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Escondida: las amargas secuelas

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Los mineros de Escondida esperan que su acción prenda en los demás. Foto: AFP El Ministro del Trabajo ha dicho que el gobierno no es mediador, un bocadillo tras el cual se le adivina evasivo... o quizá hasta satisfecho. Sin embargo, ahí puede estar el foco de donde se origina la impotencia de los mineros y la arrogancia del poder transnacional: ambos están solos, sin juez, tirando por cada punta de la cuerda.

Mientras los mercados sienten la remezón con los precios a tope, los trabajadores chilenos siguen de brazos caídos y Escondida, la mayor mina de cobre del mundo, lleva 17 días sin producir o haciéndolo apenas a la mitad de su capacidad, lo que ha provocado pérdidas que rebasan los 240 millones de dólares...

Resguardados del polvo desértico y del frío en escuálidas tiendas de campaña, los casi dos mil trabajadores sindicalizados que ratificaron el paro «se mantienen en sus trece». Solo poco más de cien se abstuvieron ante las propuestas de la gerencia y apenas una treintena votó por levantar la presión.

Los dueños tienen la potestad ahora de negociar con cada uno individualmente; pero los dirigentes del paro confían en que nada logrará doblegarlos porque, dicen, no se romperá la unidad... Pero, ¿quién los ampara si los directivos deciden echarlos a todos?

A pesar de que Escondida se halla en el desierto de Atacama, a 170 kilómetros al sureste de la ciudad de Antofagasta y a 3 100 metros sobre el nivel del mar, las fotos los muestran acompañados de algunos familiares en uno de sus últimos mítines. Es comprensible. A fin de cuentas, hijos y esposas también padecen las largas separaciones de los hombres, sumergidos en la extracción del cobre durante varios días ininterrumpidos para evitar la pérdida de tiempo que supondría, cada jornada, subir a la mina y bajar. También serán los parientes quienes más sufran si el trabajo arriba —como a tantos— les corroe a los suyos la salud, jóvenes todavía.

Dos propuestas de compensación para que depusieran el paro presentadas por la BHP Billiton —cabeza del manojo de empresas extranjeras que domina el yacimiento—, fueron rechazadas el domingo en asamblea y vueltas a negar el lunes, en una votación para la que, incluso, se usaron urnas y la supervisión gubernamental.

Se les ofrecieron aumentos que no rebasan el cinco por ciento de sus actuales salarios, bonos que tampoco se acercan a sus demandas y préstamos que, como la palabra indica, los mineros tendrán que pagar. Mil ochocientos huelguistas no transigieron.

Ellos solamente exigen lo que entienden racional: sus sueldos permanecen inamovibles desde hace tres años, mientras el precio del cobre se eleva. Por tanto, quieren salarios acordes con el mucho excedente que se está llevando la maquinaria transnacional. Apenas piden aumentos del diez por ciento. Pero BHP Billiton manda, y no da más...

A pesar de la nacionalización del cobre que tanto reivindicó a los chilenos con Salvador Allende y está plasmada en la Constitución, el dueño del principal rubro chileno ha dejado de ser, otra vez, el pueblo. Debe agradecérsele a Pinochet, incubador del modelo que vendió los yacimientos. Se calcula que hoy el 70 por ciento de ellos lo tienen las compañías extranjeras. De modo que en las manos atadas del actual gobierno chileno puede verse otra secuela, a largo plazo, de aquella privatización.

Por otra parte, no debe descartarse que el conflicto de Escondida tome cuerpo en lo adelante: no pocos piensan que sus mineros aspiran a que la huelga prenda en los demás.

Acosado aún por el pugilato estudiantil contra la privatización de la enseñanza, que este mismo martes sacó a los adolescentes de secundaria de nuevo a las calles, el ejecutivo de Michelle Bachelet podría tener aquí otro foco de disgusto, pero con grandes pérdidas financieras. A pesar de lo mucho que engordan, se estima que las empresas extranjeras dejan utilidades al Estado que representarán el 70 por ciento del presupuesto de Chile al concluir 2006.

Esas ganancias, sin embargo, son mínimas comparadas con las que se llevan BHP Billiton y sus socias. Según cálculos realizados por los investigadores Orlando Caputo y Graciela Galarce, las transnacionales se embolsarán este año ¡16 000 millones de dólares! solo en virtud del cobre de Chile.

... De ahí sale la resistencia que imploran los mineros de Escondida para seguir firmes en sus tiendas; sin claudicar.

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