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Un divorcio rápido ¿y los hijos?

La cara compungida de David Cameron ocupó más de una portada de los diarios de su país y del mundo

Autor:

Juana Carrasco Martín

Al desdeño de los súbditos del Reino Unido, que votaron 51,9 por ciento a favor de la salida del acuerdo comunitario que ahora volverán a ser Los Veintisiete, la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidieron un «divorcio» rápido, nada de dilaciones con el trago amargo, porque «cualquier retraso prolongaría innecesariamente la incertidumbre».

Cómo se hará la división de bienes ante la incompatibilidad, está por verse durante el proceso, que tendrá por delante, de acuerdo a lo estatuido, un plazo de dos años; pero la media naranja desestimada no quiere llegar a tanto.

Sin embargo, alguien determinó su salida personal tras el descalabro del referendo: el primer ministro David Cameron, dejará su cargo, y la dimisión no tiene vuelta atrás, según comunicó a la prensa —visiblemente emocionado, dijo EFE— que ansiosa se estacionó ante su residencia de Downing Street, de la que se mudará en octubre próximo. Ya se lo había informado a la reina Isabel II si ocurría el apoyo poblacional al temido «brexit».

Aun así, al presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, ese octubre no le supo bien, es más, lo consideró «escandaloso», porque con ese plazo está tomando a todo el continente como «rehén de las reflexiones internas del Partido Conservador británico».

La cara compungida de Cameron ocupó más de una portada de los diarios de su país y del mundo, y por supuesto también fue captada por las cámaras de las televisoras y llenó quién sabe cuántos millones de mensajes en las redes sociales. Era la noticia, aunque en América Latina y el Caribe otra ocupaba espacios estelares, y en ese caso era de optimismo y celebración porque se trataba del silencio de las armas en Colombia.

En el caso del desgarramiento europeo, al parecer los arreglos comenzaron de inmediato, como que era un episodio probable de guerra anunciada. Este viernes, en Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, convocó a una reunión con los líderes del Consejo y el Parlamento Europeo, así como el primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo país ostenta la presidencia rotatoria de la UE, para intentar entre los cuatro buscar una posición común europea sobre el referendo, antes de la cumbre de la UE que comienza el martes. También se reunieron los líderes parlamentarios e igual harán los comisarios, que constiuyen el organismo ejecutivo de la UE.

El martes todavía se reunirán como Los Veintiocho, aunque al día siguiente ya estará una silla de menos en un encuentro informal en el Consejo Europeo, donde se analizarán las «implicaciones políticas y prácticas del brexit».

Un socio fuerte de todos no estará presente, porque estamos hablando de europeos, pero de alguna manera hizo llegar su parecer oficial. El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo en un comunicado que respeta la decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea (UE) y aseguró que tanto el Reino Unido como la UE «seguirán siendo socios indispensables de EE. UU.».

Quizás como mal sueño, llegaba desde Escocia un mensaje contradictorio y de pronóstico reservado, Donald Trump el virtual candidato republicano a la presidencia de EE.UU., celebraba la victoria de la salida, que calificó como «independencia» del Reino Unido y de recuperación de «las riendas de su país», y presagiaba su posible extensión a «otros muchos sitios».

No se equivoca. Escocia dice ya que es «muy posible» un segundo referendo de independencia, y en otros países la extrema derecha comenzó a pedir referendos, como hicieron Marine Le Pen, del Frente Nacional de Francia, y Geert Wilders, del Partido por la Libertad de Holanda.

Mientras, los líderes de la UE y todas las instituciones europeas estarán leyendo ahora el artículo 50 del Tratado de Lisboa, acordado por si acaso y el caso llegó, donde tienen un plazo de dos años prorrogables para pactar el divorcio, que no requiere la aceptación unánime de los asociados, pero estos quieren rápida separación.

Ahora debe ponerse en marcha el proceso: Notificación oficial al Consejo Europeo; Negociación del programa de salida; Discusión de un nuevo marco de relaciones (más de 50 acuerdos comerciales de la UE con terceros países dejarán de aplicarse a Reino Unido); Adopción de una decisión —sin presencia del saliente— aunque aprobada antes por el Parlamento Europeo.

Según El País de España, estaría prevista una guerrilla institucional si Londres quiere adaptar el proceso a sus intereses, y se desvincule de la circulación libre de personas que rige en la UE pero quiera mantener el mercado único de productos y servicios, y entonces elijan una fecha para expulsar inmediatamente a Londres.

Una de las incógnitas es la afectación a los casi tres millones de migrantes europeos que viven y trabajan en el Reino Unido, sobre todo en cuanto a qué derechos tendrán. Y no son los únicos preocupados.

La BBC citaba mensajes de los jóvenes británicos y su comentario era categórico: «La mayoría de los jóvenes que sufragaron fueron los principales perdedores de la histórica jornada electoral», lo argumentaba con la encuesta oficial del gobierno, YouGov: 75 por ciento de los electores de entre 18 y 24 años votaron por «Remain», querían quedarse en el bloque europeo.

Esto es solo el comienzo y una muestra de lo que puede estar por venir…

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