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Como caraqueño en Cuba

Sirvan de homenaje al destacado político venezolano y entrañable amigo de la Isla, Alí Rodríguez Araque, fallecido recientemente, los fragmentos que JR comparte hoy de la entrevista que se le realizara en noviembre de 2008 en Venezuela para el libro Caracas-La Habana-Caracas. Viajes desde la Memoria

Autores:

Marina Menéndez Quintero
Roger Ricardo Luis

Incurre en un error quien piense que Alí Rodríguez Araque posee una visión «diplomática» de Cuba. El haber sido  embajador de la República Bolivariana de Venezuela es tan solo una de las múltiples vivencias que le hace decir que él es un cubano más.

Así lo asegura, distendido y sonriente,  al cabo de más de una hora de conversación en su despacho del Ministerio de Finanzas que dirige.

Para dar sustento histórico a esa identidad, recurre a una anécdota sobre nuestro Héroe Nacional.

«Dicen que cuando Martí llegó por primera vez a Venezuela, unas señoritas le preguntaron en una reunión social que cómo era Cuba y le respondió: “Una isla con muchas palmeras y llena de caraqueños”, demostrando la identificación y la idiosincrasia entre los pueblos. Yo no sé si es verdad o si se la atribuyen; en todo caso parece como si fuera cierto».

Ese vínculo raigal de Alí con la Isla lo materializa desde el principio del triunfo de la Revolución, cuando vino con una brigada de jóvenes venezolanos a construir la ciudad escolar Camilo Cienfuegos, en el Caney de Las Mercedes, en las estribaciones de la Sierra Maestra.

«De entonces recuerdo las duras jornadas de bloques, cemento y arena y la camaradería con los combatientes del Ejército Rebelde; también llevo en el recuerdo la tanqueta que había tomado allí Camilo».

Aquel viaje no fue un golpe de suerte.

«Hay dos momentos esenciales en mi niñez: el descubrimiento de Cuba por el estudio de la geografía y el espiritual mediante la lectura de Martí».

Con la adolescencia vino el despertar de la conciencia política en la lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y las simpatías por las luchas del pueblo cubano en la Sierra Maestra.

«Mediante las transmisiones de Radio Rebelde teníamos la visión de los barbudos —como se les decía en la Isla— acerca de lo que sucedía. Por entonces era militante de la juventud comunista y lo que acontecía en la Sierra Maestra devenía corroboración cercana, práctica de mis ideas. Tras el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez participamos de inmediato en la organización de la Marcha de Bolívar a la Sierra Maestra. La iniciativa popular sirvió para recoger recursos destinados al Movimiento 26 de Julio.

De sus tiempos de guerrillero, tiene en mente la presencia de los cubanos.

«La Revolución Cubana nos brindó apoyo consecuente con sus principios internacionalistas. Contamos con la colaboración material y en especial la humana. Los cubanos que combatieron junto a nosotros en las montañas son mis hermanos, tanto en Venezuela como en Cuba. Nos conocimos en momentos difíciles y de grandes pruebas, que es cuando se forjan relaciones humanas que son eternas».

Tras hacer un recuento de la IV República, llega el tema de la relación entre Fidel y Chávez.

«Fidel con su enorme percepción política ya venía siguiendo el itinerario del joven militar protagonista del 4 de febrero y, en consecuencia, tras la salida de la cárcel, esperaba la oportunidad para invitarlo a Cuba. El entonces presidente venezolano Rafael Caldera se la dio al recibir al connotado contrarrevolucionario de origen cubano Jorge Más Canosa. La respuesta inmediata fue la invitación y la acogida que el mismo Comandante en Jefe le hizo a Chávez en La Habana. Se inició así un fecundo intercambio político entre ambos líderes que da sustento a este vínculo entre nuestros pueblos y revoluciones».

Cuba y los cubanos en su corazón

Alí Rodríguez Araque define cuál es la peculiaridad que más le atrae de los cubanos y cubanas.

«En Cuba estoy como en mi casa. Yo en lo personal, he caminado por las calles y conversado con la gente en las innumerables ocasiones que he venido y vivido en la Isla sin el cargo de diplomático. Tengo muchos amigos, sé de las experiencias de los hospitales, pues en La Habana me operé siete veces la rodilla.

