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KUNDUZ, septiembre 10.— Un hombre con un chaleco de explosivos se inmoló el lunes en un concurrido cruce en el norte de Afganistán, matando a diez policías y seis civiles, en la misma jornada en que Kabul recibió de Estados Unidos el control de la prisión de Bagram, donde cumplen condena más de 3 100 detenidos.
Los militares blanco del suicida fueron atacados en la capital de la provincia de Kunduz, donde otras 30 personas, incluyendo miembros de las fuerzas de seguridad, resultaron heridas, informó Reuters.
Nadie se atribuyó inmediatamente la autoría del ataque, que llevaba el sello de los insurgentes talibanes.
El ataque de este lunes se produce dos días después de que un adolescente detonase explosivos cerca del fuertemente protegido cuartel general de la OTAN en Kabul, y matara a seis civiles, incluyendo niños.
En tanto, Washington entregó este lunes a las autoridades afganas más de 3 100 detenidos de la prisión de Bagram, decisión que había sido tomada en marzo.
El centro penitenciario, situado junto a la base estadounidense de Bagram, al norte de Kabul, dice ANSA, era acusado de maltratos a los prisioneros afganos, muchos de ellos militantes talibanes, y se convirtió para los afganos en uno de los grandes símbolos de la ocupación norteamericana de su país.
