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Israel, un ahijado muy costoso para Washington

¿No son suficientes 250 000 millones de dólares? Son más que demasiado y se han utilizado y se utilizan para reprimir, encarcelar, matar, destruir

Autor:

Juana Carrasco Martín

Google Consumer Survey, la encuestadora de la compañía buscadora en Internet más famosa desde que se iniciara públicamente en septiembre de 1988 y que hoy es un vasto emporio de la comunicación y la cibernética, hizo por estos días una pesquisa especial por sus resultados: el 61,9 por ciento de los estadounidenses creen que la ayuda que su país le da a Israel es «demasiada», incluso excesiva. El 32,5 por ciento la califica de «muy, muy demasiada» y el 29,4 por ciento, que completa el total de los insatisfechos, afirma que es «demasiada».

Las opiniones adversas de los contribuyentes se dan a conocer cuando un dato todavía secreto ha salido a la luz para endosar la crítica: el presupuesto destinado a la inteligencia, el cual se sumaría a las dádivas para los gastos militares del Estado sionista, que en la actualidad alcanzan 3 000 millones de dólares anuales —una inversión iniciada en 1948, desde la mismísima fundación de ese país que desalojó y le negó el territorio y la conformación como Estado al pueblo palestino.

Desde entonces, se calculan en 250 000 millones de dólares (ajustados a la inflación) los suministrados por Washington al régimen de Tel Aviv, que aplica una evidente política de genocidio contra los palestinos y los árabes-israelíes.

Ese exterminio se manifiesta mediante guerras de ocupación de territorios, incluso de países vecinos, la continua represión y el encarcelamiento hasta de la población infantil, la demolición de viviendas, escuelas, diversas infraestructuras y de los campos de cultivo y ancestrales olivos, el cierre de fuentes de trabajo y de la libre circulación, junto a la consolidación del apartheid mediante un muro de ocho metros de alto que cerca ciudades, pueblos y aldeas y les aísla del mundo exterior.

Todo esto contribuye a que las nuevas generaciones se vean obligadas a emigrar, un intento de que poco a poco diezme la población palestina, al mismo tiempo que se multiplican los asentamientos judíos en territorios usurpados.

El director del Centro Palestino para los Derechos Humanos, Raji Sourani, recién ha dicho que las agresiones y el bloqueo de Israel contra la Franja de Gaza devolvieron a la Edad Media a ese territorio palestino, donde imperan la destrucción y la falta de acceso a servicios esenciales.

Sourani recordó que la potencia ocupante atacó tres veces la Franja en los últimos años (2008, 2012 y 2014), y mantiene un bloqueo que ya cumple una década, lo que constituye un castigo colectivo con un devastador impacto en la población civil.

«Resulta una vergüenza esta situación. No queda lugar alguno en Gaza sin huellas de la hostilidad israelí, en uno de los territorios más densamente poblados del mundo, con casi dos millones de habitantes en 365 kilómetros cuadrados», señaló a Prensa Latina.

Las cifras contrastan. Para reconstruir la destrucción provocada en Gaza durante los 51 días de bombardeos en el verano de 2014, la comunidad de donantes reunida en El Cairo prometió más de 5 000 millones de dólares de ayuda. Promesa que se ha quedado corta y en palabras.

Por su parte, el defensor de los derechos humanos Shawan Jabarin, también citado por PL, apuntaba que a su juicio, solo la protección de Estados Unidos explica la impunidad con la cual la potencia ocupante comete sus crímenes.

Sin embargo, el dinero sigue fluyendo año tras año para el espaldarazo del Pentágono a Israel, e incluso la CIA se niega a revelar cuánto la administración Obama ha canalizado secretamente al régimen de Tel Aviv, un asunto que está sometido en estos momentos a una demanda establecida bajo la Ley de Libertad de Información de EE. UU., y que el propio Presidente norteamericano —en un discurso del año pasado en la American University—, calificó de niveles «sin precedente».

Esa ayuda secreta adicional de inteligencia podría estar entre 1 900 millones y 13 200 millones de dólares.

No escuelas, cárceles para los niños

¿Para qué servirá tanto dinero? Quizá para mantener en prisión a los niños palestinos, cuyo número se ha doblado desde octubre de 2015, según decía un artículo de Human Rights Watch, que aseguraba que entrevistas a esos muchachos, videos y reportes de abogados revelan el uso innecesario de la fuerza en los arrestos y luego el encarcelamiento en condiciones abusivas e inseguras.

Según la Unicef, en 168 de 208 expedientes colectados en 2013 y 2014 de niños palestinos detenidos, estos dicen que no fueron informados de su derecho a un abogado o de permanecer en silencio durante el interrogatorio, y en 171 casos fueron objeto de violencia física.

