Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un día de victoria en tierra de larga amistad

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su llegada a Rusia, celebró junto a sus compatriotas en la residencia de la Misión cubana en ese país, la contundente victoria de Cuba en la ONU

Autor:

Alina Perera Robbio

Moscú.—La aeronave de Cubana arribó pasadas las seis y media de la noche a esta ciudad timbrada por la lluvia y transida de frío. En ella llegó para dar comienzo a la gira oficial que le llevará también por cuatro países de Asia, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

En el aeropuerto internacional Vnukovo 2 de Moscú, el Jefe de Estado fue recibido por Serguéi Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores del país anfitrión, y por Gerardo Peñalver Portal, embajador cubano en la Federación de Rusia.

Sobre la alfombra roja, una vez que descendió del avión, avanzó el Presidente cubano. A un lado de su marcha una guardia militar presentó sus mejores galas y marcialidad. A mitad de camino el mandatario hizo una pausa mientras fueron escuchados dos bellos himnos: el de Cuba, y el de la Federación de Rusia.

De ambos lados de las aguas y a pesar de las distancias geográficas, los hijos de las dos naciones que ahora se encuentran sabemos disfrutar una amistad marcada por la constancia y hasta por la nostalgia: las relaciones entre la Isla y Rusia son excelentes. Cuba, por ejemplo, agradece la posición permanente del Gobierno ruso, de su Parlamento, de diversas instituciones y de su pueblo, en solidaridad con la demanda de poner fin al bloqueo de Estados Unidos.

Las relaciones económico-comerciales entre las dos naciones avanzan con la concreción de importantes acuerdos en diferentes sectores prioritarios de la economía.

En una extensa historia de afinidades tuvo especial significado el encuentro del Papa Francisco y del Patriarca Kirill en la Isla, el 12 de febrero de 2016, lo cual constituyó un hito en las relaciones entre las dos iglesias. El suceso marcó a Cuba como punto de encuentro y unión para la paz mundial.

Como parte de la delegación oficial, acompañan al Presidente cubano, el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas Ruiz; Jorge Luis Perdomo Di-Lella, titular de Comunicaciones; Alfredo López Valdés, ministro de Industrias; Raúl García Barreiro, titular de Energía y Minas; Eduardo Rodríguez Dávila, viceministro primero de Transporte; el vicecanciller Rogelio Sierra Díaz, así como Gerardo Peñalver Portal, embajador de Cuba en el país anfitrión.

Cuba, digna y tan grande  como el mundo que la defiende

Sin soltar la estela del viaje emprendido desde Francia para llegar a esta ciudad ya sumergida en la noche de este jueves, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, fue a celebrar con sus compatriotas en la residencia de la Misión cubana en Rusia, la aplastante victoria de Cuba en Naciones Unidas.

Junto a nuestros diplomáticos que aquí laboran, junto a quienes integran la delegación que le acompaña en su gira oficial por Rusia y cuatro países de Asia, y junto a periodistas de la Isla acreditados para dar cobertura a estos días, Díaz-Canel expresó: «Estamos emocionados y alegres en la residencia de la Misión cubana en Rusia porque hoy es un día muy significativo, y es un día de victoria».

«Precisamente —comentó el Jefe de Estado— acabamos de arribar a Moscú, donde por cierto vive el pueblo que primero nos ayudó en la lucha contra el bloqueo». Y dijo que llegando a esta ciudad «hemos tenido la grata noticia, que es una noticia internacional, que es una noticia del mundo y que es una noticia muy apreciada y esperada por los cubanos, de que alcanzamos una contundente victoria, una vez más, en Naciones Unidas».

El Presidente cubano afirmó que la Mayor de las Antillas alcanzó una contundente victoria que vale por varias: «Los Estados Unidos, reflexionó, recibieron diez derrotas en una; y una vez más el mundo defendió a Cuba porque el mundo sabe que tenemos una causa justa. Y yo, pensando en las dimensiones, decía: Cuba es una isla pequeña pero, en dignidad, es tan grande como el mundo porque el mundo está con Cuba».

«Creo que en un momento como este, afirmó, se piensa en Fidel, se piensa en Raúl, se piensa en nuestro pueblo, y se piensa en la Revolución, porque es por ellos que ha sido esta victoria».

Díaz-Canel también estimó justo reconocer «el papel de nuestros diplomáticos, hijos de la Revolución Cubana, que han defendido con dignidad, con entereza, con pasión y con mucha valentía nuestra Revolución, nuestros preceptos, nuestros deseos de ser un pueblo que viva sin bloqueo para podernos desarrollar de manera más libre».

Con un «¡Viva Cuba!» puso el Presidente cubano una nota emotiva y enérgica a sus palabras. Pero, sin duda, la más alta nota fue la decisión de cantar, seguidamente y todos en coro apretado, nuestro Himno Nacional.

Aconteció entonces la celebración, se dieron los gestos de alegría, los abrazos por una victoria más que merecida por todos los cubanos, por todos los que obran hace décadas esa suerte asombrosa y admirable ante los ojos del mundo y que nosotros llamamos resistencia, llamamos vivir a pesar de la soberbia imperial que nos desconoce y desprecia.

Otra vez Cuba brilló desde toda su virtud y sentido de ser. Su luz, el calor que de ella emana —como la tibieza que nace de una madre que no podemos mancillar—, llegó hasta la urbe de Moscú, allí donde había rachas invernales, pero también la cobija, larga y que nadie ha podido romper, de una amistad profunda entre dos patrias.

La Isla otra vez en la Unesco

París.— La ciudad lució este jueves las luces de un amanecer limpio, con el sol que levantaba la belleza de todos los contornos, los más antiguos y los más modernos. En el programa del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, estaba visitar la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la última actividad antes de su partida a Rusia.

A media mañana, en el edificio que en su área exterior mostraba la bandera cubana y su combinación tricolor desde un asta, el Jefe de Estado fue recibido por Audrey Agoulay, directora general de la Unesco, quien invitó a Díaz-Canel a entrar a uno de los recintos para sostener un diálogo marcado por la cordialidad y las ideas comunes.

El mandatario habló a la anfitriona sobre desvelos por el desarrollo humano que inspiran por igual a la Revolución Cubana y al organismo internacional. Y para ser más explícito, al estampar su sentir en el Libro de Honor de la institución, expresó que es «un enorme placer visitar nuevamente la sede de esta importante organización, Unesco, con la cual mantenemos excelentes vínculos de trabajo y amplias coincidencias en temas globales que defendemos de conjunto como el multilateralismo».

Escribió Díaz-Canel que desde los pilares de la Unesco, de educación, ciencia y cultura, existe el propósito de que esos sean caminos para un mundo mejor. «Gracias por recibirnos, regresamos llenos de compromisos a cumplir en el presente y en el futuro», dejó constancia sobre el Libro de Honor el Presidente cubano.

De ese modo, él ha extendido en el tiempo la tradicional confluencia que históricamente se ha dado entre la Isla —que ingresó hace ya más de 70 años a la Unesco—, y el organismo internacional: La presencia de Díaz-Canel en esta sede está precedida por la de Fidel en marzo de 1995, y por la de Raúl en febrero de 2016.

 

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