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Asociación estratégica, apuesta de futuro

Beijing y Moscú profundizan la complementariedad de sus lazos como garantía de paz y coordinación en Eurasia, una zona donde EE.UU. y sus aliados tienen sobrados intereses geoestratégicos

Autor:

Nyliam Vázquez García

La más reciente visita del presidente de la República Popular China, Hu Jintao, a la Federación Rusa, resultó una contundente respuesta para quienes se inventan rivalidades entre potencias. Ambas naciones se esfuerzan para que diferencias históricas no enturbien sus estratégicos vínculos presentes y futuros, por lo que pesa más la apuesta conjunta por potenciar la complementariedad de sus relaciones.

En esta ocasión, la visita de Estado que tuvo lugar del 15 al 18 de junio últimos, no solo dio continuidad a una década de asociación estratégica, sino que significó un claro impulso en ese sentido, según trascendió.

Comoquiera que la firma en 2001 de un Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación entre Rusia y China pautó la cooperación entre ambas naciones, no es casual que la celebración del décimo aniversario de ese acontecimiento marcara un nuevo rumbo.

De hecho el comercio chino-ruso aumentó siete veces desde 2000 y llegó a casi 60 000 millones de dólares en 2010, cuando China desplazó a Alemania como primer socio comercial de Rusia. Dando continuidad a esa línea, ambos mandatarios planificaron durante el encuentro llegar a 100 000 millones de dólares en el intercambio para 2015, y a 200 000 millones de dólares para 2020.

«Será un nivel digno de la cooperación y la interacción entre China y Rusia», resaltó el presidente Dimitri Medvedev tras la entrevista con su homólogo chino.

Buenos vecinos, más beneficios

China y Rusia, dos naciones con extensos territorios y que comparten 4 300 kilómetros de frontera, establecieron relaciones diplomáticas en 1991, pero entonces quedaban por limar muchas asperezas relacionadas con sus visiones diferentes en torno a sus respectivos modelos de país. Sin embargo, ese primer paso definió la voluntad política de ambas partes de avanzar hacia una nueva etapa.

Una década después, el primero de julio de 2001, durante una visita del entonces presidente chino, Jiang Zemin, quedó firmado el tratado que hoy define la asociación estratégica. El texto, con sus 25 artículos, hace hincapié en un nuevo tipo de relación que descarta confrontar o atacar a terceros. Y solo con ese detalle se dan de bruces quienes azuzan odios o insisten en «la teoría de la amenaza china» o «el autoritarismo ruso».

El Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación «es un punto prominente en el desarrollo de las relaciones chino-rusas. De igual manera, ha dado inicio a un nuevo sendero para las relaciones internacionales», ha apuntado el actual mandatario, Hu Jintao.

Para Mijail Titarenko, jefe del Instituto de Extremo Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia, ese texto es un «documento serio de cooperación, ya que permite crear una estructura con múltiples capas de consultas políticas, económicas y culturales entre Rusia y China», según expresó recientemente a Xinhua.

No por gusto fue en su contexto que Beijing y Moscú firmaron en 2004 un tratado adicional sobre la frontera oriental que comparten, poniendo fin a 40 años de negociación sobre demarcación territorial.

Intereses comunes

Puede que no sean perfectas, porque a fin de cuentas ambos países compiten de cierta manera por áreas de influencia económica y política; sin embargo, las relaciones bilaterales tienen la clara intención, y así lo han declarado públicamente sus máximos dirigentes, de promover la paz, la seguridad, el desarrollo común y la prosperidad regional. No se puede olvidar que los nexos internacionales se parecen mucho a quienes los establecen, y en la balanza de toma de decisiones suelen pesar la elección racional y el pragmatismo.

Una de las prioridades de ambas naciones está en el tema energético. Con poderosas economías y ante la necesidad de sacarlas adelantes en medio de la crisis, ahí también se busca la complementariedad, y sobre todo vínculos a largo plazo basados en el beneficio mutuo. Y aunque Beijing diversifica sus fuentes de abasto de energía en la región, con Moscú mantiene suculentos contratos.

Un acuerdo bilateral alcanzado en febrero de 2009 estipula, según datos de Xinhua, que el gigante asiático concede a Rusia un préstamo a largo plazo de 25 000 millones de dólares, mientras esta última suministrará a China 300 millones de toneladas de petróleo a través de distintos oleoductos entre el año 2011 y el 2030.