Debe aclararse que en la inmensa mayoría de las detenciones la acusación es por tirar piedras a las fuerzas militares de Israel…

En julio de 2015, la coalición de extrema derecha que gobierna Israel aprobó una legislación que introdujo penas aún más fuertes para quienes lanzaran piedras durante las demostraciones de protesta. Los miembros del Knesset (Parlamento) votaron 69 a 17 a favor de la ley que permite sentencias de hasta 20 años de prisión por lanzar piedras intencionadamente a un vehículo y hasta diez años de cárcel si la intención de hacer daño no pudo ser probada.

«La tolerancia hacia los terroristas se acabó hoy. Uno que lanza piedras es un terrorista», argumentó entonces el ministro de Justicia, Ayelet Shaked.

Frente a las piedras y los cuchillos, las poderosas armas de un ejército que se esconde bajo el eufemismo de Fuerzas de Defensa, mientras actúan con especial violencia genocida.

Aunque las fuerzas israelíes enfrentan duras y diversas críticas a su actuación criminal, recientemente avalaron esa práctica cuando un video mostró a un paramédico militar en Hebrón rematando al joven palestino Abdel Fatah Yusri-Sharif con disparo a quemarropa a la cabeza, mientras yacía herido.

Ha sido otra «ejecución extrajudicial» y un «acto horrible, inmoral e injusto», como lo calificó un alto funcionario de la ONU, pero que recibió el apoyo del 68 por ciento de los israelies porque al decir de algunos a medios de prensa «el terrorista tenía que morir», y hasta declaraban a todos los palestinos «bestias bárbaras» que no deben percibirse como personas.

Si esto no les recuerda los argumentos de los conquistadores que colonizaron el Nuevo Mundo hace más de cinco siglos o sometieron a la esclavitud al llamado continente negro, o a las hordas nazis que sometieron a judíos, gitanos y comunistas al holocausto, es que no saben historia o no quieren reconocerla, para cometer los mismos crímenes o el error de volver la mirada a otro lado.

El fenómeno de la ejecución extrajudicial, de los excesos de los militares, no es nuevo, apuntaba Ramzy Baroud en Palestine Chronicle, cuando comentaba y argumentaba que existe en el ejército de Israel «una cultura de la impunidad» y no es un fenómeno nuevo.

Desde el pasado octubre más de 200 palestinos han sido abatidos por los militares sionistas, la mayoría de ellos luego de ser acusados de haber atacado a israelíes. En esos supuestos enfrentamientos han muerto también 30 israelíes, una desproporción que también muestra los resultados de la represión continuada.

Según el más reciente Peace Index del Instituto Democracia de la Universidad de Tel Aviv, cerca del 67 por ciento de la población judía cree que «es un mandato matar a un terrorista que viene hacia ti con un cuchillo»; mientras que el grupo israelí de derechos humanos Yesh Din ha señalado que aproximadamente el 94 por ciento de las investigaciones a soldados sospechosos de actividad criminal violenta contra los palestinos y sus propiedades se han cerrado sin acusación ni proceso alguno, y los que han sido llevados a juicio han recibido sanciones irrisorias.

Senadores de EE.UU. demandan más

Sin embargo, la administración Obama, que ya ha ofrecido mayor ayuda al régimen de Tel Aviv, cuenta en ese capítulo con el apoyo de una vasta mayoría de los legisladores estadounidenses.

El lunes 25 de abril, el mandatario recibió una carta firmada por 83 senadores (republicanos y demócratas), quienes le demandan que alcance rápidamente un acuerdo de ayuda con Israel, con un monto mucho mayor a los 3 000 millones de dólares anuales que actualmente se le otorga, bajo el reclamo de que Israel necesita más dinero para «defenderse».

El inquilino de la Casa Blanca ya le había ofrecido al Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu 40 000 millones para los próximos diez años, con la condicional de que no podría hacer actividades de lobby en esa etapa en busca de mayor financiamiento.

La propuesta, sin duda tentadora, fue rechazada por Netanyahu, nada dispuesto a ceder esa potestad de influir directamente en la política estadounidense, con el cálculo de que si espera a 2017 Obama no será el Presidente y su sustituto responda mejor a los intereses israelíes.

Pero ya vimos que a pesar de la posición pro-israelí de la gran mayoría de los senadores y representantes norteamericanos y su buena disposición a aumentar el financiamiento bélico y de inteligencia, otra gran mayoría, la ciudadanía que paga los impuestos, no expresa la misma disposición.

Los legisladores saben que Israel defiende los intereses de Estados Unidos en la región; entonces, los dineros oficiales seguirán llegando en los montos necesarios para la supremacía en la región del ahijado, aunque este le salga muy caro y perjudique «su prestigio».

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