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Una mirada al sueño chino (+ Fotos)

Entre los habitantes del Gigante asiático se maneja un concepto que procura la revitalización del país y el logro del bienestar colectivo como esencia misma de lo que sería, según sus anhelos, una sociedad acomodada. A 66 años de la proclamación de la República Popular China, JR comparte visiones de un viaje por esas tierras

Autor:

Lisván Lescaille Durand

Tal vez no exista otro texto que en pocas líneas describa mejor una de las esencias del pueblo chino que aquella fábula atribuida al escritor Lie Yukou. Según la historia de marras, un anciano se propuso remover las montañas situadas frente a su casa, porque le resultaba incómodo bordearlas cada vez que salía o regresaba de su morada. Entonces, cuenta la leyenda, solo con la ayuda de su familia y un niño del vecindario, empezó a cavarlas y echar en el lejano mar la tierra y los peñascos desmontados.

En cada viaje tardaban meses. Entonces un hombre que vivía a la vera del río, señalando al anciano tal necedad, le censuró su falta de vitalidad para esa empresa, a lo que el veterano arguyó con total aplomo: «Aunque yo muera, quedarán mis hijos y los hijos de mis hijos; y así sucesivamente, de generación en generación. Y como estas montañas no crecen, ¿por qué no vamos a ser capaces de terminar por removerlas?».

La historia, en apariencias pueril, deja, sin embargo, una enseñanza que parece haberse impregnado muy bien en la conciencia de las generaciones actuales de habitantes de ese hermoso país, cuya población sobrepasa los 1 300 millones de personas, afanadas en la consecución de lo que ellos llaman el «sueño chino», una aspiración enarbolada por el presidente Xi Jinping y la nueva dirección política de China.

Los líderes del Gigante asiático y no pocos estudiosos del asunto sostienen que este concepto en la República Popular China procura la revitalización del país, la superación de los lastres del pasado y el logro del bienestar colectivo como esencia misma de lo que sería, según sus anhelos, una sociedad acomodada.

Beijing en el vórtice de esa meta

Desde el primer contacto con China, el forastero tiene la impresión de que lo deseado no está en la órbita de los sueños, sino en las realizaciones cotidianas. Una de las capitales más extensas del mundo, Beijing, parece diseñada para mostrar cuánto se puede avanzar cuando hay una meta por conquistar.

Basta arribar a su aeropuerto internacional, construido en apenas dos años, y el derroche de ingeniosidad y tecnología en sus áreas te habrán abofeteado gratamente para sacudirte la modorra, tras una recia travesía de 20 horas sobrevolando el Atlántico y varios territorios euroasiáticos.

Unas avenidas amplias y exquisitas te ponen en contacto rápidamente con la rutilante modernidad que despegó hace más de 30 años con las reformas económicas emprendidas entonces. La ciudad está diseñada en forma de anillos que conforman los 18 distritos municipales y suburbanos donde viven más de 20 millones de personas, interactuando cotidianamente con decenas de miles de extranjeros atraídos por su reconocimiento mundial como centro de negocios, plaza para las artes, el deporte y la cultura.

El ímpetu del desarrollo chino se puede apreciar claramente en las construcciones de inmuebles con las más variadas formas geométricas. Foto: Lisván Lescaille Durand.

Si algún aspecto de la cotidianidad refleja mejor la dinámica de su desarrollo, ese es el de la construcción. En todo el país, incluso en las zonas menos favorecidas, enormes y acristaladas jaulas de acero se levantan con inusitada rapidez, para dejar apreciar por sobre las enormes grúas de izaje, edificaciones que retan a la imaginación, debido a la variedad de formas geométricas con las que se conciben.

Foto: Lisván Lescaille Durand.

De tal manera, la vista no para de recrearse en centros comerciales, complejos de oficinas, bancos y otros inmuebles diseñados en pirámide, rombo o cuadrado, semejando un nido de pájaros, como el Estadio Olímpico, o los  pantalones de un hombre, como la sede de la Televisión Central de China.

Linda, seudónimo de una joven guía turística, explicó que aunque resulta difícil para los más jóvenes tener su casa propia, se ha dinamizado la construcción de complejos habitacionales de todo tipo, con apartamentos que varían en su amplitud y confort, y que luego se otorgan de acuerdo con el nivel profesional y la escala social adquirida por los ciudadanos.

En este sentido, las proyecciones de urbanización del país conciben una dinámica conversión de la población rural en citadina, lo que conduciría a que al terminar 2015 sean alrededor de 700 millones de ciudadanos los que tengan óptimas condiciones de vida y empleo en las ciudades, a tono con un fenómeno migratorio mundial, que en este caso está incentivado por el manejo de una agricultura sostenible, moderna e intensiva.

Igualmente, impresiona al visitante la cantidad de autos modernos de todas las marcas, tanto propias como occidentales, transitando por las ciudades de China. Solo en Beijing, según un estimado reciente, existen más de cinco millones de carros, una apuesta de modernidad que el Gobierno se propuso en 1986 y que en algunos años se hizo realidad.

