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¿Acaso Trump está amenazando a sus conciudadanos?

Condenas de cárcel a quienes fueron defensores cercanos del Presidente de Estados Unidos ponen cerca las brasas de un impeachment

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

Anunció el caos a todo lo largo y ancho de Estados Unidos si el Presidente es sometido a impeachment. Y no lo hizo un analista político, simplemente fue el propio Donald Trump. Por tanto, esto puede verse como la fantasiosa imaginación de un ser poseído de sí o una clara amenaza a sus conciudadanos, al incitar a una base de ultraconservadores que comparte sus posiciones políticas peligrosamente extremistas.

«No estoy preocupado, no», les dijo a reporteros de la agencia noticiosa Reuters en una entrevista en el Despacho Oval de la Casa Blanca esta semana, y entonces dio el puntillazo: «Creo que la gente se rebelaría si eso sucediera».

El río suena en estos momentos porque se están avivando las variopintas acusaciones en su contra, y no son pocos los procesos legales en curso a personeros que están o estuvieron en su equipo durante la campaña electoral o en lo que va de su Gobierno.

El miércoles, su abogado personal Michael Cohen —el fixer o solucionador de problemas— fue sentenciado a tres años de prisión por una serie de fraudes fiscales y cargos por mentir al Congreso sobre los esfuerzos del magnate para construir un rascacielos en Moscú mientras aspiraba a la candidatura presidencial.

Cohen, quien se desempeñó en el círculo íntimo del Presidente y hasta dijo que por él «recibiría una bala», volvió el cañón de la pistola contra su jefe desde agosto pasado cuando se declaró culpable de ocho cargos criminales, incluidos evasión fiscal, fraude bancario y violaciones financieras de campaña, que le hubieran significado —de no haber acuerdo con el fiscal—, 65 años de cárcel.

Ante un juez de Nueva York, el abogado había presentado a Trump como cómplice de un crimen que tenía como propósito influir en el resultado de las elecciones silenciando a dos mujeres que tuvieron una relación sexual con el entonces candidato: la actriz porno Stormy Daniels y la modelo Karen McDougal.

Este miércoles, Michael Cohen recibió la que hasta ahora es la más larga condena entre los casos vinculados con la extensa investigación que el fiscal especial Robert Mueller hace sobre una supuesta interferencia rusa en las elecciones de 2016, en las que fue elegido Trump como Presidente —una suposición que Rusia ha negado.

Antes, un tribunal de Alexandria (estado de Virginia),  en el que acusaba por 18 cargos al exgerente de la campaña electoral, Paul Manafort, pieza clave en estos procesos, dictó fallo de culpabilidad en ocho: cinco de fraude fiscal, dos fraudes bancarios y uno por ocultar cuentas bancarias en el extranjero. Manafort acordó cooperar con la investigación de Mueller.

Junto a Cohen y Manafort han estado otras figuras del entorno del Presidente como Michael Flynn, Rick Gates y George Papadopoulos. En total, el fiscal independiente Mueller ha imputado cargos a 32 personas. Sin embargo, el magnate-presidente ha ido capeando los problemas, pero en estos momentos el contexto no le es tan favorable, cuando en enero asume una Cámara de Representantes dominada por los demócratas.

Donald Trump está estableciendo un récord para los mandatarios estadounidenses, pues ninguno como él ha tenido que hacer frente a tantos problemas legales a la vez, y se suma ese contexto a una presidencia que muchos consideran caótica. Ahora, tras la condena de Cohen, este jueves Trump rompía el silencio en su manera habitual, los tuits, aunque también en entrevista con Fox News. Se lavaba las manos y clamaba su «inocencia»:

«Nunca le ordené a Michael Cohen que rompiera la ley. Era abogado y se supone que debe conocer la ley. Se llama “consejo de un abogado” y un abogado tiene una gran responsabilidad si se comete un error. Es por eso que se les paga y muy bien…».

Trump había calificado a Cohen de «débil» y este respondió que su única debilidad había sido «su lealtad ciega» al Presidente.

Otros en el horno

En la entrevista con Fox News, Trump hizo referencia a otro de los encausados, el exconsejero de seguridad nacional, Michael Flynn, quien se había declarado culpable en diciembre del año pasado de interactuar con el Embajador de Rusia durante la etapa de transición presidencial de Trump.

El mandatario aseguró que Mueller estaba coaccionando a la gente a fin de que mintieran sobre sus actividades. «Quieren asustar a todo el mundo para que inventen historias que no son ciertas al atraparlos en los errores más pequeños. ¡Triste!», escribió el inquilino de la Casa Blanca.

Inicialmente, los agentes del FBI que seguían el tema de las reuniones de Flynn, escribieron en un informe que no creían que este les hubiera mentido, pero la pasada semana le daban vuelta a la tortilla cuando el exdirector del FBI James Comey le dijo a legisladores de la Cámara que Flynn «obviamente mintió».

Muchas son los entrecruces de estos casos y al parecer se intenta cerrar el cerco alrededor del mandatario y, por carambola, darle un mal golpe a Rusia, acusándola de una práctica que es común y reiterada por parte de Estados Unidos con experiencia en casi todo el mundo: la intervención en los asuntos internos.

Sin embargo, Trump alegó lo que lleva diciendo desde hace meses para defenderse. Un solo tuit y todo en altas: «CACERÍA DE BRUJAS».

En agosto pasado, la revista Time, que le ha dedicado más de un decena de sus portadas al actual mandatario de la Casa Blanca, hizo una tercera cubierta, obra del artista de Brooklyn Tim O’Brien, que le dio seguimiento a la idea de la tormentosa administración. Quizá ellas revelen como ningún otro comentario la situación en que se ha ido introduciendo Donald Trump.

Los problemas le rodean, se le van convirtiendo en poderosas borrascas y en la última imagen el presidente republicano está en un Despacho Oval inundado y con el agua al cuello. Mucho tendrá que nadar para mantenerse a flote y no ahogarse antes de aspirar a su relección en 2020. Mañas le sobran… portadas de revistas para sus trumpadas, también.

Mientras tanto, las bravuconadas toman como rehenes a sus conciudadanos, los despidos y renuncias se multiplican, el caos y la incertidumbre se dan la mano. 

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