El proyecto Siberia Oriental-Océano Pacífico abarca una longitud de 4 000 kilómetros; una parte de este, como estaba previsto, entró en funcionamiento desde el primero de enero de 2011. El oleoducto que conecta el extremo oriente ruso y el nordeste de China ha funcionado de forma continua y, hasta finales de mayo Rusia había suministrado más de seis millones de toneladas de crudo a su socio.

Asimismo, Beijing y Moscú negocian proyectos gasíferos a largo plazo, en los que, afirma Xinhua, estaría contemplada una línea occidental y otra oriental de suministro, que trasportarían a China 30 000 y 38 000 millones de metros cúbicos de gas, respectivamente.

«El diálogo energético es uno de los elementos más importantes de nuestra cooperación. Por eso decidimos mostrar al máximo dirigente de China una de las más grandes compañías energéticas rusas», señaló el primer ministro ruso, Vladimir Putin, quien también se reunió con el visitante chino en la sede de la trasnacional rusa Gazprom en Moscú.

Más adelante fueron firmados por los presidentes varios acuerdos económicos que se proponen profundizar en los siguientes diez años los vínculos económicos. Figuran los memorandos de cooperación entre la empresa rusa AFK Sistema y la china ZTE y dos importantes bancos, así como un convenio que prevé la construcción de una planta de la empresa china Fuyao Glass Industry Group en la provincia rusa de Kaluga, para la producción de vidrio para autos.

También acordaron mejorar los mecanismos de promoción de inversiones, mantener el crecimiento de la inversión mutua; promover además de la cooperación en petróleo y gas, proyectos de energía nuclear, carbón, electricidad y nuevas energías. Asimismo, explorar otras maneras de contribución en lo referente a la ciencia, la tecnología, la innovación y medio ambiente.

Una nueva era

Si se tiene en cuenta que China y Rusia enfrentan preocupaciones similares, es lógico que trabajen de conjunto para establecer pautas de comportamiento comunes. Otra actitud no estaría adaptada a las necesidades mutuas. Quizá por eso la coherencia.

El avance en la profundización de la cooperación económica se extiende hacia el plano político. Una declaración conjunta hecha pública en el décimo aniversario de la firma del tratado de amistad entre las dos naciones, apunta a un esfuerzo aún mayor de las partes para promover lazos más integrales y estrechos, según pronosticaron expertos en relaciones internacionales.

China y Rusia acordaron en el documento «dedicarse al desarrollo de una asociación de cooperación estratégica integral basada en la igualdad, la confianza y el apoyo mutuos, la prosperidad común y la amistad duradera».

También quedó recogido en el reciente texto el reconocimiento de ambas partes sobre la necesidad de realizar esfuerzos concertados ante retos globales como la crisis financiera internacional, los conflictos regionales, los desastres naturales, la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo y el cambio climático. Con la responsabilidad que implica ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, China y Rusia mantienen una concertación estrecha en ese organismo internacional y en otros mecanismos de diálogo y cooperación regional.

Incluso los más escépticos tendrán que concordar en que el dúo gigante ha logrado un notorio progreso en el impulso de su confianza política. Y aunque ello no conviene a las apetencias imperiales, el camino ya está trazado. Si bien se auguran tiempos complejos en el contexto de la crisis global, las dos naciones mantienen su apuesta por relaciones modélicas.

La cultura, otro puente

China llevó a cabo el Año de Rusia en 2006, y el Año de la Lengua Rusa en 2009. Por su parte, Rusia realizó el Año de China en 2007 y el Año de la Lengua China en 2010. Estas actividades aumentaron el entendimiento mutuo entre los pueblos y ayudaron al conocimiento entre chinos y rusos y sobre todo, a acortar distancias.

En 2010, según datos de la agencia rusa Ria Novosti, unos 40 000 estudiantes universitarios chinos y miles de escolares aprendían ruso, mientras más de cien instituciones educacionales impartían mandarín en Rusia.

Según trascendió, China y Rusia también organizarán el Año del Turismo, para profundizar los intercambios en ese sector. Ya en 2010, más de tres millones de personas de ambas nacionalidades daban cuenta del acercamiento a partir de visitas.

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