Si bien el tráfico vehicular en la ciudad capital suele crear el caos, al igual que ocurre en cualquier metrópoli desarrollada, es muy raro escuchar el concierto de cláxones zahiriendo el oído del transeúnte, como es habitual en otras partes de orbe, una evidencia de la disciplina y el temperamento chinos.

El individuo multimediático

La imagen de cientos de personas sumergidas en sus móviles o tabletas mientras caminan por las calles o viajan en metro u otro transporte público resulta recurrente. Si en otra esfera de la sociedad se aprecia nítidamente el esplendor de la modernidad, es en el aspecto tecnológico, cuyo impacto en los procesos de la comunicación resulta claramente perceptible en el ciudadano común.

Según estadísticas recientes, en China existen más de 1 100 millones de usuarios de la telefonía celular y unos 649 millones de internautas, lo que significa una tasa de penetración de Internet del 47 por ciento. Además, se cuentan unos 800 millones de miniblogs, así como una red para mensajes de texto, imágenes y voz, similar a las más usadas redes sociales del mundo occidental.

Ese vigoroso empuje de la digitalización ha cambiado por completo la tradicional ecuación de relacionamiento de los medios de comunicación con sus públicos, al punto de que las redacciones son obligatoriamente multimedia, porque el ciudadano común puede interactuar con todos los medios, atenido a sus intereses y la posibilidad de consumir los productos audiovisuales por Internet en cualquier sitio.

«El acceso a los medios de comunicación es un derecho del  ciudadano», remarca Madan Liu Ying, vicepresidenta del Instituto de Formación e Investigación de la Administración Estatal de la Prensa, las publicaciones, la radio, el cine y la televisión de China, institución organizadora del seminario que nos puso en contacto con los directivos y periodistas de la Televisión Central, la Radio Nacional, la cadena de radio internacional y la agencia de prensa Xinhua.

La afirmación de la señora Ying se sustenta, según sus palabras, en el hecho de que los medios tienen una encomienda pública y jamás se subordinan a intereses del mercado, si bien tienen relaciones contractuales con empresas privadas que permiten sostenidos ingresos anuales, esencialmente por concepto de publicidad.

Por su parte, Zhu Yanan, jefe del Departamento de Leyes y Reglamentos en la radio y la televisión, sostuvo que el Gobierno pone en marcha programas que proporcionan antenas para la televisión cada 50 kilómetros, así como opciones de acceso al cable y a Internet para asegurarse de que los ciudadanos puedan ver y escuchar los productos audiovisuales con alta calidad, lo cual no es una decisión de mercado, sino política.

Los estudios de televisión en China exhiben un verdadero derroche tecnológico, visto desde la perspectiva de los participantes en el Seminario para profesionales de América Latina. Unos 159 canales nacionales se generan en ellos, y existen fusionadas otras 2 214 estaciones de radio y televisión. Foto: Lisván Lescaille Durand.

Al decir de los directivos de la radio y la televisión allí, la red de radio de la nación asiática cubrirá el 93 por ciento del territorio, y la de televisión, el 98. Mientras tanto, continúan desarrollándose proyectos para elevar la eficacia de la «plataforma de las nubes» que, en esencia, significa el envío de  programas audiovisuales por Internet TV —Mobile TV—, la radio por Internet, la televisión móvil, el transporte público, la gran pantalla al aire libre y los sitios de video también por Internet, entre otros soportes.

La ruta de la seda

Algunos detractores del modelo chino se apresuraron, antes de iniciadas la apertura y modernización del país hace más de 30 años, en presagiar su debacle, atenidos a la supuesta imposibilidad de las autoridades de garantizar el sustento de una población que crecía a un ritmo acelerado; sin embargo, a pesar del costo en diferenciación social y el impacto sobre el medio ambiente, la China de hoy es el mentís más rotundo a sus difamadores.

El país se convirtió en ese tiempo en la segunda economía del mundo, detrás de Estados Unidos, al levantar las anclas del feudalismo y mostrar en los últimos 15 años un ritmo de crecimiento anual del ocho por ciento, lo que elevó su PIB de 3 000 millones de yuanes en 1978 a más de 51 000 millones en la actualidad.

Aún con los devaneos del mercado, que mantienen inquietas las bolsas de valores en todo el mundo, la República Popular  China sigue mostrando un talante vigoroso en cuanto al monto de las reservas extranjeras, el cual supera los 3, 8 millones de dólares, continúa revitalizando el sector energético y la producción de alimentos, entre otros.

En ese contexto el presidente Xi Jinping lanzó una ambiciosa iniciativa internacional, denominada la Ruta de la Seda, que concibe una amplia red de infraestructuras de comunicación y transporte que permitirían mejorar las conexiones existentes entre China y el resto de Eurasia y África.

Una proyección que, como otras dibujadas en el sueño chino, es perfectamente alcanzable, al igual que la felicidad compartida entre más de 1 300 millones de personas. Una premisa inspirada en el alma del pueblo chino, que es capaz de remover montañas.

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