Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El camino de la paz

En este mundo convulso todos tenemos que aportar para que la paz sea el camino

Autor:

Yuniel Labacena Romero

El sueño de conseguir un mundo en paz como obra de la justicia no ha llegado a realizarse nunca. Difícil ha sido el camino de este planeta hacia esa meta. ¿Podemos conseguir una paz justa y duradera de un día para otro? La respuesta es no. Sin embargo, construir un mundo sin guerras ni desigualdades no puede ser para mañana.

Recordemos, por ejemplo, que las guerras en el Medio Oriente, promovidas desde Occidente, han causado miles de desplazados; mientras que en África los conflictos internos se han arraigado aún más. Asimismo, el aumento de la actividad terrorista ha hecho del mundo un lugar inseguro.

En el caso de América Latina, es importante recordar que en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) realizada en Cuba en 2014, los países de América Latina y el Caribe proclamaron la región una zona de paz y ratificaron el compromiso de sus países con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, reafirmando que la «prosperidad y estabilidad de la región contribuyen a la paz y a la seguridad internacionales».

En aquella ocasión, también se destacó la importancia del Tratado de Tlatelolco para la proscripción de las armas nucleares en América Latina y el Caribe, «que estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada». No por ello nuestra región está exenta de problemas que ponen en peligro la paz y la estabilidad de sus ciudadanos.

En este mundo convulso todos tenemos que aportar para que la paz sea el camino. A los jóvenes en especial les toca tamaño encargo. Sus voces, aunque algunos pretendan silenciarlas presentándolas como carentes de argumentos o poco serias, siempre serán escuchadas por su fuerza. No olvidemos que las grandes manifestaciones juveniles, en otros momentos de la historia, condujeron a cambiar políticas, a transformar escenarios.

A los jóvenes precisamente es a quienes más interesa un mundo de paz y progreso, al ser la generación a la cual le tocará seguir impulsando los destinos de la humanidad. Apostemos, jóvenes del mundo, a que sea una ruta para erigir justicia frente al imperialismo, a que brille —como nos decía el líder histórico de la Revolución Cubana— especialmente este sentimiento entre todos:

«Paz que los pueblos anhelan, que los jóvenes y niños del mundo demandan con fuerza incontrastable en esta era nuclear, para preservar su derecho a la vida y un destino mejor para todos los pueblos. Frente a los aventureros, los guerreristas, los insaciables devoradores de hombres y de pueblos».

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