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Héroes y villanos en la USA de Trump bajo la Covid-19

Durante el fin de semana se calentaron los debates. Quizá las acciones en Michigan —donde el nuevo coronavirus ha llevado a ese estado al cuarto lugar de Estados Unidos en cantidad de infestados y de muertes con 32 000 y 2468, respectivamente—, representan lo que ha estado sucediendo en otros estados norteamericanos

Autor:

Juana Carrasco Martín

 

La irresponsabilidad y la ignorancia hacen maridaje en más de una ciudad de este mundo en pandemia, y salen gentíos a pedir libertad para transitar, trabajar, ir a la playa o al estadio, sin importarles que el SARS-CoV-2 sea el que deambule abiertamente, expandiendo contagio y muerte. Así ha sucedido en Berlín y en la república rusa de Osetia, al igual que ciudades de Estados Unidos en Michigan, Texas, Nevada, Indiana y Maryland.

Donald Trump insiste en reabrir el país sin valorar el costo humano. 

Pero en la nación trumpiana esa caterva —que coincide con personas o grupos de los más conservadores, retrógrados y anticientíficos— han recibido el apoyo de su presidente Donald Trump, y ello les da un poder añadido para exponer sus criterios con calles tomadas e incluso armados para mostrar de lo que son capaces si se les detiene.

Durante el fin de semana se calentaron los debates. Quizá las acciones en Michigan —donde el nuevo coronavirus ha llevado a ese estado al cuarto lugar de Estados Unidos en cantidad de infestados y de muertes con 32 000 y 2468, respectivamente—, representan lo que ha estado sucediendo en otros estados, la Coalición Conservadora de Michigan, un grupo de extrema derecha, lideró la protesta que incluyó a individuos armados, fundamentalistas religiosos, grupos antivacunación y otros, y afirman que hablan en nombre de los ciudadanos comunes.

Simpatizantes de Trump creen que Covid-19 es «una mentira».

Sin embargo, mientras estos elementos salen a las calles y se hacen visibles, una encuesta de Politico/Morning Consult publicada el pasado miércoles encontró que el 81 por ciento de los estadounidenses están dispuestos a guardar distancia social aunque afecte a la economía y apoyan esa medida como parte de la lucha contra el coronavirus.

Solo el diez por ciento pidió que la administración Trump «detuviera el distanciamiento social para estimular la economía, incluso si eso significa aumentar la propagación del coronavirus». El nueve por ciento de los encuestados no tenía opinión.

The Hill reportaba en ese momento que el 75 por ciento de los encuestados dijo que el Gobierno debería centrarse en el virus, mientras que el 17 por ciento eligió la economía.

Solo el 37 por ciento de los estadounidenses consideró que se debe regresar al trabajo mientras el virus esté todavía activo.

Pero la actitud del presidente Donald Trump estimula a los que niegan la letalidad del virus, una conducta de villano en estas circunstancias, perfectamente coherente con su permanente política de mantener a Estados Unidos, a cualquier precio, como líder de la economía mundial, y en este caso aprovecharse de una situación que ha llevado al caos planetario.

Public Citizen, un grupo de defensa del consumidor, señaló que los tuits de @realDonaldTrump comenzaron al mismo tiempo que Estados Unidos contaba en un solo día 4 591 fallecidos por la COVID-19, pero el Presidente a «LIBÉRATE MINNESOTA», el eslogan utilizado por los manifestantes de derecha que se reunieron fuera de la casa del gobernador demócrata de ese estado, Tim Walz, el viernes; y afirma Common Dreams, un minuto más tarde, el Presidente tuiteó «LIBÉRATE MICHIGAN» seguido en breve por «LIBÉRATE VIRGINIA», tres estados con gobernadores demócratas.

Sin embargo, están los héroes, y al frente de ese ejército por la salud, están los médicos y todo el personal que hoy trabajan con una situación que en Estados Unidos, al cierre de nuestra edición de hoy, sumaban 759 569 contagios y 40 776 fallecidos.

Este domingo y ellunes se volvieron prácticamente virales en las redes sociales del planeta las imágenes de un pequeño grupo de trabajadores sanitarios de primera línea vestidos con sus trajes verdes para la atención a pacientes y protegidos con las mascarillas o nasobucos, parados firmes y en calma medio de una concurrida calle en Denver, Colorado, para bloquear a cientos de manifestantes de derecha que viajaban en autos a una manifestación contra la orden de estancia en casa del gobernador Jared Polis, cuyo objetivo es frenar la propagación del mortal coronavirus.

Amparados en una supuesta defensa de los trabajos de los ya 22 millones de estadounidenses que están desempleados —por cierto, millones esperan todavía el cheque de 1 200 dólares aprobados por el Congreso para paliar la situación—, los manifestantes ondeaban además de las banderas de las barras y las estrellas y letreros reclamando su libre albedrío, banderolas de clara propaganda política electoral de Trump para repetir como presidente en este 2020 y algunas consignas manipuladoras como: «Prefiero arriesgarme al coronavirus que al socialismo».

El domingo en la noche, Trump volvió a elogiar a esos manifestantes de derecha que, como se ha sabido, también fueron —al menos en el caso de Michigan— organizadas por un grupo con vínculos con Betsy DeVos, la secretaria de educación multimillonaria de Trump.

Las demostraciones de esa derecha ignorante se han extendido por Carolina del Norte, Utah, Kentucky, Ohio y Virginia, y algunos gobernadores, como el republicano DeSantis, abrió las playas de la Florida, que se vieron colmadas por miles de personas, sin protección alguna, pero dispuestas a cambiar salud por «esparcimiento».

Ahora bien, no es precisamente el desempleo lo que se defiende en esas irracionales protestas, sino los intereses de corporaciones y empresas a quienes poco les importa la salud de sus trabajadores.

Solo un ejemplo de lo que puede suceder si Estados Unidos se abre, como exigen. Una de las instalaciones de procesamiento de carne de cerdo más grande del país está cerrando indefinidamente después de que más de 230 empleados dieron positivo para COVID-19, reforzando las preocupaciones sobre los problemas de la cadena de suministro de alimentos que han dejado a los agricultores, bancos de alimentos, tiendas de comestibles y trabajadores agrícolas y de servicios alimentarios luchando para mantener los cultivos cosechados, los estantes abastecidos y las personas alimentadas durante la pandemia de coronavirus.

¿Acaso va a ser diferente en la industria automovilística o de fabricación de armas, en los bancos o en Wall Street, en artistas, deportistas o espectadores?

¿Hasta dónde está dispuesto Trump llevar el registro del SARS-Cov-2 en Estados Unidos con tal de presentarse como salvador de la economía?

¿Qué esperar de un jefe de Estado que, en una nueva payasada se autotitula «rey de los ventiladores pulmonares» y alardea de poder abastecer al mundo entero con esos tan indispensables implementos médicos? Sin embargo, se los negó en un principio a la sacrificada Nueva York.

¿Cuál es su diabólico juego?

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