Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La palma y el origami

Nueve décadas de relaciones diplomáticas Cuba-Japón es una oportunidad para afianzarlas

Autor:

Marylín Luis Grillo

La mítica grulla de origami y una palma real, juntas, representan los 90 años de relaciones bilaterales ininterrumpidas entre Cuba y Japón. Ambos archipiélagos, uno en el Atlántico y el otro en el Pacífico, celebran un período de unión: en 2018 fueron los 120 años de la llegada de los primeros migrantes nipones, y ahora, en 2019, las nueve décadas de vínculos diplomáticos.

«Es este un momento para llevar adelante las relaciones entre Cuba y Japón, las cuales han sido muy activas desde el año 2016, cuando el primer ministro, Shinzo Abe, realizó su primera visita oficial a Cuba y también, el por aquel entonces primer vicepresidente cubano y hoy presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, realizó una visita a nuestro país. Entonces, la embajada de Japón está aprovechando para impulsar aún más el intercambio entre los dos países», comentó a Juventud Rebelde el embajador de la nación asiática en La Habana, Kazuhiro Fujimura.

En Cuba está reconocida legalmente la Asociación de la Colonia Japonesa de la Isla de la Juventud. Es allí donde radica nuestra mayor comunidad de descendientes nipones.

«Yo mismo visité la Isla de la Juventud dos veces —refiere el diplomático— porque es especial, por la presencia de la colonia japonesa. Igualmente, estamos haciendo esfuerzos para hacer más fuertes los vínculos».

En el resto del país viven 1 113 nikkei (descendientes) y en La Habana, donde radica un simbólico Comité Gestor, la cifra es de 254. Sobre ello dialogó Ana Francisca Ponce de León Arakawa, el mismo día que recibiera el reconocimiento del Ministro de Asuntos Exteriores del país de una parte de sus ancestros.

«Soy una nikkei de tercera generación o sansei, como se llama en japonés; mis abuelos maternos fueron los que emigraron a principios del siglo pasado». Matemáticas aparte, parece lógico suponer que cuando ambas naciones establecían nexos diplomáticos, los Arakawa pusieron rumbo a América y se quedaron aquí, para fundir sus raíces con las de la tierra de la palma real y la estrella solitaria.

Somos una comunidad pequeña —agregó— pero con esfuerzo, tesón y dedicación nos acercamos a (esa otra) nuestra cultura originaria y realizamos actividades para recordar siempre de dónde venimos.

El deporte resulta uno de los sectores que va a la vanguardia en lo que a intercambio se refiere. Así lo comentó otro de los reconocidos por la cancillería nipona, el doctor Antonio Castro Soto del Valle, embajador cubano de la Federación Internacional de Judo.

En cuanto a la reciprocidad deportiva, asegura que hay un futuro muy grande, y pudiera empezarse con el intercambio de becas. Estamos en el inicio, hay que seguir, no solo en judo y en béisbol, sino en el boxeo, la esgrima… en todos, porque hay deportes en los que ellos necesitan y piden la asistencia cubana por la experiencia que tenemos, y nosotros debemos pedírselas a ellos también, explicó.

Inspirado en el ejemplo de su padre, quien —dijo— «siempre expresó su admiración por Japón en el campo del deporte», Antonio Castro caracteriza las relaciones entre los dos países y los dos pueblos como «una suerte de juramento samurái».

Fujimura aseguró: «creo que el intercambio se va a incrementar», y añadió que este año ha sido significativo al respecto.

«Nuestro nexo no se limita al ámbito cultural. En el aspecto político tuvimos la presencia del viceministro parlamentario de la cancillería japonesa en el mes de mayo, y hace unas semanas, la visita del viceministro de Asuntos Exteriores de Japón, que tuvo una reunión muy fructífera con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, así como con la viceministra Anayansi Rodríguez».

Como hablamos de aniversario cerrado, Fumijura no pudo obviar los 15 años de las Becas Unesco/Keizo Obuchi para jóvenes investigadores, que han beneficiado en este período a diez cubanos.

El objetivo del programa de becas, que recibe el nombre del ex primer ministro de Japón (1998-2000), quien tuvo que abandonar el cargo debido a un derrame cerebral que le causó la muerte, es apoyar investigaciones de posgrado innovadoras en las áreas de desarrollo en las que se comprometió Obuchi y que coinciden con espacios de particular interés para la Unesco; a saber, medio ambiente, tecnologías de la información y la comunicación, diálogo intercultural y resolución pacífica de conflictos. Para la ocasión, vinieron a La Habana durante esta misma semana, para oficiar la ceremonia de este 24 de septiembre, la viuda y la hija del ex jefe de Gobierno.

Fujimura asegura que la colaboración es vital para mejorar el vínculo entre los dos pueblos. «Ponemos —explicó— mucho énfasis en el campo de la agricultura, el transporte, el medio ambiente, el desarrollo económico y social. Trataré de continuar nuestro esfuerzo a favor del pueblo cubano y del japonés».

El compromiso está dado y, junto a la palma real como otro símbolo de esperanza, alza el vuelo una grulla de papel.

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