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El humillante perfil delictivo del NYPD

Hace pocas semanas, se filtró la existencia de un sistema de asignaciones de arrestos en el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), por las declaraciones de dos de sus oficiales, Adhyl Polanco y Pedro Serrano

Autor:

Juana Carrasco Martín

Discriminación, intolerancia, supremacía blanca, xenofobia. Se entrelazan estas actitudes o fenómenos sociales cuando se conoce que un informe sobre lo acontecido el pasado año en el ámbito policiaco y de la sociedad estadounidense muestra que cada 28 horas una persona negra es asesinada en Estados Unidos.

A esos crímenes no está ajena la policía, y se les llama ejecuciones extrajudiciales, violencia puesta en práctica no pocas veces como parte del método o política de stop-and-frisk, detener-y-cachear, aplicada preferentemente por los agentes represivos contra las minorías raciales, y en la que los vigilantes de la ciudad de Nueva York, desde el 2004, muestran un impresionante récord: cinco millones de estas detenciones. En el 88 por ciento de los casos no hacían nada en contra de la ley, solo 1,9 por ciento de los detenidos en 2011 estaban en posesión de un arma, y cerca del 90 por ciento de los pesquisados eran negros o latinos —a pesar de que solo representan el 52 por ciento de la población de la ciudad—, porque al parecer llenan «mejor» el perfil de perseguidos como criminales, según los criterios de la policía neoyorquina.

Un punto que hace más aberrante la conducta policiaca saltó en las investigaciones de hechos donde han ejercido fuerza extrema, hasta el punto de matar a los detenidos: el departamento cumple «su cuota».

Hace pocas semanas, se filtró la existencia de un sistema de asignaciones de arrestos en el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), por las declaraciones de dos de sus oficiales, Adhyl Polanco, del Bronx, y Pedro Serrano, con ocho años de servicio, y del que se dice se le saltaron las lágrimas cuando explicó al juez sus cargos de conciencia: «Es muy simple. Yo tengo hijos. Yo trato de ser una persona decente».

Serrano presentó una grabación de junio de 2010 en la que una teniente le decía que los oficiales «buscaban cinco», refiriéndose a la cantidad específica de órdenes criminales a completar en el precinto.

A Serrano, el subinspector Christopher McCormick le recriminó su «baja actividad» o «números» de arrestos, y le habló de la Orden de Operaciones No. 52 que le permitía implementar «metas de rendimiento», además de exigirle que detuviera a «la persona correcta en el momento correcto», a lo que le preguntó «¿Y cuál es la persona correcta?», recibiendo esta respuesta: «No tengo ningún problema en decirte esto: hombres negros de 14 a 20, a 21».

Las audiencias judiciales sobre esas prácticas policiacas que se estiman inconstitucionales andan en proceso desde el pasado marzo, cuando cuatro ciudadanos presentaron acusaciones; sin embargo, los abogados defensores de los policías argumentan que detener y chequear es perfectamente legal y además ha ayudado a hacer más segura a la ciudad de Nueva York.

La National Public Radio (NPR) publicaba las declaraciones que hiciera David Ourlicht, uno de los querellantes: «Me lanzaron contra la pared, sacaron todo lo que tenía en mis bolsillos, lo tiraron al piso, mi bolsa como si fuera basura, mis libros y todo… Yo tenía las manos detrás de mi cabeza. De forma que yo no quería mirar atrás o moverme porque había muchas armas detrás. Era espeluznante».

A esas condiciones humillantes están sometidos negros y latinos en la llamada Gran Manzana, incluso desde edades bien tempranas, lo que convierte la situación en parte del american way of life, el modo de vida americano para  estas minorías.

En marzo, sin prácticamente ninguna publicidad en la gran prensa estadounidense, vecinos de Brooklyn llevaron a cabo protestas contra la brutalidad policial y al menos 18 personas fueron arrestadas durante estas manifestaciones en el barrio East Flatbush, uno de los más pobres de Nueva York. Policías del Precinto 67 habían ejecutado de siete disparos —cuatro de frente y tres por la espalda—, a Kimani Gray, un muchacho de 16 años, lo que había provocado la ira de la población que ya había visto el 12 de agosto otro asesinato policial, el de Shantel Davis, una joven de 23 años que murió desangrada, luego de que le dispararan porque un oficial dijo que ella estaba robando un carro.

Lo cierto es que tales casos ocurren precisamente en las barriadas de las minorías pobres, donde la brutalidad policiaca se ha convertido prácticamente en algo «normal», como también su proceder racista.

El pasado 22 de abril, en The Real News, se publicó el estudio sobre los asesinatos extrajudiciales de personas negras y las detenciones por el perfil racial, realizado por Kali Akuno, un organizador del Movimiento de Base Malcolm X (MXGM), y sustentaba que estas eran el suministro de la encarcelación en masa que mantiene tras las rejas a 2,4 millones de personas, y que marcan de por vida a millones en EE.UU., negándoles luego un trabajo, una vivienda, beneficios sociales y el derecho ciudadano de votar. «Este es un sistema que no tiene futuro para millones de jóvenes negros y latinos».

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