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Posada: ¿le dan o no la condicional?

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El terrorista es escoltado por aguaciles federales del condado de Otero, Nuevo Mexico, y llevado a la corte federal de El paso, Texas. Foto: AP HASTA un presidente cercano al gobierno de Estados Unidos como el de El Salvador ha evitado enredarse para impedir que la papa le caiga en las manos. Apenas se había divulgado, el martes, el dictamen definitivo de la Corte de Apelaciones del Quinto Distrito de Nueva Orleans a favor de la fianza otorgada a Luis Posada Carriles por la jueza Kathleen Cardone, y ya el presidente salvadoreño, Antonio Saca, aprovechaba tal vez la pregunta de algún corresponsal para afirmar que «nosotros no estamos en disposición de abrirle las puertas» y que no hay «posibilidad ninguna» de que se le acepte allí.

A pesar de que Posada está siendo procesado solo como un inmigrante ilegal que mintió acerca de su entrada en Estados Unidos, Saca mencionó los verdaderos cargos por los que debía ser encausado. Pedían lo imposible los abogados defensores del reo cuando, antes de celebrarse la audiencia del 3 de abril acerca de la fianza, reclamaban un jurado que no estuviera enterado de todo el historial de crímenes y manejos sucios que solo parece ignorar ahora la administración Bush, reticente a presentar las pruebas que tiene. A estas alturas de una batalla por la justicia que cada vez más excede al clamor de Cuba, ¿quién podría ignorar la sangrienta saga?

«Como país estamos en contra del terrorismo, y él está señalado por actos terroristas», afirmó Antonio Saca. «El Salvador no va a ser refugio del señor Posada Carriles».

Esté en real disposición de cumplirla o no, valía la pena su aclaración de que si el encartado se aventura a buscar refugio allí sería llevado ante las cortes debido a las muchas deudas que Posada Carriles tiene con la institucionalidad de esa nación. En El Salvador vivió por largos períodos durante los 90 con identidad y pasaportes falsos cuando, después de ayudar a reprimir a los salvadoreños y nutrir a la contra nicaragüense como uno de los ejecutores de la guerra no declarada de Ronald Reagan contra el sandinismo, Posada Carriles puso la base de su labor itinerante tras la fachada de los talleres Moldtrock, en la capital salvadoreña, mientras paseaba el istmo captando a los mercenarios que pondrían las bombas en los hoteles cubanos.

Ahora, la posibilidad de que las autoridades migratorias estadounidenses se den a la búsqueda de un país que lo acoja —o la variante de que el fugado Posada tome de nuevo las de Villadiego—, no parecen descabelladas. Si contra lo anunciado, el Servicio de Aduanas e Inmigración (ICE) no lo tomara bajo su custodia para que espere la vista del 11 de mayo en el centro de detención de El Paso, Posada estará en la calle.

Están claros los motivos alegados por el ICE para evitar que Posada ponga un pie afuera. El 11 de abril en la tarde ya sus compinches habían depositado los 350 000 dólares que suma en total la fianza y el reo estaba a punto de firmar los papeles que le faltaban para salir, cuando la apelación de la fiscalía obligó a la Corte del Quinto Distrito a emitir una orden temporal de emergencia que congeló la condicional, para tener tiempo de analizar si la apelación era o no procedente.

De un rango más alto y, por tanto, más fuerte que la decisión del ICE, la orden temporal del tribunal de apelaciones mantuvo a Posada bajo la custodia del Departamento de Seguridad, y dejó en vilo la materialización del anuncio formulado por las autoridades migratorias, que unas horas antes habían recordado la orden de deportación pendiente sobre Posada desde 2005, razón por la cual se disponían ya a hacer las diligencias para devolverlo de la celda de Otero a El Paso, bajo su mira.

Recordemos que fue la trampa de amparar el caso bajo la Convención contra la Tortura utilizando, entre otras, las declaraciones mentirosas de Joaquín Chafardet —compinche del comisario Basilio durante la permanencia de ambos en la DISIP venezolana— las que justificaron no deportarlo a Caracas, bajo la presunción falaz de que se le torturaría... Como si esta fuera la época en que Chafardet y Basilio-Posada masacraban venezolanos en las mazmorras.

A ello siguió el verdadero circo que fue imaginar la papa saltando en el mismo sitio sin ir, en definitiva, a ningún lado, luego de que el juez William Abbot diera a las autoridades el plazo de tres meses para encontrar un tercer país adonde mandarlo —descartados ya Cuba y Venezuela. Seis naciones, según las autoridades judiciales estadounidenses, se negaron a acogerlo.

Así han llegado las cosas hasta aquí, cuando la certeza de que Posada es un peligro para la comunidad —como se ha dicho más de una vez en este dilatadísimo proceso falso— debe evitar la consumación de una libertad condicional que algunos consideran inminente.

Detalles de la votación en la Corte de Apelaciones del Quinto Distrito de Nueva Orleans indican que hubo discusión pues, según los trascendidos, la fianza se ratificó por dos votos contra uno. Incluso, las 24 horas de silencio que han seguido a ese dictamen hasta el momento de cerrar esta edición, podrían ser indicio de que siguen sin estar definidos los pasos futuros, cosa que no es de extrañar porque en este proceso todo ha estado políticamente manipulado.

Los nexos de Posada Carriles con la administración Bush siguen entrampando a un gobierno al que los abogados de la defensa recordaron sin respeto en la audiencia reciente que los pasaportes falsos con los que el «inmigrante ilegal» entró en Estados Unidos «se los dio la CIA». Jactanciosos, un grupito de la ultraderecha terrorista miamera, como Vigilia Mambisa, Comandos F-4 y Alfa 66 «tomaron» la calle Ocho el sábado pasado para recordarle al presidente que el año que viene hay elecciones, y ellos —los cubanos de la mafia—, le pasarían la cuenta si no soltaban ya a Posada.

Muy distinto piensan los que ha entrado en la encuesta digital abierta por El Nuevo Herald, donde, hasta la tarde de este miércoles, el 64 por ciento del total manifestó que Posada Carriles merece cárcel, frente a un 36 por ciento que se pronunció por su liberación. Pero Bush debe estar muy enmarañado para oír o decir algo ya.

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