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La contrarrevolución quiere un abismo

El 5 de enero, con una Asamblea mayoritariamente de la derecha, el chavismo debe enfrentar los proyectos que pretenden desmontar a la Revolución Boliviariana

Autor:

Wilmer Rodríguez Fernández

CARACAS.—  Sé de venezolanos desvelados, incluso entre los que votaron en contra de los candidatos del Gobierno Bolivariano, y en las calles escucho a los arrepentidos, esos que el domingo pasado, atenazados por la guerra económica, castigaron en las urnas «la gestión» del presidente Nicolás Maduro pensando que al amanecer del lunes cambiaría Venezuela, y no habría colas para comprar la carne, el papel sanitario y la harina de maíz...

Hace exactamente siete días el pueblo venezolano volvió a las urnas. Y la derecha conquistó —utilizando todas las armas posibles, incluso el engaño, la manipulación mediática y el juego con las necesidades alimentarias del pueblo—, 112 de los 167 escaños que se disputaban en las 87 circunscripciones electorales del país. Sucedió lo que la izquierda mundial, el Gobierno Bolivariano y las fuerzas que lo apoyan, no deseaban: el Parlamento nacional, uno de los cinco poderes públicos de la República, estará dominado en mayoría calificada por la derecha, a partir del próximo cinco de enero.

Sin lugar a dudas, el escenario se complejiza en lo adelante, porque la oposición, luego de 17 años, retoma la presidencia del hemiciclo del Capitolio nacional por el voto de siete millones de los casi 13 millones de venezolanos que hicieron uso del sufragio.

El mismo Presidente constitucional de la República y representante del poder gubernamental, Nicolás Maduro, en un acto de civismo y de apego a la Carta Magna, segundos después de conocerse el primer resultado la madrugada del lunes 7, reconoció ante el mundo el triunfo «de la guerra económica y la contrarrevolución» sobre los esfuerzos de su gabinete y los candidatos de izquierda.

El mandatario, quien es heredero político del Comandante Hugo Chávez, sobre el polvo de esa derrota convocó a sus seguidores —que según los resultados de los recientes comicios superan los cinco millones—, a un proceso de rectificación, revisión y renovación en la base de la sociedad con el fin de profundizar la Revolución.

También el Presidente pidió a su ejecutivo poner los cargos a su orden, y convocó a un Congreso extraordinario a la militancia del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para analizar errores que él mismo reconoció, entre ellos, ineficiencia en la conducción de la economía, la burocracia, la corrupción y distanciamiento de la dirigencia con el pueblo.

Lo cierto es que ahora y en lo adelante, la Revolución Bolivariana se enfrenta a fuertes desafíos. Por un lado, con el Parlamento en su contra, tiene que continuar sus políticas sociales y a su vez revertir los desaciertos; y por otro, enfrentar a los adversarios de la Revolución que no solo estarán en los asientos y la presidencia de la Asamblea Nacional, porque todos sabemos que el verdadero enemigo de las revoluciones latinoamericanas está en Washington.

Pero la mayoría opositora en la nueva Asamblea no solo constituirá un obstáculo para la gestión ejecutiva de Nicolás Maduro, también lo será para los más de cinco millones de venezolanos que creen en el chavismo e, incluso, para los siete millones que votaron por los candidatos de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y hasta para quienes decidieron quedarse en su casa y no acudir a los colegios.

Entre las primeras amenazas de la MUD, cerrar la radio y la TV de la Asamblea Nacional. Foto: Hoy Venezuela

La derecha parlamentaria irá contra todo un pueblo, porque son ellos representantes de la oligarquía venezolana, recalcitrantes veteranos políticos reunidos hoy en la MUD, entre ellos Henry Ramos Allup y Julio Borges; y otros más jóvenes, herederos de los partidos tradicionales de la IV República, disfrazados de progresistas.

¿Pero creen ustedes que la Mesa de la Unidad Democrática, ahora la mayor fuerza política en la Asamblea, está unida y es demócrata? Nada de eso. A partir del cinco de enero veremos cómo se suscitan las divergencias en el Parlamento, entre los dirigentes de la oposición.

Lo primero es que ya se están disputando quién será el sustituto de Diosdado Cabello en la presidencia de la Asamblea, un cargo que a todas luces debe asumir Julio Borges. Divisiones que convertirán en un circo la gestión parlamentaria de los de la MUD.

Pero no se puede desconocer que el signo derechista que tomará ese Parlamento llevará consecuencias negativas para el pueblo venezolano, incluso para esa parte  que aunque votó en contra de los candidatos del Gran Polo Patriótico o se abstuvo, también está dispuesta a defender en las calles los beneficios que les trajo la Revolución.

Ya hay noticias que muestran la esencia de los legisladores de la MUD. Dicen que derogarán la revolucionaria y popular Ley Orgánica del Trabajo y la que regula la justeza de los precios. Muchos se preocupan.

 

Los trabajadores petroleros ratifican su compromiso de defender la principal industria del
país.

 

Los trabajadores petroleros ratifican su compromiso de defender la principal industria del país. Foto: Hoy Venezuela

Las dos terceras partes del poder legislativo tienen prerrogativas constitucionales para comenzar a desmontar algunos poderes, con los mismos instrumentos democráticos con que llegó al Gobierno, hace 17 años, la Revolución.

Pero habrá que ver la reacción del pueblo ante las decisiones de los «demócratas unidos», y la postura del presidente Nicolás Maduro, quien ha reiterado que se irá con sus seguidores a las catacumbas.

Con este triunfo electoral de la derecha, la Revolución no llega a su fin. Es más, esta «bofetada», como calificó el Presidente a la derrota, tal vez sirva para radicalizar aún más el proceso bolivariano. El chavismo es más que 55 diputados en la Asamblea, es un sentimiento de millones, y este suceso y los que vendrán en los próximos meses, podrían servir a sus seguidores para reflexionar y percatarse de cuánto significa la Revolución como proyecto social.

Para lograrlo debe haber conciencia social y memoria histórica, dos de los factores, a mi juicio, presentes en el revés. Lecciones que la izquierda latinoamericana debe tomar en cuenta, porque la estrategia imperial arremete hoy contra la avanzada progresista en el hemisferio.

«Por ahora», como bien dijo Chávez en febrero de 1992, tras el fracaso del levantamiento cívico militar que lideró en Caracas, no se lograron los objetivos. Pero como bien le escribió Raúl a Maduro la madrugada del siete de diciembre, estamos seguros de que con la conducción del Presidente obrero vendrán nuevas victorias de la Revolución Bolivariana y chavista. Todo es cuestión de tiempo.

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