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Argentina traza futuro

El fin de las presidencias kirchneristas marca otro hito en la historia de la nación austral; en las urnas, los argentinos decidirán por el cambio o la continuidad del legado

Autor:

Yailé Balloqui Bonzón

«El 10 de diciembre asumiremos en un país ordenado, desendeudado y con paz social. Y también con más soberanía. El Frente para la Victoria (FpV) ha hecho resurgir a la Argentina».

Fueron esas las palabras del cierre de campaña del FpV, en representación de su candidato, el favorito en las encuestas, Daniel Scioli. Y no son sus ideas un puro formalismo de campaña proselitista. Los números lo corroboran y los propios argentinos lo atestiguan.

El 25 de mayo de 2003 la historia de la nación austral vivió un vuelco de hoja. Una realidad poco probable trajo a Néstor Kirchner a la Presidencia de un país que luego del hundimiento de 2001, vivía con un 57 por ciento de pobreza y 21 por ciento de desempleo.

A golpe de empeño y no sin pocos tropiezos se inició así en la Argentina una etapa de transformaciones que la gente valoró. Se puso en orden la economía, se salió del impago de deudas o default, se pagó la deuda con los organismos internacionales de crédito, se reconstruyó la Corte Suprema de Justicia y se iniciaron los juicios a los responsables de la última dictadura militar, ocurrida entre 1976 y 1983. Iniciaba así Néstor Kirchner la construcción de la llamada «década ganada».

Sin optar por la reelección, Kirchner apoyó la candidatura de su esposa, Cristina Fernández, quien llegó al poder en 2007, luego de ser senadora nacional durante todo el mandato de su marido. Siguió las pautas trazadas por Néstor y resultó tener posiciones muy fuertes y controversiales en la escena nacional e internacional, las cuales  le hicieron merecedora de un importante prestigio.

Pero hoy, impedida constitucionalmente para competir por un tercer mandato consecutivo, Cristina Fernández entregará el mando el próximo 10 de diciembre y por primera vez en 12 años, el presidente no llevará el apellido Kirchner.

Así, el Frente para la Victoria, una coalición política de varios partidos, se enfrenta al desafío de mantenerse en el  poder y continuar lo avanzado hasta hoy. Más de 32 millones de argentinos están convocados a las urnas el próximo domingo para elegir presidente, renovar los gobiernos de 11 provincias, parte de la Cámara de diputados y el Senado y, por primera vez, a los legisladores del Parlamento de Mercosur.

Una «década ganada»

El caso Kirchner es único. La historia argentina recoge que la mayoría de los presidentes en esa nación han llegado al final de su mandato hundidos. Pero Cristina Fernández deja la Presidencia con una alta valoración, por encima de 50 puntos positivos.

La Presidenta de esa nación, se sumó a la batalla política, y con sus planes sociales y su discurso siempre duro contra el empresariado y la banca y a favor de los trabajadores, ha logrado un enorme apoyo en las clases más populares.

Durante su presidencia se estableció la Asignación Universal por Hijo, se nacionalizaron los fondos jubilatorios, la petrolera YPF y los ferrocarriles, y se aprobaron las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo y de identidad de género.

También fue promulgada la controvertida Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que le valió un duro enfrentamiento con el principal conglomerado mediático del país, el Grupo Clarín, que aún perdura.

Además, bajo los ocho años de mandato de Cristina, vieron la luz el programa Conectar con Igualdad, se aumentó el presupuesto para la ciencia e investigación, se reformó el Banco Central y fue creado el Código Civil y Comercial.

Otro tema controversial fue su relación con el campo. En 2008, Fernández enfrentó un paro agropecuario acompañado de un bloqueo de rutas que se extendió por 129 días, contra el aumento de los impuestos a los principales cultivos del país, en especial la soja.

Sacudidas importantes también han estremecido al Gobierno y a la propia Presidenta. Una creciente inflación llegó en 2014 al nivel más alto, reconocido por las estadísticas oficiales, que la estimaron en más del 20 por ciento. A estos problemas, se sumó el conflicto con los fondos de capital de riesgo, conocidos también como los fondos buitre, aún sin resolverse, pero una batalla en la que se defiende la soberanía de la nación.

Esta situación llevó al país a una cesación de pagos selectiva, luego de que la justicia estadounidense le impidiera pagar hasta que resolviera el pleito con los bonistas especuladores que no aceptaron entrar en las reestructuraciones de deuda de 2004 y 2010.

En la arena internacional es la nación austral uno de los centros de poder desde América del Sur. Desde su llegada a la Casa Rosada, Néstor Kirchner se sumó a la batalla que lideraban entonces el presidente venezolano Hugo Chávez y el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro por la integración que luego redibujaría el mapa político de la región.

