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Primeros médicos cubanos en Brasil

Niterói fue testigo de la cooperación de Cuba en el sistema de salud del gigante sudamericano a finales del pasado siglo. Luego, se benefició del Programa Mais Médicos. Ahora lamenta la decisión que tuvo que tomar Cuba de no continuar participando en el programa, provocada por la actitud de Bolsonaro

Autor:

Leonel Nodal

NITERÓI, la ciudad de mayor calidad de vida del estado de Río de Janeiro, vivió hasta ahora orgullosa de su sistema de atención primaria de salud, implantado con la llegada de los médicos de familia cubanos, a principios de la década de 1990.

El anuncio del regreso a Cuba de los colaboradores de Mais Médicos —en justa respuesta a la hostilidad y menosprecio del presidente electo Jair Bolsonaro— generó una preocupación social inmediata, por las negativas repercusiones que tendrá en la población, según lo reflejó la prensa carioca.

Algunos medios recordaron los antecedentes de aquel formidable proyecto, inspirado en las ideas de Fidel sobre la universalización de la atención médica en Cuba, que tuvo como puntales la apertura de la especialidad de Medicina General Integral (MGI) y su plan del «médico de las 120 familias», que pronto trascendió las fronteras de la Isla.

La doctora Lilliam Jiménez Fontao, integrante de la primera graduación de la especialidad de Medicina General Integral en 1986, quien prestó servicios en dos municipios del estado brasileño de Minas Gerais en aquella etapa inicial de la cooperación médica en el gigante sudamericano, todavía recuerda las muestras de afecto de sus pacientes brasileños, que nunca habían tenido un médico residiendo en su comunidad.

El testimonio de la Dra. Jiménez, actualmente especialista de 2do. Grado en MGI, máster en Atención Primaria de Salud y profesora auxiliar de la Facultad de Medicina Manuel Fajardo, me sirvió para completar la visión que recogí en Brasil a mediados de los 80, durante una breve misión periodística en ese país, en la que comprobé el interés de líderes políticos y gubernamentales en los avances médicos de Cuba, como la invención de la primera vacuna contra la meningitis.

Según me relató la Dra. Jiménez Fontao, por aquel entonces algunos de sus colegas participantes en el plan del Médico de las 120 familias en la barriada habanera de Lawton viajaron a Niterói. Ella y otros colegas harían lo mismo desde el área del policlínico Plaza.

Más adelante, le tocaría viajar a Minas Gerais, donde comenzaron un proyecto de Asistencia Primaria, inicialmente en el municipio de Ibirité, cerca de Belo Horizonte, donde prestó asistencia en favelas, un conglomerado urbano sin calles ni números, donde jamás otro médico se aventuró a realizar trabajo de terreno, visitar embarazadas y niños lactantes, prevenir epidemias, o llevar estadísticas de mortalidad y fertilidad.

Su grupo lo integraban el Dr. Fernando Machín (clínico), activo aún en el policlínico Plaza; la ginecobstetra Dra. Mirna Ortega, la enfermera Lic. Dinorah González y la técnica de estadísticas Berta Romeu. La Dra. Jiménez nos mostró una foto con un paciente de la zona que, por propia voluntad, cuidaba de ellos, los acompañaba a todas partes, incluso a pasear, muestra del cariño de aquella comunidad.

En 1997 la trasladaron al municipio de Itanhandú, «donde no había favelas, pero era una zona montañosa, a la que se llegaba por una carretera de tierra muy peligrosa», dice.

Allí, recuerda, encontramos un puesto médico en estado de abandono, con los pocos instrumentos oxidados y sucios, prueba de que jamás habían sido utilizados. «Pero los niños y ancianos nos querían muchísimo y nunca nos faltó nada. Nos contaban que los médicos brasileños tenían miedo de llegar hasta esa zona».

Por mi parte, volví a Brasil varias veces en la década de 1990, durante la presidencia de José Sarney, y a menudo mis interlocutores, al saber que era cubano, elogiaban la labor profesional de mis compatriotas médicos en Niterói, donde el prefecto del izquierdista Partido Democrático Laborista (PDT) Jorge Roberto Silveira había implantado, con mucho éxito y total aprobación popular, un Programa de Médicos de Familia como base de un sistema de Atención Primaria de Salud.

Por esa y otras iniciativas, como la edificación de un maravilloso museo diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer, artífice de Brasilia, fue reelecto en cuatro ocasiones y su ciudad designada la cuarta con mayor calidad de vida en Brasil y primera en Río de Janeiro.

Ya en el Gobierno de Dilma Rousseff, Niterói se benefició del Programa Mais Médicos.

A raíz de la llegada del grupo de profesionales que trabajaría en ese municipio, el prefecto Rodrigo Neves, quien es también del PDT, recibió a los médicos cubanos y recordó que su llegada rescataba una experiencia anterior con médicos del país caribeño en la década de 1990, cuando Niterói se convirtió en la primera ciudad de Brasil que implantó el programa Médico de Familia a nivel municipal.

No es de extrañar, por tanto, la alarma que desató la ristra de improperios contra los profesionales cubanos lanzada por Bolsonaro, prueba de su ignorancia del enorme valor que le conceden poblaciones como la de Niterói, Minas Gerais e infinidad de remotos parajes en todo Brasil, como advirtió la prensa carioca.

«El estado puede perder 224 médicos cubanos» alertó el diario A Tribuna de Río de Janeiro, tan pronto supo de la ruptura motivada por Bolsonaro. A su vez, el periódico Diaonline apuntó que esos 224 profesionales de la salud prestaban atención en 48 municipios.

Niterói, por ejemplo, «debe perder ocho médicos cubanos que actúan en unidades del Programa Médico de Familia en Preventório, Teixeira de Freitas, Caramujo, Nova Brasília, Vila Ipiranga, Grota e Atalaia», localidades afligidas por la pobreza o de difícil acceso.

En total, refería la publicación carioca, «más de 600 ciudades pueden quedar sin médicos después de la salida de los cubanos».

Y seguidamente destacaba que «en el país 79,5 por ciento de los municipios (3 243 de 5 570) son  beneficiados por el Programa Mais Médicos y los cubanos representan 90 por ciento de los profesionales que aceptaron actuar en puestos de salud en aldeas indígenas».

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