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Prohibido hacer reír

Israel condena la felicidad y mantiene tras las rejas a un payaso palestino «culpable» de llevar alegría a los niños de su pueblo

Autor:

Marylín Luis Grillo

CARAVANAS de colores, pelucas llamativas y narices rojas reclaman el fin de la injusticia. Una simbólica manera de expresarle solidaridad a quien ha sabido regalar sonrisas y pareciese condenado por ello.

Hasta su detención el 14 de diciembre de 2015, Mohammad Abu Sakha trabajaba como payaso y profesor en la Escuela de Circo Palestina de la localidad de Birzeit, próxima a Ramala, en Cisjordania ocupada. Se desempeñaba además como intérprete, entrenador y coordinador de un programa para niños con discapacidad mental y problemas de aprendizaje.

El programa ha estado estancado desde entonces; los niños, alumnos y compañeros que lo esperaban esa mañana aún siguen aguardando por él. Mientras, la indignación rebasa Palestina y carteles en variadas lenguas piden el fin del encarcelamiento del payaso.

Abu Sakha, de 24 años, se encuentra bajo arresto administrativo, una polémica figura legal y extrajudicial empleada por Israel que permite mantener a «sospechosos» en detención, sin celebrar juicio, durante seis meses, los cuales pueden prorrogarse de manera indefinida. En su caso, no se han expresado las causas exactas del encarcelamiento.

El mutismo israelí para definir los «graves delitos» cometidos por el artista circense, contrasta con las múltiples maneras en que payasos, malabaristas, contorsionistas, mimos y personas en general saben decir libertad.

Bajo las mismas circunstancias

Adentro, en la cárcel israelí, la función continúa: no existen barrotes para contener el arte, ni espacio que Abu Sakha no pueda convertir en una pista de circo.

Desde el 11 de enero pasado, tras casi un mes en prisión, fue determinada la detención administrativa contra el payaso, sentencia que en junio fue prorrogada hasta el próximo diciembre.

El artista ha pasado por al menos dos penitenciarías a lo largo de este período y ha podido recibir muy pocas visitas de sus familiares. Su madre, Raja Abu Sakha, al verlo por primera vez desde que fuese apresado, constató la labor de su hijo: «Ha transformado la cárcel en un pequeño circo y realizado espectáculos para divertir a los otros detenidos», entre los cuales hay niños de 12 o 13 años y discapacitados.

El también malabarista y equilibrista fue apresado cuando se dirigía camino a la Escuela de Circo, en uno de los tantos puestos de control militar israelíes que los palestinos deben atravesar diariamente para moverse por su ciudad.

Según declaraciones de Addameer, organización de ayuda legal que representa a Abu Sakha, los soldados judíos abordaron el autobús comprobando las tarjetas de identificación de los pasajeros y al ver la suya le ordenaron salir del transporte y lo amenazaron con sus armas.

Hasta el momento, la corte militar que lo condenó ha rechazado las apelaciones impuestas por la defensa y extendieron la condena al considerar que existen las mismas circunstancias que cuando se dictaminó su arresto administrativo.

Sin causa probada ni causa probable

De acuerdo con Shin Bet, la agencia de seguridad interna de Israel, Mohammad Abu Sakha es «una amenaza para la seguridad de la región», y está arrestado sin juicio porque las pruebas contra él son «clasificadas».

Por su parte, la fiscalía militar le inculpó de realizar «actividades ilegales» con el partido marxista Frente Popular para la Liberación de Palestina, al cual Israel, junto con Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, catalogan de terrorista.

Abu Sakha niega su culpabilidad sin saber exactamente qué cargos concretos se le imponen, indica Laith Abu Zeyad, oficial de Addameer.

Desde el pasado 13 de junio, Amnistía Internacional (AI) acusó a las autoridades israelíes de «guardar muchas de las «pruebas» que dicen tener en secreto, haciendo imposible construir una defensa efectiva y desafiar su detención».

