pudieran lograr ningún gran avance», observó David Shorr, experto en diplomacia de la Fundación Stanley, con sede en EE.UU. «Pero también hubo suficiente preocupación por evitar un fracaso», dijo tras la conclusión de la quinta cumbre entre las principales economías industrializadas y emergentes del mundo.
Los jefes de Estado y de Gobierno del Grupo se comprometieron a abstenerse de una «devaluación competitiva de las divisas» y a trabajar por reequilibrar las cuentas corrientes entre países exportadores e importadores.
Los mercados financieros no se mostraron nada sorprendidos. Adam Cole, jefe de estrategia de divisas en RBC Capital Markets, en Londres, dijo que el comunicado «difícilmente podía haber sido más descafeinado».
El lenguaje utilizado para referirse a la corrección de los desequilibrios de cuentas corrientes estuvo muy lejos del giro deseado por el presidente estadounidense. No obstante, Obama dijo que era «notable» que, pese a las tensiones de la Cumbre, se esté «haciendo el trabajo».
Para el presidente chino, Hu Jintao, y otros líderes, como el mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, o la canciller alemana, Angela Merkel, la principal amenaza para la economía mundial no viene de las potencias exportadoras, sino de la política monetaria estadounidense, que juzgan de flácida.
