Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Carta a mi Hermana

Autor:

Juventud Rebelde
Querida Hermana:

Cada día pienso en ti y cada día es mayor mi preocupación por ti. Hace ya muchos años que padeces a solas. Es cierto que en ocasiones has contado con el apoyo y el respaldo de quienes te quieren y te admiran, pero reconócelo, durante los últimos años ha sido extremadamente difícil. Muchos se han acobardado.

He estado contigo en espíritu, hubiese querido que fuera algo más que eso. Es tanto lo que sufres y es tan poco con lo que te conformas. No sé cómo has logrado sobrevivir todos estos años en condiciones tan rigurosas. Imagino que ha sido tu conciencia la que te ha llevado a sostenerte, tu conciencia y los que en ella han creído. No te doblegues jamás ante los que quieren hacerte caer, no escuches a los que te quieren tentar. Son muchos los que quieren engañarte para robarte hasta lo último de tus entrañas y hasta el último de tus suspiros.

Querida Hermana, sé que no has sanado de tus heridas; sé que no cuentas con todos los recursos necesarios para tus curaciones. Pero aun así has hecho lo indecible y te mantienes en pie. Sé que eres abusada y vejada constantemente, soportando injurias. Cualquiera se preguntaría ¿por qué no das tu brazo a torcer?

Él vendrá mañana, seguramente en la noche, sigiloso entre las sombras —como es su costumbre—, a infligir en tu lacerado cuerpo otra herida punzante, esperando que sea esa la que te haga suplicar, llorar y caer vencida. Pero tú, Hermana, tienes tu conciencia y es por ella que has resistido y resistirás. Sé que lucharás hasta vencer, aunque ello signifique la muerte.

Y yo, hermana tuya, hermana en carne, hermana en sangre, no he sido tan valiente como tú. En ocasiones he estado confundida y es cuando él ha entrado a mi vida y me ha deslumbrado con sus riquezas, con su voz que ha disimulado en arrullo, con su supuesto espíritu protector, con su aparente generosidad. Debo confesarte que ese hombre es el mismo que te tortura. Que juega un doble juego, que no habla con la verdad, que trata de hacerte caer, a ti y a mí. Y yo no tengo casi vergüenza para decirte que no me atrevía lo suficiente a enfrentármele y luchar por ti, por mí por ambas.

Perdóname, Hermana, por no haber comprendido la verdad. Por no haber sido fuerte como tú, por no haber luchado contigo y por ti. Por más de 30 años has luchado incansablemente siendo un ejemplo para toda nuestra familia. Es por ti que nuestra familia conserva su honor y su dignidad.

Querida Hermana, mi querida Cuba, ambas tenemos que luchar para que nuestro hermoso pájaro siga surcando los aires caribeños, pues si tan solo una de sus dos alas le faltare, ya no podría volar. Cuántas cosas compartimos tú y yo: mares, brisas, estrellas y nuestro hermoso pájaro con sus dos alas. Me abrazo a ti en este momento para decirte que por encima de todo eres mi hermana y que lucharé incansablemente por ti, por mí, por nosotras. Debemos mantenernos, y sobre todo, unidas pues así hemos nacido y es nuestro destino.

Te quiere por siempre,

Tu Hermana,

Puerto Rico

15 de enero de 1993

*Viuda del líder independentista puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos, asesinado por el FBI en septiembre de 2005.

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