Mientras, un comunicado de la Escuela de Circo Palestina expresó que ni la familia de Abu Sakha ni su abogado han recibido ninguna justificación o información sobre el arresto.

El prisionero compareció ante un juez a puertas cerradas y su proceso legal se ve empañado porque tanto el juez como el abogado —que no tiene acceso al expediente— se encuentran completamente desarmados frente «al fiscal militar que alega un peligro para la seguridad pública sin precisar cuál», explicó a la agencia francesa AFP el jurista palestino Murad Jadalá.

Es una lucha a ciegas contra una justicia parcializada que ha decidido quitarse las vendas para escoger a un culpable sin armas que esgrimir. La Escuela de Circo lo expresa en términos precisos: la ocupación israelí es «un sistema que no conoce la humanidad», cuyo único objetivo «es romper el espíritu de toda una nación».

«La captura arbitraria de Mohammad Abu Sakha es otro ejemplo vergonzoso del uso abusivo que hacen las autoridades israelíes de la detención administrativa. Ha pasado ya más de seis meses tras las rejas sin ser acusado o afrontado juicio, se le ha negado el mínimo resquicio de justicia», denunció Philip Luther, director para la región de AI.

Datos de ONG palestinas establecen que el régimen de Tel Aviv mantiene encarcelados a más de 7 000 palestinos, alrededor de uno de cada diez bajo detención administrativa.

La medida ha sido condenada por Naciones Unidas y por grupos defensores de los Derechos Humanos. El pasado 24 de junio, el Comité contra la Tortura de la ONU criticó a Israel por las detenciones de sospechosos palestinos que pueden durar meses o incluso años, informó la agencia AP.

En tanto, el Gobierno israelí asegura que se trata de un «instrumento esencial para impedir que individuos peligrosos cometan atentados». Cabría preguntarle qué tipo de peligro representa el payaso.

La función continúa

Afueras de la cárcel, el arte dice basta. Las manifestaciones en apoyo a Abu Sakha cada vez son mayores y provienen de los más diversos lugares del mundo.

La escuela de Birzeit ha reclutado a jóvenes en Cisjordania ocupada y cuenta con más de 300 alumnos, entre niños y niñas. El circo continúa con su gira pero sus compañeros no han querido sustituir a Mohammad, quien tenía el «don mágico de hacer esbozar sonrisas en todas las caras», expresaron a AFP.

Delante de la prisión donde permanece arrestado, una decena de artistas circenses israelíes denunciaron recientemente el caso del payaso palestino. La cultural protesta no es única.

Circula en Internet una petición on-line para su pronta liberación que ha alcanzado más de 12 000 firmas. Los promotores de esta iniciativa son los mismos artistas de Israel.

Igualmente, la página en Facebook de la Escuela de Circo de Birzeit recibe y comparte un sinnúmero de muestras de apoyo. Ciudades como Nueva York, Río de Janeiro, Copenhague o Londres no son ajenas a la causa y cientos de personas en todo el mundo colocan sus fotografías con la nariz roja y la pancarta Liberen a Abu Sakha, (Free Abu Sakha) y Justicia para el Payaso (Justice for Clowns).

Raja Abu Sakha, la madre del cirquero, comentó: «Ahora en Brasil hay siete canciones dedicadas a él y la gente de allí conoce la historia de Mohammad».

Asimismo, la Red Palestina de Artistas (PPAN), que integran unas diez organizaciones culturales de los territorios ocupados, ha expresado su «profunda preocupación» por el caso de Abu Sakha y Amnistía Internacional ha lanzado una llamada de acción en su favor.

Además, sus propios compañeros de trabajo en la Escuela realizan puestas en escena que ilustran la salida de la cárcel escenificada por trapecistas, contorsionistas y malabaristas, al tiempo que esperan el retorno del querido profesor que con su gracia continuará haciendo reír a cientos de palestinos.

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