«Ahí es donde uno ve más de cerca la sensibilidad, la calidad humana de este pueblo expresada en los médicos, las enfermeras, los enfermeros quienes han sido preparados para potenciar ese cariño que uno también recibe de los familiares de otros pacientes. Creo que en esas circunstancias personales yo calé la profunda calidez del pueblo cubano.

«Eso me lo ha hecho entender otro fenómeno distintivo de los cubanos, a mi juicio, uno de los pueblos más nostálgicos por su tierra. Ustedes pueden estar muy bien en un lugar (y lo he visto en tus compatriotas que cumplen misión internacionalista aquí), pero siempre, quieren retornar a Cuba cumpliéndose así el mito de Anteo, quien podía flotar, pero siempre tenía que poner los pies en su tierra para tomar energía».

El presidente Chávez, en octubre de 2006, en un discurso público anunció su designación como embajador en La Habana. Desde entonces a la fecha, nuevas experiencias han enriquecido su amor por Cuba.

«La designación la tomé como algo natural, íntimamente esperada, no lo niego. Puedo decirle que esa misión no la hubiera aceptado en otro país. La asumí con motivación y el deseo de poner mi granito de arena en llevar los vínculos venezolanos-cubanos a un plano cualitativo superior. Las relaciones han alcanzado con Chávez y Fidel al frente la categoría de paradigmáticas.

—¿Y Fidel?

—La principal contribución de la Revolución Cubana es el ejemplo encabezado por Fidel, quién más allá de su extraordinaria personalidad, de su obra, sintetiza lo que es su pueblo, cómo ha podido resistir los embates del bloqueo y la caída del campo socialista.

«Recuerdo su discurso del 26 de julio de 1989 en Camagüey, preparando al pueblo para lo que venía. Yo estaba recién operado de la rodilla, muy adolorido en ese momento, pero oí completo el discurso».

Alí hace una pausa y nos regala una anécdota de sus múltiples encuentros con el Comandante en Jefe.

«Recuerdo que estábamos conversando sobre la posibilidad de que se convocara a un referendo revocatorio aquí. En esas conversaciones larguísimas de entonces con él, le expresé mis dudas y me dijo que no. Al despedirnos, me pasó el brazo por el hombro y sonriente me dijo:”Oye, Alí, en política es muy difícil que yo me equivoque”. Creo que lo ha demostrado en su vida.

—Alí, Cuba en síntesis

—Vivir en Cuba, en especial en tiempos de cambios revolucionarios en nuestra región, es reafirmar que lo luchado, lo vivido y lo que queda por luchar y vivir, asume una esperanzadora  certidumbre: que la Revolución Cubana y el liderazgo de Fidel son un ejemplo permanente a seguir. Y lo digo porque a lo largo de media centuria de existencia la Cuba revolucionaria, socialista, ha sabido sortear obstáculos increíbles gracias a su carácter indoblegable, a la sabiduría para interpretar los anhelos del pueblo, la época y el entorno mundial. En ella tenemos un referente esencial, irrepetible, para seguir adelante. Eso es lo que trajimos para Venezuela.

Honores para Alí

Alí Rodriguez Araque, prominente político de la Revolución Bolivariana, murió el lunes 19 de noviembre en La Habana, donde era el embajador de Venezuela desde 2014. En nuestra capital se le dio un sentido hasta siempre por cubanos, venezolanos y amigos del mundo y por altos dirigentes del Partido, el Estado y Gobierno cubanos.

Cubierto con la bandera de su país y custodiado con ofrendas florales enviadas por Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Partido y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, su féretro fue acompañado por una guardia de honor de oficiales de la Agregaduría de Defensa venezolana y personalidades.

Al asistir a las honras fúnebres en La Habana, el Primer Vicepresidente de Cuba, Salvador Valdés Mesa —acompañado del canciller Bruno Rodríguez Parrilla—, dijo que perdíamos a «un sensible compañero, amigo, combatiente, a quien acogimos siempre como un compatriota más».

El miércoles, Rodríguez Araque fue velado en Caracas, en la Casa Amarilla, sede de la Cancillería, donde le rindieron honores el presidente Nicolás Maduro, la primera combatiente, Cilia Flores; el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello; el fiscal general, Tarek William Saab, entre otras autoridades venezolanas.

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