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El kirchnerismo: una mesa de tres patas

Diálogo con el politólogo argentino Gustavo Ariel Baeza

Autor:

Javier Alberto Piloto Rodríguez

En el próximo mes de octubre se celebrarán en Argentina las elecciones presidenciales y legislativas. Desde el año 2003 los esposos Néstor y Cristina Kirchner han gobernado el país, sacándolo del modelo neoliberal que lo había sumido en la crisis económica.

Tras la retira de la actual presidenta queda por ver si el kirchnerismo podrá sobrevivir en esa nación. A propósito de tan importante tema, dialogamos con el politólogo argentino Gustavo Ariel Baeza.

—¿Qué fuerza política avizora usted que ganará las próximas elecciones presidenciales en Argentina? ¿Habrá continuidad del kirchnerismo?

—Sin lugar a dudas —y descontando alguna extraña eventualidad— la fuerza política que encabeza la presidenta Cristina Fernández: el Frente para la Victoria, se perfila como claro ganador de las elecciones presidenciales.

«Preguntarse acerca de la continuidad del kirchnerismo más allá del 2015 amerita un análisis crítico de los elementos que se manifiestan como indicios de continuidad del kirchnerismo en la vida política del país. Para organizar mi intensión me gusta pensarlo como una mesa de tres patas:

La primera pata de la mesa consiste en que el kirchnerismo es una fuerza política de profundas bases institucionales en todos los órdenes de gobiernos, ya sean ejecutivos o legislativos; y en todos los niveles de decisión, nacional, provincial, municipal, etc. Es una alianza política, la cual tiene representación y representatividad concreta, territorial; y por medio de una gestión que más adelante caracterizaremos, ha conseguido legitimarse en diversas instancias electorales a las que se ha sometido.

«Con sus más y sus menos, es la fuerza política más importante del país, por el grado de incidencia institucional en los resortes del Estado, por la diversidad, por la capacidad de acción, por las dimensiones de dicha fuerza política; y caracterizada por una indiscutible conductora que es Cristina Fernández de Kirchner, a la sazón la estadista más importante en mucho tiempo en la política nacional.

«En tanto fuerza política de nivel nacional, el kirchnerismo es una organización que tiene y mantiene cuadros políticos en el ejercicio del poder, y suscita la adhesión de la inmensa mayoría de la población, movilizada o no. Ni más ni menos que eso.

«La segunda pata merece y merecerá un profundo análisis y tiene que ver con la política y lo político. ¿Qué se entiende concretamente cuando hablamos de política? ¿Qué lugar ocupa la política en el país tras 12 años de kirchnerismo?

«Estas preguntas que nos hacemos iluminan una posible respuesta. A partir del 25 de mayo de 2003 comenzaron a sucederse una serie interminable de cambios, motorizados por la necesidad de una recuperación nacional y la voluntad de una fuerza política de llevarlo adelante, luego del vendaval neoliberal, que terminó con la quiebra financiera y productiva del país, y con el hundimiento del sistema político en su conjunto.

«Una de las primeras presiones que debió sortear el entonces presidente de la nación, Néstor Kirchner, allá por 2003, de parte de los voceros del poder económico concentrado —los medios de comunicación— fue la interpelación acerca de qué haría el gobierno nacional con el Banco Central de la República Argentina ¿Lo privatizaría, cuándo?

«Esta amenaza latente era estremecedora, pues implicaba que los mentores de un modelo ideológico sumamente perverso no se consagraran con la hegemonía alcanzada en los aciagos años neoliberales y pretendieran ahora controlar directamente la espada de Damocles del sistema financiero local, entregándole al mercado la potestad del manejo de la política económica, monetaria, y financiera.

«Lejos de esto, la respuesta del ejecutivo nacional fue reivindicar lo público en el seno de la sociedad. En esta primera disyuntiva se trasluce la resignificación de lo político. Para el neoliberalismo, la política o lo político consistía en una palanca que accionara una visión del mundo, caracterizada por la privatización de lo público, la privatización de los servicios, la mercantilización de todo tipo de bienes, etc. y donde la política debiera ser a lo sumo, el Caballo de Troya legitimizante de los dictados del mercado.

