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No se puede tapar el Sol con un dedo, señor Pompeo

La maledicencia anticubana de la administración Trump puesta sobre la mesa con nuevas acusaciones hostiles contra Cuba

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

La acusación es inmoral, mentirosa y perversa. Con estos tres términos, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, calificó al más reciente ataque de Estados Unidos contra Cuba, un informe sobre trata de personas, con el cual de manera desvergonzada intentan desacreditar la colaboración médica cubana, a la que el dirigente cubano calificó con toda razón de «solidaridad, humanidad, cooperación noble y legítima entre los países del sur».

Lo primero a destacar es que la inclusión de Cuba en el «nivel 3» de una lista en la cual el secretario de Estado, Mike Pompeo, también apunta, entre otros (son 22 los juzgados por Washington), a Venezuela, Rusia, China, Irán, la República Popular Democrática de Corea y Siria, muestra a quienes la administración de Donald Trump considera sus «enemigos» y el alegato le parece bueno para justificar la imposición de sanciones económicas, un arma predilecta del señor que intenta gobernar a todo el mundo, y cualquier otro acto hostil.

Como segundo elemento, esa calificación arbitraria y unilateral la hace un país que, como bien dijo el canciller Bruno Rodríguez en uno de los tuits de rechazo a la calumnia, «carece de autoridad moral para hacer evaluaciones o calificaciones de países», y al respecto aludía a que EE. UU. es el país que mayor presupuesto dedica a la producción y comercio de armas que provocan muerte y dolor.

Unas supuestas organizaciones no gubernamentales hacen de acusadores y testigos de las brigadas médicas cubanas, cuyo trabajo alrededor de casi todo el mundo ha servido para salvar miles de vidas, especialmente en África y América Latina y sobre todo en lugares donde buena parte de los galenos del mundo se niegan a ejercer una profesión que debiera caracterizarse por responder a las necesidades humanas y no a enriquecerse con el ejercicio privado de la medicina.

Por cierto, una de las principales peticiones de millones de estadounidenses, acceso a los servicios de salud, no tiene respuesta pues los cuidados de salud son para quienes tienen dinero o pueden pagarse un seguro médico y no hay manera de que encajen en el sistema quienes no tienen dinero. Entonces, ahí sí que encontramos una indecorosa e inhumana trata de personas.

La explicación es simple, el modelo estadounidense no ve a la salud como un derecho humano sino como una simple mercancía. Con intención malévola ese es el sistema que quisieran implantar, por eso el ejemplo de los trabajadores cubanos de la salud —dispuestos voluntariamente a ir a cualquier lugar del mundo donde se requieran sus conocimientos— les resulta nocivo. Ponen en evidencia la carencia en su propio patio de la seguridad ciudadana y la igualdad de oportunidades para recibir la atención que todo ser humano merece.

Por otra parte, cómo es posible que Estados Unidos presuma de entidad capaz de juzgar a otros por supuesto trabajo esclavo cuando consorcios privados se benefician de la labor de su población penal, por cierto la más numerosa de todo el mundo, pues los estimados consideran que el 25 por ciento de todas las personas que están en prisión a nivel mundial son estadounidenses.

Se sabe que es una práctica mundial que como parte de la rehabilitación, los reclusos trabajen, pero… Un reportaje de BBC Mundo del pasado 25 de mayo sustentaba que de los 2 160 000 penados en EE. UU.,  los reclusos que trabajan reciben unos 90 centavos de dólar la hora por su labor, «en tanto, el trabajo penitenciario generó ingresos por más de mil millones de dólares» y una parte de esas ganancias va a las empresas privadas que los contratan o a las cárceles privadas, un negocio que ha ido floreciendo.

Por demás, una parte desproporcionada de la población en las cárceles del país norteño son negros o latinos, así que no pocos estiman que están siendo sometidos a una esclavitud moderna mediante el trabajo forzado.

Pero volvamos al tema de la salud, cuyos costos en EE. UU. supera a la de la gran mayoría de los países y año tras año se incrementan en beneficio de  los grandes consorcios médicos y farmacéuticos.

Un estudio del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. reveló que el número de estadounidenses que perdieron su seguro de salud aumentó en 1,1 millones durante el año 2018, por lo que la cifra de los desprotegidos llegó a 30,4 millones, y ha sido la política del presidente Donald Trump la que ha desencadenado esta involución. Otras entidades presentan cifras más altas de total desatención, pues ni pueden pagar los tratamientos costosos y quedan en riesgo sus vidas, y al mismo tiempo, la contrarreforma de la salud que propugna la actual administración podría volver a elevar a 50 millones el número de personas sin cobertura médica para el año 2026.

Pompeo pone en práctica una vez más la obsesión anticubana del equipo de cuatreros de la Casa Blanca y tratan de ocultar el sol con un dedo para que su propia ciudadanía y el mundo no logren ver los logros sociales de Cuba y su generosa cooperación con más de 60 países del mundo en la actualidad.

 

 

 

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