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Jovenel Moïse: un haitiano sui géneris

Si el expresidente Michel Martelly fue un mandatario inesperado, que llegó a la política directamente de la música, el recién electo no resulta menos ajeno a las artes de gobernar

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Si el expresidente Michel Martelly fue un mandatario inesperado, que llegó a la política directamente de la música (era un popular tecladista cuando se postuló), el recién electo Jovenel Moïse no resulta menos ajeno a las artes de gobernar (lo cual no quiere decir que no lo hará bien) y constituye también un presidente sui géneris, sobre todo tratándose de Haití. Ni siquiera puede afirmarse que sea un haitiano común.

Aunque podría decirse que su extracción es humilde, pues proviene del campo (nació en Trou-du-Nord, departamento Nordeste), ha llegado a convertirse en un empresario que se inició en esas lides vendiendo partes de autos y luego se dedicó a la producción del plátano pasando, desde luego, por la denominada Universidad de Quisqueya, considerada el mejor centro de altos estudios privados en Puerto Príncipe, la capital hacia donde se mudó con sus padres en 1974 y de donde partió de nuevo hacia el interior en 1996, según reza en su biografía, con el sueño de desarrollar el país.

En menos de diez años llegó a ser secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití y laboraba como consejero delegado de la empresa Agritrans antes de dejar el puesto, para dedicarse a la carrera por la presidencia.

Esa imagen de hombre de éxito, dicen los despachos, fue también bandera de su campaña proselitista: un gallardete que debió ondear bastante en una nación asolada por el abandono y siglos de pobreza y donde, obviamente, el nuevo mandatario no es un hombre del montón.

Siendo sus padres, según trasciende en los medios digitales, un comerciante y una costurera, uno puede detenerse a pensar en qué apoyos pudieron respaldar a Jovenel Moïse para abrirse camino como lo ha hecho; pero otras biografías que circulan en internet lo explican al describir sus orígenes en una familia de clase media.

Su frase en Twitter: «Estoy decidido a llevar a Haití en el camino al progreso y la prosperidad», una de las que más ha trascendido de la campaña política podría reflejar, si es sincera, las inquietudes de este hombre del que se sabe tan poco a nivel internacional, aunque ya era un conocido de los haitianos cuando los electores fueron por segunda vez a las urnas el pasado 20 de noviembre.

En los anulados comicios de octubre de 2015 (seguidos por disturbios) también fue proclamado vencedor; una victoria que repitió el mes antepasado con holgado triunfo de 26 por ciento de los sufragios aunque, ¡ojo!: las cifras electorales dicen que más del 20 por ciento de los anotados en el padrón no fueron a votar.

No obstante, el hecho de que su más cercano seguidor, el veterano político Jude Celestin, haya obtenido un alejado 19 por ciento de sufragios y que el candidato del otrora popular Lavalas obtuviera aun menos, parece querer decir que los haitianos, agobiados por una miseria que se incrementó con los desastres del terremoto de 2010 y ahora del huracán Matthew, buscan no solo caras sino también propuestas nuevas.

Hombre de luces debe ser Jovenel Moïse toda vez que, se dice, ha ayudado a fundar la Energy Company SA, que busca llevar la energía eólica y solar a diez municipios del nordeste de Haití.

En materia política le respalda el Partido Haitiano Tet Kale, agrupación presentada como de centroderecha, que nació apenas en 2012, y por la cual se postuló aunque, esencialmente, contó con el apoyo de su antecesor Martelly.

Habiendo sido el expresidente un hombre tan apegado a la defensa de la soberanía nacional y a la integración regional, quizá pueda pensarse entonces que Jovenel Moïse, quien fue su protegido, abrace los mismos derroteros.

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