15
Beatriz vino desde la frontera colombo-venezolana con sus hijos de la mano. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:31 pm
CARACAS.— Beatriz Peñalosa vino con sus dos hijos para darle un «hasta luego» al presidente Hugo Chávez. El jueves inició una peregrinación de diez horas desde la frontera colombo-venezolana, en el estado Táchira, hasta la ciudad capital. Luego estuvo otras diez horas en la cola para entrar al Salón de Honor de la Academia Militar y verlo.
De ahí, siempre con sus dos hijos de la mano, en la noche de ayer estaba en el Palacio Federal Legislativo, para ser testigo de la juramentación de Nicolás Maduro como Presidente Encargado de la República. La familia lleva casi dos días sin dormir. Pero no les importa. «La patria es lo primero», dice.
«Maduro, como buen revolucionario, seguirá el legado de nuestro máximo líder, que siempre será Chávez.
«Ahora él es el Presidente Encargado, pero también es el candidato de la Revolución para las elecciones que deberán realizarse, a lo máximo, dentro de un mes.
«Entonces volveremos de nuevo a verlo proclamado, esta vez, como Presidente electo. Lo tenemos todo a favor. Los chavistas le daremos nuestro voto. El Comandante lo designó para esa tarea. Y si lo decidió, fue porque es el más adecuado para este momento histórico.
«Chávez nunca se equivoca. Maduro será nuestro nuevo Presidente. Y hay que apoyar ese mandato. No podemos dejar que se deshaga lo obtenido. La Revolución debe seguir adelante».
Fernando Sánchez, un negro fornido, oía la conversación. Me intercepta: «Es como ella dice. Esto es lo mejor que podía pasar para continuar el programa de Hugo.
«Como usted habrá observado, la irreparable pérdida que hemos tenido ha unido más a los revolucionarios; incluso mucha gente honesta, distanciada del chavismo o de la política, se ha conmocionado, y están empezando a tomar partido.
«Pienso que en las nuevas elecciones vamos a sacar más puntos que el 7 de octubre, cuando mi Comandante alcanzó ocho millones y tanto de votos. Entonces, algunos de los nuestros no salieron a las urnas. Estaban confiados en la victoria que fue; pero ahora creo que casi nadie va a permitirse ese lujo.
«Más gente saldrá a votar. Por Maduro, pero tendremos en mente a Chávez. Será el voto, otro más; la victoria, otra más, de ese hombre grande que ahora estamos despidiendo».
La convicción de Chávez
Oscar Jelambi es ingeniero químico. Hombre culto. Con sus 63 años pudiera estar en un puesto tecnocrático. Prefirió entregarse a los humildes. Es de los Facilitadores de la misión Ribas, uno de los programas educativos creados por el presidente Chávez, y que se lleva a cabo con colaboración cubana.
En las afueras del Palacio Legislativo, lo secunda su compañera. «Nadie se esperaba algo tan súbito como esto, que el Comandante muriera, pero hay que enfrentarlo. Su voluntad fue, antes de partir para Cuba en diciembre, que Maduro, en caso de que él faltara, encabezara el Gobierno Bolivariano.
«Si su convicción era Maduro, y sabiendo que Chávez es un hombre de convicciones, así será. El futuro no se puede prever, pero nuestro futuro será la profundización de la Revolución. Y ahora será con mayor fuerza, mayor arraigo, porque tenemos que hacer germinar esa semilla que el Comandante sembró, y recoger los frutos, que es la Revolución, el Socialismo».
La joven Mariángel Agüero es miembro del Frente Francisco de Miranda. Estuvo por Cuba en 2004. Cree firmemente «que Maduro seguirá los proyectos que tenía Chávez en mente: los que concluyó y los que faltan.
«Le dará continuidad a todos, y surgirán otros más, siempre según los testamentos políticos del Comandante, la Constitución Bolivariana y el Plan de la Patria 2013-2019, como bien Maduro expuso ante las casi 60 delegaciones extranjeras que asistieron a los funerales de Estado de mi Comandante.
«Todo continuará, a paso más firme aún, porque así es como quiere Chávez. Los planes para la juventud y los estudiantes, por ejemplo, porque necesitamos seguir construyendo una mejor realidad y garantizar que las nuevas generaciones lleven adelante este proceso histórico.
«También seguirán las misiones sociales, como la educativa. Ya en Venezuela no hay analfabetos, hasta mi abuela se graduó de la misión Robinson y continúa estudiando. Eso es lo que hizo Chávez, y eso es lo que continuará Maduro».
Saori, la hija
Las afueras del Palacio Legislativo se comenzaron a llenar a media tarde, tan pronto se informó oficialmente un cambio de sede en la sesión especial de la Asamblea Nacional para juramentar como Presidente Encargado a Nicolás Maduro.
Inicialmente estaba previsto que la ceremonia se realizara en la Academia Militar de la Guardia Nacional, en Fuerte Tiuna, donde se le rinde tributo póstumo al líder de la Revolución Bolivariana, pero ante los miles de venezolanos que quieren despedirse de su Jefe, la Directiva del Parlamento decidió realizar el evento en su edificio oficial.
Ya a las 9:00 de la noche no cabía nadie más en las calles que rodean al Legislativo y la Plaza Simón Bolívar.
«Con Chávez y Maduro, el pueblo está seguro»; «Chávez lo dijo, y tiene razón, con Nicolás Maduro sigue la Revolución»; «Se lo decimos, se lo decimos, con el Comandante, no pueden los sifrinos»; «Chávez, lo juro, mi voto es por Maduro»... eran algunos de los muchos coros, ya conocidos, otros nuevos, que entonaba la multitud.
Una pequeña niña viene hacia nosotros. Dice que ella quiere decir algo. Su mamá se acerca con cara de pena, pero Saori Blanco, con sus seis años, no puede aguantarse.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto.
—Vine a ver a Nicolás Maduro.
—¿Y quién es él?
—El hijo de mi Comandante.
—¿Y quién es tu Comandante?
—Chávez.
—¿Y quién es Chávez?
—El mejor Presidente del mundo.
—¡Sí! ¿Por qué?
—Porque cuida a la patria. Porque es muy bueno con los niños.
—¿Y Maduro?
—Él es igual a Chávez. Trata a todos igual.
—¿Y dónde está Chávez?
—Dicen que murió, pero es mentira. Él solo está dormido.
