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Senado por darle muerte política a Dilma

Este martes el cuestionado cuerpo legislativo entró en caldeado debate antes del voto final que emitirá este miércoles

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Juventud Rebelde

BRASILIA, agosto 30.— A más de 14 horas de interrogatorio fue sometida la presidenta Dilma Rousseff en el juicio senatorial el lunes, y este martes el cuestionado cuerpo legislativo entró en caldeado debate antes del voto final que emitirá este miércoles. Se augura la separará del cargo para el que fue elegida por 54 millones de votos.

Según AFP, entre lágrimas, gritos y referencias a Dios, el Senado brasileño se adentró en la discusión final, luego que la abogada de la acusación, Janaina Paschoal, señalara que «el impeachment es un remedio constitucional al que necesitamos recurrir cuando la situación se revela especialmente grave».

Para tratar de probar que la primera mujer en presidir Brasil, exguerrillera contra la dictadura y militante del Partido de los Trabajadores, «violó» la Constitución, Paschoal dijo que «fue Dios quien hizo que, en el mismo momento, varias personas percibieran lo que sucedía en el país».

Clarividencia divina donde los mensajeros, como el expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, tienen probada participación en el famoso escándalo de corrupción de Petrobras.

En el quinto día del proceso, Paschoal dijo que la mandataria había violado normas administrativas al elaborar el presupuesto nacional. «Esto no se trata de un pequeño problema de contabilidad, se trata de fraude», aseveró en su duro alegato en el que añadió que «la Presidenta mintió», citó AP.

El abogado defensor, José Eduardo Cardozo, destacó que una destitución de Dilma sería «una pena de muerte política». Insistió en que se habrá «consumado un golpe» si fuera condenada y culpó de esa conspiración a «una élite política y económica», acotó ANSA.

Tan dramático ha sido este juicio, reportó AFP, que, tanto el abogado de la defensa como de la acusación, lloraron.

Según AP, al concluir su discurso unos minutos más tarde, a Paschoal se le salieron las lágrimas al expresar esperanzas de que Rousseff la perdone «por el sufrimiento que le he causado».

«Canallas, canallas, canallas», disparó el senador Roberto Requio, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y defensor de Dilma Rousseff, haciendo referencia al golpe de Estado contra Joao Goulart en 1964. Para este golpe contra Dilma se requiere solamente el voto de 54 senadores, que pondrían punto final a los exitosos programas sociales que lograron sacar de la pobreza a millones de brasileños.

Rousseff fue suspendida de su cargo el 12 de mayo y asumió de forma interina su exvicepresidente Michel Temer, enemigo acérrimo de Dilma, quien se convertiría en Presidente de Brasil hasta 2018.

Los escándalos salpican a toda la clase política y a la élite brasileña, apuntó AFP, y emergieron más que nunca las interrogantes sobre la legitimidad que puede tener este Senado para emitir un veredicto.

La Presidenta brasileña fue acusada de autorizar gastos a espaldas del Congreso y postergar pagos a la banca pública para mejorar las cuentas y seguir financiando programas sociales el año de su reelección y a inicios de 2015.

Pero en su intervención, Rousseff dio la clave: que había pagado el precio de rehusarse a suprimir una investigación policial sobre sobornos millonarios en la compañía petrolera estatal Petrobras, y dijo que legisladores corruptos se confabularon para destituirla y descarrillar dicha pesquisa.

AP agrega que debido a la investigación han ido a parar a la cárcel prominentes empresarios y políticos, algunos de ellos del Partido de los Trabajadores. Sin embargo, el asunto no para ahí: grupos independientes calculan que el 60 por ciento de los 594 legisladores en ambas cámaras son investigados por irregularidades y muchos por corrupción relacionada con la pesquisa en Petrobras.

Rousseff dijo que era una «ironía de la historia» que gente acusada de crímenes graves la juzgara por delitos que no cometió.

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