«Sin embargo, para el kirchnerismo la política consiste fundamentalmente en la recomposición del Estado y de lo estatal en la sociedad. Entonces, la política ya no es una herramienta facilitadora del mercado y del sistema capitalista, para incidir en el orden social y cultural de una nación, sino que la política es la sustancia que define qué orden social se quiere y qué economía pretende un Gobierno para un pueblo».

¿Cómo evalúa la gestión de Néstor y Cristina en cuanto a las políticas sociales realizadas?

A esto le podríamos llamar la tercera pata, la cual consiste en la diagramación de una estrategia política, que podemos definir como la reivindicación de lo público en el seno de la sociedad, y de la política como conductora de la economía.

«Podemos subrayar un conjunto de políticas públicas que hoy son definidas con distintos matices como modelo político o como proyecto político. Me gusta más la segunda acepción para englobar ese conjunto de medidas programáticas.

«Una estrategia que se relaciona con la ejecución de un programa de Gobierno centrado en mejorar los niveles de distribución del ingreso, garantizar el acceso a los bienes sociales y culturales a la inmensa mayoría de la población, expandir el consumo ya sea por vía de la inversión social, amén de mayores y mejores coberturas de riesgo, o de mejoras sustanciales en los salarios de los trabajadores, concertadas en mesas paritarias integradas por empresarios, representantes gremiales y el Estado, etc.

«Hoy, el Estado utiliza los recursos de la economía para el fortalecimiento de lo público, priorizando políticas para los sectores más postergados de la sociedad. Los mayores índices presupuestarios para educación de que se tengan memoria, construcción de escuelas, hospitales, carreteras, empresas estratégicas, financiamiento científico técnico, construcción de viviendas —nueve de cada diez préstamos otorgados para la construcción de viviendas los financia el Estado nacional— y así con todo, para caer en la cuenta de que posiblemente, Argentina está frente al modelo de desarrollo nacional más importante de los últimos 200 años y solo igualable a los primeros diez años de Gobierno del general Perón. Podríamos hablar sin lugar a dudas de un Estado Benefactor al estilo latinoamericanista.

«El kirchnerismo tiene continuidad porque es una fuerza política con presencia en todo el país y con populares índices de adhesión, manifiesta sin desembozos, ni dobles discursos o patéticas contradicciones tiene una idea de lo político muy concreta y muy verificable en el plano de la realidad. Me atrevo a decir que esta corriente progresista fue el gran revitalizador de la política en los umbrales del siglo XXI».

De materializarse un retroceso en el empuje progresista de esta nación, ¿cuánto afectaría ello a los modelos integracionistas regionales?

El kirchnerismo tiene una estrategia política conocida por quienes se adhieren a sus bases en lo que es ya todo un paradigma en América Latina y esbozaba inacabadamente más arriba en la idea de un Estado Benefactor latinoamericanista.

«En relación a esto último, debemos destacar que no son pocos los países de América Latina que han logrado torcer los designios del neoliberalismo en la región, procurando una transformación sustancial del papel del Estado y redefiniendo el sentido, o los sentidos de la política.

«Pero en lo local, Argentina o Brasil juegan en el Mercosur un papel central en esa batalla contra el neoliberalismo, las corporaciones empresariales y los políticos adeptos a esta visión del mundo. Un colapso del kirchnerismo en el país significaría un inmenso retroceso para la izquierda latinoamericana y/o los sectores progresista del continente.

«La continuidad o no de esta corriente política no está dada por las diatribas de tal o cual candidato, sino por el hecho de que las tres patas de la mesa estén en su lugar, y que nadie desde dentro del kirchnerismo o fuera del mismo, nos quiera voltear la mesa o cortarle las patas».

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