La política exterior de Néstor Kirchner fue seguida y fortalecida por su sucesora, Cristina Fernández, siempre apuntando hacia la independencia de las naciones latinoamericanas y caribeñas, fomentando la  unión frente al dominio extranjero.

Ha sido Cristina, con su belleza y carisma, la primera mujer latinoamericana que se ha atrevido a denunciar en las Naciones Unidas y en la Cumbre de las Américas toda la injerencia estadounidense en los países de la región latinoamericana y caribeña.

¿Scioli, Macri O Massa?

Daniel Scioli es el favorito y representa al oficialista Frente para la Victoria. Político, empresario y ex deportista nacido en Buenos Aires el 13 de enero de 1957, fue vicepresidente de la República, secretario de Deportes y Turismo, y en la actualidad ejerce el cargo de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Ha hecho de su lema, «construir a partir de lo construido» un motor de seguimiento de las políticas sociales establecidas durante el Gobierno de Cristina Fernández. Aplaude la estatización de YPF y promete la construcción de un millón de viviendas más a partir de un plan de créditos, Pro.cre.ar. una iniciativa gubernamental que gestiona la entrega de créditos hipotecarios para la construcción, ampliación y terminación de viviendas.

Encuestas lo dan como favorito para hacerse con la presidencia en primera vuelta.

Para ganar Scioli debe superar el 45 por ciento de los votos, o alcanzar el 40 por ciento, pero con una diferencia mayor a diez puntos para consagrarse en primera vuelta y no ir al balotaje del 22 de noviembre.

Scioli demostró en las primarias de agosto pasado ser el favorito, y tan seguro se siente el candidato que desistió de participar en el debate presidencial del 4 de octubre. Algo que dice mucho acerca de la confianza en su apoyo electoral, pero que igualmente ha sido criticado: ¿Cómo es posible que el candidato con la mejor proyección no participe en el primer debate televisado en 32 años? Scioli lo hizo.

Una Argentina diferente, eso es lo que promete y propone Mauricio Macri, el segundo candidato presidencial, aunque en el tramo final de la carrera electoral se ganó fama de buscar la cercanía del peronismo.

Es un ingeniero civil, empresario y político nacido en Tandil, Argentina el 8 de febrero de 1958. Actualmente es jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el año 2003 creó Compromiso para el Cambio, partido político centroderechista del cual fue presidente hasta el año 2005 y que luego se fusiona con Recrear para el Crecimiento y de esta manera conformar el liberal Propuesta Republicana (PRO) con el que va hoy a las urnas.

Se declara partidario, lógico, de mantener los programas sociales e implementar su propio programa «Pobreza cero». Pero se opone radicalmente a las nacionalizaciones más importantes del kirchnerismo. El empresariado lo apoya y atrae el tono social del que ha revestido sus últimas comparecencias.

«Si Macri va al balotaje con Scioli, pierde; si vamos nosotros, ganamos». Así lo dejó claro el candidato Sergio Massa. El más joven de los aspirantes a la Casa Rosada, fue en 2009 jefe de gabinete del Gobierno de Cristina, pero a raíz de desencuentros políticos rompió con la vertiente K. Y es ahora, en la recta final de su campaña electoral, cuando se lanza de lleno contra el kirchnerismo y se presenta como mejor alternativa que Macri para cambiar el futuro de Argentina.

Sus propuestas se centran en el ámbito social, destacando los temas seguridad y pobreza. En el ámbito de la seguridad, propone leyes de tolerancia cero hacia los delincuentes y las drogas. En la recta final se volcó en la lucha contra la corrupción, atacando directamente a los funcionarios públicos del Gobierno.

Otras fórmulas combaten por llegar a la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre, pero sin posibilidades algunas de sustituir a una Cristina Fernández que deja la Casa Rosada con una imagen positiva entre sus nacionales, y se interpreta como una buena muestra de lo que significa el kirchnerismo para los argentinos.

Desde los sindicatos hasta el empresariado y la clase media alta, seguidores y opositores, se mueven hoy en el país austral pensando en cómo será la vida sin el protagonismo del apellido Kirchner.

Hace pocas semanas, la prensa argentina describía otro de los grandes discursos de Cristina en la plaza del Congreso y no solo se detenía a explicar las entrelíneas de cada uno de sus parlamentos en los que delineaba el curso político de la nación, sino a quienes le vitoreaban.

«Esta es la jefa, ¡aguante Cristina!», le gritaban. «¿Y ahora qué vamos a hacer sin ella?», se preguntaba un hombre mayor. Otro, de mediana edad se encogió de hombros y recordó las palabras del ex presidente Juan Domingo Perón: «Mi sucesor es el pueblo argentino». Y ella, de seguro, hará suyas esas palabras. Quedaría demostrada así su capacidad de proyectar poder más allá de su salida de la Casa Rosada.

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